viernes, 30 de diciembre de 2016

Mi flor


Mil novecientos veintitrés
te vio nacer.
Mil novecientos noventa y uno
 fenecer.

Permaneces viva
en mi corazón.
Oigo tus pasos
oigo tu voz.

Mi madre buena
mi hermosa flor.
Mi luz y amparo
mi tierno amor.

Mi Margarita
hoy cumpleaños.
Madre querida
¡cuánto te extraño!

miércoles, 28 de diciembre de 2016

El problema del sultán

El sultán estaba preocupado porque había fallecido su recaudador y no conocía a nadie que pudiera ocupar su lugar. Al final decidió llamar al consejero más sabio para que le ayudara a solucionar su problema. El sultán se lamentaba:
—¿No hay ningún hombre honesto en este país que pueda cobrar los impuestos sin robar dinero?
El consejero para tranquilizarlo, le sugirió:
—Anunciad que buscáis un nuevo recaudador y dejadme el resto a mí.
Aquella misma tarde la antecámara de palacio se llenó de gente. Muchos de aquellos hombres vestían elegantes trajes, todos menos uno de humilde apariencia. Los convocados se rieron de él y comentaron entre sí:
—Pobre diablo, con esa pinta el sultán jamás se fijará en él.
El consejero entró en la sala y pidió a todos que fueran pasando, uno a uno, por un estrecho y oscuro corredor que comunicaba con los aposentos del sultán.
Cuando estuvieron en la sala, el consejero le susurró a su señor:
—Pedidles que bailen.
Todos actuaron con torpeza, excepto el peor vestido, entonces el consejero sentenció:
—Este hombre será vuestro nuevo recaudador. Llené el corredor de monedas y él fue el único que no se las echó al bolsillo.
Así fue como el sultán por fin encontró un hombre honrado en su reino.

Las apariencias engañas. La honestidad y la honradez no está en la ropa que te compras.

sábado, 24 de diciembre de 2016

Cuento de Navidad

La abadía de Melk.


El juglar de Nuestra Señora

Cuenta una leyenda que, en el país que hoy conocemos como Austria, era costumbre que la familia Burkhard (compuesta por un hombre, una mujer y un niño) animase las ferias navideñas recitando poesías, cantando baladas de antiguos trovadores, y haciendo malabarismos que divertían a todo el mundo. Por supuesto, nunca sobraba dinero para comprar regalos, pero el hombre siempre le decía a su hijo:
—¿Tú sabes por qué el saco de Papá Noel nunca termina de vaciarse, con la de niños que hay en el mundo? Pues porque, aunque está lleno de juguetes, a veces también deben entregarse algunas cosas más importantes, que son los llamados «regalos invisibles». A un hogar dividido, él lleva armonía y paz en la noche más santa del año cristiano. Donde falta amor, él deposita una semilla de fe en el corazón de los niños. Donde el futuro parece negro e incierto, él lleva la esperanza. En nuestro caso, cuando Papá Noel nos viene a visitar, al día siguiente todos nos sentimos contentos por continuar vivos y por poder realizar nuestra trabajo, que es el de alegrar a las personas. Que esto nunca se te olvide.

Pasó el tiempo, el niño se transformó en un muchacho, y cierto día la familia pasó por delante de la imponente abadía de Melk, que acababa de ser construida.
—Padre, ¿recuerda usted que hace muchos años me contó la historia de Papá Noel y sus regalos invisibles? Creo que cierta vez yo recibí uno de estos regalos: la vocación de hacerme religioso. ¿Le contrariaría mucho a usted si en este momento diera el primer paso hacia lo que siempre he soñado?
Aunque la compañía de su hijo les hacía mucha falta, los padres comprendieron y respetaron su deseo. Llamaron a la puerta del convento, y fueron recibidos con generosidad y amor por los monjes, que aceptaron al joven Buckhard como novicio.

Llegó la víspera de la Navidad y, justamente ese día, se obró en Melk un milagro muy especial: Nuestra Señora, llevando al Niño Jesús en brazos, decidió bajar a la Tierra para visitar el monasterio.
Sin poder disimular su orgullo, todos los religiosos hicieron una gran fila, y cada uno de ellos se iba postrando ante la Virgen, procurando homenajear a la Madre y al Niño. Uno de ellos les mostró las bellas pinturas que decoraban el local, otro les llevó un ejemplar de una Biblia que había requerido cien años de trabajo para ser manuscrita e ilustrada, y un tercero recitó de corrido el nombre de todos los santos. Al final de la fila, el joven Buckhard aguardaba ansioso. Sus padres eran personas simples, y sólo le habían enseñado a lanzar bolas a lo alto para hacer con ellas algunos malabares.

Cuando le tocó el turno, los otros religiosos querían poner fin a los homenajes, pues el antiguo malabarista no tenía nada importante que decir, y podría dañar la imagen del convento. Sin embargo, también él sentía en lo más hondo una fuerte necesidad de ofrecerles a Jesús y a la Virgen algo de sí mismo. Avergonzado, sintiendo la mirada recriminatoria de sus hermanos, se sacó algunas naranjas de los bolsillos y comenzó a arrojarlas hacia arriba para atraparlas a continuación, creando un bonito círculo en el aire, al igual que solía hacer cuando él y su familia caminaban por las ferias de la región.
Fue sólo entonces cuando el Niño Jesús empezó a aplaudir de alegría en el regazo de Nuestra Señora. Y fue sólo a este muchacho a quien la Virgen María le extendió los brazos y le permitió sostener durante un tiempo al Niño, que no dejaba de sonreír.

La leyenda termina diciendo que, por causa de este milagro, cada doscientos años, un nuevo Buckhard llama a la puerta de Melk, y es admitido, y mientras permanece allí tiene el don de alegrar el ánimo de todos los que lo conocen.

Fdo. Paulo Coelho.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Somos luz

La luz se puede convertir en palabra y los pasos harán el camino,
y la explicación de esto es que sin nuestra presencia no hay hechos ni acción,
porque sin nosotros mismos ni siquiera el tiempo existe.
Somos entonces la vida y el escenario,
¿acaso debemos perder esta oportunidad?
Somos Luz y no sombras.
Somos Esperanza y no desaliento.
Somos Vida y no muerte.
Somos Verdad y no mentira.
Somos Alegría y Compasión.
Tan solo tenemos que expresarlo ahora, en este instante,
para que el instante se eternice.
Los misterios de la vida se pueden ver a través de la luz…
En la noche serena se cierran las rosas y a la luz del sol se abren.
¿Quién sabe qué secretos esconde la rosa?
Pues entre la noche y el día se cifra y se descifra el misterio de la luz de eternidad.

martes, 13 de diciembre de 2016

Debemos creer

Que con ternura, un cuerpo y un corazón sin vida puede reavivar su latido.
Que la casualidad une a seres de almas nobles para dignificar las bondades del amor.
Que no debemos poner limitaciones a los sueños por realizar.
Que la paciencia es la que mantiene la esperanza.
Que no es bueno sembrar mentiras para ocultar tu envidia, porque un día quedarás al descubierto.
Que nunca es tarde para arrepentirse y pedir perdón.
Que al sentir una dulce mirada, un corazón triste puede revitalizarse.
Que sí se puede aprender a confiar nuevamente.
Que yo no puedo enseñarte lo que no tengo; pero sí podemos intercambiar lo que sabemos.
Que hay que decir lo que se sienta, hacer lo que se piensa y dar lo que se tenga.
Que cuando un amigo se va, es que ha realizado la función por la que estaba en nuestra vida.
Que la desconfianza hace que no salgamos a la ventana para ver quién llama.
Que es de sabios saber cuándo hablar y cuándo callar.
Que hay que pensar muy bien antes de hablar, calmarse cuando se esté airado, resentido y hablar sólo cuando se esté en completa paz.
Que hay un lugar en el corazón donde habita la ternura y es en ese lugar es donde encontramos el calor necesario para sufragar las noches solitarias de recuerdos y desengaños.
Que si hacemos y vivimos de acuerdo a nuestro corazón. Si damos lo mejor de nosotros cada instante de nuestra vida. Si amamos desinteresadamente. Si hacemos a los demás lo que nos gusta o deseamos que nos hagan a nosotros; este mundo en el que vivimos puede cambiar.
Verdaderamente la vida es hermosa y nos ofrece oportunidades para sentirnos felices de estar vivos. Por eso, nunca es tarde para comenzar de nuevo y juntos hacer camino para lograr que todos vivamos dignamente y en paz.

jueves, 8 de diciembre de 2016

El amor se alimenta del amor

El tiempo es un gigante que termina con todo. Acaba con la vida, con los sueños y con las ilusiones. No se para a descansar y avanza sin cesar. Acaba con las caricias, con los besos y con el placer, pero nunca acabará con nuestro amor. 
Si amaste antes, ama después y amarás a tiempo y a destiempo mientras puedas disfrutarlo. El amor no es un compromiso ni un sacrificio. El amor es un don de Dios que dura toda la vida.
El amor no es un tiempo, es tan solo un paso para amar. Por eso el tiempo no acabará con nuestro amor, porque el amor se alimenta del amor.

Madre es más que una palabra

Pocas palabras contienen tanto amor como la palabra madre.
Una madre es mucho más que la persona que nos da la vida. Una madre nos alberga en sus brazos cuando nos sentimos tristes o cansados. Nos cuida. Nos protege de todo mal. Nos alienta cuanto pensamos que ya nada vale la pena. Nos aconseja, aunque muchas veces no podamos hacer caso a lo que dice. Nos escucha cuando somos víctimas de nuestra primera desilusión amorosa. Nos llena el estómago con comidas que jamás nadie volverá a preparar de la misma manera y nos llena el corazón con exceso de amor incondicional.
Una madre sufre a escondidas cuando hemos sido defraudados, pero sin embargo, se muestra fuerte y entera ante nuestros ojos, para ayudarnos a salir adelante.
Una madre se llena de orgullo cuando conseguimos triunfar en la vida y se enfurece cuando alguien intenta lastimarnos. Es capaz de secarnos las lágrimas esbozando una sonrisa tranquilizante, mientras por dentro su alma llora desconsoladamente.
Una madre es severa en ocasiones, pero con el tiempo descubrimos que cada corrección que recibimos, fue un empujón para convertirnos en personas íntegras. Una madre es capaz de sanar todas las heridas. Las heridas externas y las heridas del corazón como nadie más es capaz de sanar.
Una madre es aquella persona, que desde el momento que nos tiene en sus brazos nunca más nos suelta la mano y si alguna vez lo hace, es sólo para ayudarnos a conseguir nuestra felicidad. Una madre es amor en estado puro. Es una persona que pasa noches enteras sin dormir esperando nuestro regreso.
Es la que por miedo a que algo nos suceda, no nos deja ir a determinados lugares o nos obliga a regresar temprano. Es quien nos aconseja sobre cómo comportarnos y quien nos escucha cuando le confiamos nuestras dudas y preocupaciones, y siempre tiene las respuestas apropiadas para ayudarnos.
Nunca le grites ni la insultes ni la ignores ni le faltes al respeto, porque serás maldito mientras no te arrepientas de tu despreciable acción.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Amiga soledad

Amiga soledad, me he refugiado en tus brazos como tantas veces en mi vida que he aliviado las penas ahogada en llanto. Me has visto entre tanta gente que vagan solas, pero tú estás a mi lado, amiga soledad. Es verdad que a veces siento vacío hasta en el corazón. ¡Ay, soledad!, que traes contigo a tu inseparable tristeza y ésta me hace recordar que estoy más sola que nunca, o tal vez sea mi añoranza la que trae a mi memoria la inevitable presencia de mis queridos padres a los que no puedo olvidar porque sin ellos mi vida no tiene sentido. Tú no me asustas soledad, más bien me ayudas a serenar la intranquilidad de los avatares de la vida…
No tenemos que temerte, porque también formas parte del ser y ayudas a encontrar el equilibrio perdido tras las tormentas que nos azotan en el camino.
No me lleves en tus brazos, soledad, deja que siga andando, porque andando seré más fuerte y podré alcanzar los objetivos de mi vida. La vida es más que una carrera, es la senda donde aprender a transformar las lágrimas en sonrisas, la soledad en compañía, la desolación en esperanza y la indiferencia en impulso para que aflore la verdad y en la verdad se encuentra el Amor.