martes, 29 de agosto de 2017

Lo felicito y me felicito


Para estar mañana en el recuerdo de tus hijos, debes estar hoy presente en su día a día, porque el que deja una imagen suya en sus hijos solo muere a medias.
Decía Teresa de Calcuta: «El amor es un fruto que madura en todas las estaciones, y que se encuentra al alcance de todas las manos». Aunque una familia unida llena de amor es un lujo difícil de conseguir, pero le da sentido a nuestro existir.

Un padre sabe que un buen hijo sigue sus pasos, por eso no se precipita y mira primero por dónde camina. Aunque haya hijos desagradecidos que no valoren a sus padres, un padre actúa por amor a sus hijos. No siempre logran darle lo que quieren, pero en amor han de educarles y cuidarles. No deben comprar sus afectos ni consentirles todos sus deseos, llegará el tiempo en que los hijos se den cuenta de todo lo que sus padres hicieron por amor a ellos, aunque como decía Teresa de Calcuta:
Enseñarás a volar, pero no volaran tu vuelo;
Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño;
Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida.

domingo, 27 de agosto de 2017

El valor de un simple gesto

Un joven estaba paseando por la orilla del mar y a lo lejos vio a un anciano que estaba sentado en una de las villas del paseo absorto en sus pensamientos. Sus miradas se cruzaron un instante y al anciano empezaron a escapársele unas lágrimas. El muchacho quedó impresionado con aquella escena, pero no se atrevió a acercarse para preguntarle qué le pasaba y tan sólo lo saludó con la mano sonriéndole antes de continuar su camino.
Esa noche, los remordimientos de conciencia por no haberse parado un rato a charlar con el anciano no le dejaron dormir. Por eso, nada más despertarse decidió volver al lugar donde lo había visto el día antes. Cuando llegó, llamó a la puerta y un hombre salió a atenderle.
—¿Qué desea?—, le preguntó.
Y él le respondió:
—Busco al anciano que vive en esta casa.
Con cara de extrañeza el propietario de la casa le dijo:
—Mi padre murió ayer por la tarde.
—Yo vi cómo lloraba pero sólo lo saludé. Hoy querría haberle preguntado qué le pasaba—, le explicó.
—Ahora sé que es usted de quien hablaba en su diario —le contestó el hijo del anciano.
Y tras ir a por el diario, le mostró la última hoja que decía: «Hoy me regalaron una sonrisa y un saludo amable. Hoy es un día bello».
—Gracias joven, porque su gesto iluminó los últimos instantes de mi padre.

sábado, 26 de agosto de 2017

El tiempo…

El tiempo te va demostrando…
Quién vale la pena y quién no.
Te va demostrando…
A quién le importas y a quién le dejaste de importar.
El tiempo te va demostrando…
Quién cree en ti y quién nunca lo hizo.
Por eso podrás valorar mejor a los auténticos…
Son aquellos que todavía están contigo.

viernes, 25 de agosto de 2017

La vida que sostienes está en tus manos

Un grupo de chicos conocían a un hombre sabio de su pueblo y urdieron un plan para engañarle. Atraparían a un pájaro vivo e irían a visitar al hombre sabio.
Uno de ellos sostendría el pájaro detrás de la espalda y le preguntaría: «Hombre sabio, ¿el pájaro está vivo o muerto?». Si el hombre sabio respondía que estaba vivo, el chico aplastaría rápidamente al pájaro y diría: «No, está muerto». Si el hombre sabio decía: «El pájaro está muerto», el chico le enseñaría el pájaro con vida.
Los chicos consiguieron que el hombre sabio los recibiera, el que sostenía al pájaro le preguntó:
—Hombre sabio, ¿el pájaro que sostengo está vivo o muerto?
El hombre sabio permaneció en silencio durante unos instantes. Después se agachó hasta que quedó a la misma altura que el chico y le dijo:
—La vida que sostienes está en tus manos.

jueves, 24 de agosto de 2017

El odio paraliza

Un ex convicto de un campo de concentración nazi fue a visitar a un amigo que había compartido con él tan penosa experiencia.
—¿Has olvidado ya a los nazis? —le preguntó el amigo.
—Sí, dijo éste.
—Pues yo no. Aún sigo odiándolos con toda mi alma.
Su amigo le dijo apaciblemente:
—Entonces aún siguen teniéndote prisionero.

«Nuestros enemigos no son los que nos odian, sino aquellos a quienes odiamos».

lunes, 21 de agosto de 2017

El asesino arrepentido

Sumto, hijo de un temido samurái, cometió un asesinato en defensa propia, por lo que decidió huir de su ciudad y, careciendo de recursos, se convirtió en un delincuente habitual. Pasaron los años y, harto ya de su mala vida, decidió hacer algo por los demás. Así, cuando llegó a un pueblo cuyos habitantes sólo tenían un quebradizo puente para acceder al otro lado de un acantilado, pensó que su misión consistiría en cavar un túnel. Después de años de esfuerzo, cuando su obra estaba a punto de concluir, un buen día llegó al pueblo el hijo del hombre asesinado, al que sólo movía la sed de venganza. Cuando estuvieron cara a cara, Sumto le dijo:
—Te entregaré mi vida como pago por el crimen que cometí, pero lo único que te pido es que me ayudes a terminar este túnel.
Ambos hombres trabajaron codo con codo y, al cabo de unos meses en los que el huérfano pudo admirar la generosidad y el esfuerzo de Sumto, acabaron el túnel. Entonces, llegada la hora de hacer justicia, el muchacho lo abrazó emocionado y le dijo:
—¿Cómo podría cortar la cabeza de mi maestro, de quien sólo ha mostrado coraje y entrega a los demás? Un hombre así no puede ser malo.

Por eso, antes de juzgar a la ligera a alguien, tratemos de conocerlo mejor y apreciarlo en lo que vale.

sábado, 19 de agosto de 2017

Mentes distorsionadas

Unos árboles sin hojas bajo un atardecer rojo.


En una mente distorsionada no cabe el raciocinio, ni la lealtad, ni la honestidad, ni la solidaridad, ni la empatía… Ya dijo Nietzsche: «La irracionalidad de una cosa no es un argumento en contra de su existencia, sino más bien una condición de la misma».

Tras los atentados terroristas de hace dos días en Cataluña uno se pregunta ¿qué pasará por la cabeza de esa gente para sembrar tanto terror? Los expertos dicen que los terroristas no son psicópatas, pero sí sufren una disociación de la personalidad que les permite atentar. Este tipo de terroristas consiguen desconectar de sus emociones, lo que le permite realizar ese tipo de atrocidades sin compasión alguna.

jueves, 17 de agosto de 2017

Fácil

Fácil es juzgar los errores de otros; difícil es reconocer nuestros propios errores.
Fácil es hablar sin pensar; difícil es frenar la lengua.
Fácil es herir a quien nos ama; difícil es curar esa herida.
Fácil es perdonar a otros; difícil es pedir perdón.
Fácil es dictar reglas; difícil es seguirlas.
Fácil es mentir; difícil salir de tus propias trampas.
Fácil es soñar todas las noches; difícil es luchar por un sueño.
Fácil es amar si no tienes un corazón difícil.

miércoles, 16 de agosto de 2017

¿A qué llamamos error?

Decimos que «errar es humano» y somos humanos, pero rectificar es de sabios. ¿Por qué acusarnos entonces de aquello que consideramos que hemos hecho de manera equivocada y que podemos subsanar? Justamente es ahí donde está la enseñanza, en la oportunidad de reparar el daño.
Si podemos ver nuestro error, es que hemos podido tomar en cuenta el hecho de las consecuencias que emanan de él. Entonces, lo lógico es quitarnos el complejo de culpa y ver con alegría el aprendizaje que nos dejó, ya que podemos valorar la equivocación para no reincidir. Si lo vemos desde otro punto de vista, el no equivocarnos hubiera sido acertar con la decisión justa en el momento preciso. Nuestras actuaciones no siempre son perfectas, lo malo lo pone la intencionalidad de hacer el mal.
El pasado es pasado y no vuelve, no hay corrección al respecto, entonces vivamos el presente con la alegría correspondiente a hoy, porque sabemos que si en algún momento se nos presenta algo similar, ya no va a ser acertar a tientas ni a ciegas, sino dar con lo justo por experiencia propia. Si sabemos recoger las enseñanzas no hay motivos de sentirnos culpables.
De eso se trata la vida… Es una conexión continua de enseñanzas y aprendizajes. Pues, destierra la palabra error y con ella el complejo de culpa, porque el pasada a veces pesa mucho, pero puedes enmendarlo reconociendo tus errores y asumiendo tu responsabilidad. Toma aquello que utilizaste para dejar tu marca dañina como la enseñanza maestra que te lleva derechito a rectificar y con la sinceridad alcanzas el perdón.