domingo, 4 de diciembre de 2011

Dijimos que estaba bien

Una flor marchita.


Bien, como concepto filosófico, es la noción de lo bien hecho, de lo correcto y adecuado dentro de una acción y un contexto concreto reglado por normas. Las directrices ayudan a mantener las normas. El término norma tiene gran variedad de acepciones, pero me refiero a las normas de convivencia que regulan el orden en las relaciones. Conductas sociales que se ajustan a determinadas tareas y actividades, componiendo, el conjunto de las mismas, la parte ética de la cultura y la moral más intrínseca.

En estos tiempos se vive alocadamente, engullido por la vorágine más devastadora que lo va dilapidando todo. El ritmo es tan acelerado que va arrasando y borrando los valores que fundamentan y sustentan el orden y el valor de la interconexión y del entorno. Se nos ha aletargado la capacidad de raciocinio y nos hemos entregado a la perversidad desmedida de personas sin escrúpulos que nos arrastran directo al vacío, y en la nada flotamos, entre el desconcierto y la desorientación.
En España hay que revisar ciertas leyes desmedidas que nos llevan a la confusión en términos de protección de valores. Despreciar la vida y los principios fundamentales del ser, nos aboca a la barbarie, porque los sentimientos sensibles y solidarios desaparecen y lo que se ve como progreso no es más que monstruosidad.

¡Cuánto sufrimiento se ocasiona, gratuitamente, por la obsesión de gente enfermiza y dañina! En todos los órdenes nos afecta el desprecio y la falta de estima, pero donde más duele y se reciente es en el entorno cercano y familiar. Cuando un miembro de la familia se dedica a manipular y sembrar la discordia, te rompe el alma, porque la familia se considera el refugio, la fuerza y el amparo, pero siempre habrá una manzana podrida que tratará de contaminar la buena armonía. La persona que vive bajo los efectos de celos y rencores es fría y calculadora, y con astucia va interpretando su papel de víctima, para poder llevar a su terreno a los iguales, que serán cómplices del «robo» del prestigio y de la luz de la buena gente.
¡Pobres miserables! A esos corazones áridos hay que hacerles saber que no es sano su proceder. En esos seres insanos no hay verdad y donde no hay verdad hay hipocresía, y en ese medio no es grato vivir, y si puedo elegir, quiero vivir en paz. Cuando los elementos no te son favorables la mejor defensa es la indiferencia. Los amigos los elegimos, la familia nos viene dada… La familia es amor y unión, no traición. El falso que va con embustes de ti, no te quiere y ese no merece tu cariño, aunque sea tu sangre. Con la mentira pueden dañar tu imagen, pero nunca tus principios y valores. Ser buena gente no es un delito, es una virtud, hay que seguir brillando aunque les moleste…

Gracias a Dios que siempre habrá alguien con sensatez y con sentido del raciocinio que nos trae un poco de esperanza, porque hay tantos depravados sin alma que quieren sembrar la semilla del mal y arrastrar a la locura a tantos infelices que no piensan porque están perdidos en la inopia… Nada que ver, la vitalidad del sentir vida interior con la euforia momentánea de lo mundano.

En una entrevista a Anne Graham, hija de Billy Graham, tras el impacto de los atentados de las Torres Gemelas en Nueva York, frente a la pregunta que todos se hacían —yo creo que más que una pregunta es una dura acusación, porque siempre que sucede una tragedia, sea natural o producida por el hombre, hay algún insensato que la hace— ¿por qué Dios permite que suceda eso… o lo otro?, ella, con toda la sabiduría nacida de la lógica más íntima, contestó:
Al igual que nosotros, creo que Dios está profundamente triste por ese suceso, pero durante años hemos estado diciéndole a Dios que se salga de nuestras escuelas, que se salga de nuestro gobierno, que se salga de nuestras vidas…
¿Cómo podemos esperar que Dios nos de su bendición, y su protección cuando le hemos exigido que nos deje estar solos?… Creo que todo comenzó cuando Madeleine Murria se quejó de que no quería que se rezara en las escuelas, y «dijimos que estaba bien». Ella fue asesinada y su cuerpo encontrado al tiempo…
Luego alguien dijo que mejor no se leyera la Biblia en las escuelas… la Biblia dice: no matarás, no robarás, amarás a tu prójimo como a ti mismo, y «dijimos que estaba bien».
Luego el Dr. Benjamín Spock dijo que no deberíamos castigar a nuestros hijos cuando se portan mal porque sus pequeñas personalidades se truncarán y podríamos lastimar su autoestima, y «dijimos que estaba bien». El hijo de Dr. Spock se suicidó.
Alguien dijo que en las escuelas los maestros no deberían disciplinar a nuestros hijos cuando se extralimitan. Las escuelas dijeron que más valía que ningún maestro tocara a ningún alumno, porque no querían publicidad negativa y para que no hubiera demandas (hay gran diferencia entre disciplinar, golpear, cachetear, humillar, patear…), y «dijimos que estaba bien».
Luego alguien dijo, dejemos que nuestras hijas aborten si quieren y ni siquiera tienen que decirles nada a sus padres, y «dijimos que estaba bien».
Luego alguien dijo, ya que los muchachos siempre serán muchachos y de todos modos lo van a hacer, darles a nuestros hijos los condones que quieran para que puedan divertirse al máximo, y «dijimos que estaba bien».
Luego alguien dijo que no importa lo que hagamos en nuestra vida privada mientras cumplamos con nuestro trabajo, y «dijimos que estaba bien».
Luego la industria de la diversión dijo hagamos shows televisivos y películas que promuevan lo profano, la violencia y el sexo libre, y hagamos revistas de desnudos y pornográficas, y «dijimos que estaba bien»…
Ellos tienes derecho a la libre expresión. Y ahora nos preguntamos: ¿Por qué nuestros hijos no tienen conciencia? ¿Por qué no saben distinguir entre el bien y el mal? Y ¿Por qué no les preocupa matar a desconocidos, amigos o a ellos mismos…? «Lo que sembramos es lo que recogemos» y esto es el resultado.
Es curioso como circulan libremente artículos lujuriosos, crudos, vulgares y obscenos… pero la conversación de Dios en público se suprime en las escuelas, en los espacios de trabajo y hasta en los hogares… Y, ahora ¿a qué viene preguntarnos? A este respecto quiero añadir que hay gente ruin que levantan falsos testimonios y como agravante a lo que inventan, añaden: «¡Fíjate tú lo que hace y va a misa…!»

Sí, estas reflexiones de Anne Graham son para tenerlas en cuenta y meditar en profundidad, pero en contraste con lo que dice ella, estas reflexiones no están bien vistas, porque hoy las miras están puestas en el desenfreno más bestial al grito de «hasta que el cuerpo aguante». El desequilibrio emocional y el vacío existencial llevan a no saber discernir para poder encausar nuestras energías hacia el remanso interior del bienestar sereno y sosegado. Lo que da sentido a la vida está dentro de ti, por eso han expulsado a Dios, porque en lo mundano se pierde el control de los actos y no se quiere ser responsables ni consecuentes.

No podemos seguir callando y dando por bueno lo que no es. Ponemos a lobos a guiar ovejas y esos malvados se abanderan del progreso para pisotear los valores. Digo en voz alta que la dignidad humana no tiene precio y no se vende. No olvidemos que los mayores tenemos la gran responsabilidad de educar y transmitir virtudes y modelos de comportamiento sustentados en los valores que dignifican al hombre. ¡Que nadie los destruya!

La vanidad del mundo es el hastío que guía la recua al desencanto. Todo lo que le des al cuerpo nunca bastará, querrá más, y entre más, más insaciable y más vacío. El cuerpo es un lastre, por eso se muere. La vida está dentro de ti, no pierdas más tiempo… ¡Siéntela, Vívela, Ámala! Ábrele el alma a Dios y tendrás contigo Paz, Verdad y Amor.

Fotografía: Yumian Deng, cc.

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