viernes, 30 de diciembre de 2011

«Fitetú»

Una estatua que representa a dos señoras cotilleando.


«Fitetú» es una abreviatura de la expresión «Fíjate tú». Contracción cercana que encierra sorna, ironía y sorpresa y me suena isleña, como muy nuestra. Este modismo es utilizado entre las personas cotillas, chismosas, hablantinas, que se alegran del mal de los demás, gente que ve la paja en el ojo ajeno y no ve la viga que llevan en el suyo. Estas «alegadoras» que se asombran del desorden de la vida de los demás, seguramente de la suya tienen mucho que callar. Pero ahí están ellas…

—¡Oye! Sabes que me dijeron que la hija de fulanita está saliendo con un hombre divorciado.
—¡Fitetú! pero qué me dices… Y al tiempo, ella tiene una hija saliendo con un hombre divorciado y cuando a ella le toca ya la cosa es normal porque es lo que se lleva…¡Fitetú!
—¡Oye! ¿Sabes que los hijos de fulanito están peleados?
—¡Fitetú! no me lo puedo creer… Y ella no se habla con los suyos, ni con sus hermanos y va con el chisme por doquier… Gente con moral aparente que sin enmendar sus cosas, quieren arreglar las ajenas.

Estas personas son tan maleducadas y tan poco sensibles que te asaltan a bocajarro… Hace tiempo una mujer viuda y con muchos hijos, sufría porque se esforzaba en transmitir valores y enseñanzas a los suyos y éstos desoían sus consejos. Ellos iban a su libre albedrío y una cuñada le decía:
—¡Maldito, que ningún hijo mío me hace lo que te hacen a ti!
La pobre viuda se creía desgraciada porque no tenía a su marido para hacer frente a sus problemas, y la otra mejor se hubiera callado porque hoy tiene hijos separados, arrejuntados, con mil problemas y quiso dar lecciones.

También una tenía amargada a su hermana porque estaba todo el día diciéndole que por qué una hija no tenía novio pa’ casarse, como si las madres tuviéramos la culpa. Pues hoy ella tiene a sus hijas cuarentonas, solteras, una con una niña y la otra no se sabe…
Esta gente criticona que se mete en los asuntos de otros teniendo ellos tanto en que ocuparse, mejor se pusieran primero a barrer su casa. Lo peor de esas cotillas es que son tan ignorantes que no reconocen que lo que un día escupieron les cayó encima.

Fitetú… Hoy en día está la sociedad tan descontrolada, que no hay familia donde no haya desbarajustes y las cotillas antes de abrir la boca, escandalizadas, mejor se dieran una vueltita por su casa… Dicen que lo importante en la vida es ser buena persona, ¡claro que sí! y que el destino reparta suerte.

Aunque son cosas parecidas, cotillas y cotilleo no es lo mismo. Una cosa es meterse en la vida y en los asuntos de otros: escudriñando, espiando, acechando para ver qué ven y escuchan tras las paredes con la única intención de divulgarlo con saña y regocijo para perjudicar, y otra cosa el comentar y opinar, porque al decir verdad, la vida es puro cotilleo. Todos los comportamientos sociales son comentados y cuestionados —el fútbol, la política, la religión y la vida de cada cual— aunque algunos la exponen a debate sin pudor por el rédito que le genera. Hoy se cobra por todo, por eso la tele es el mejor medio para hacer público lo que es privado, y quién lo hace público está expuesto a recibir opiniones de todo tipo. Otra cosa es que lleves una vida discreta y alguien se empeñe en empañarla…

Es difícil y complicado involucrarse uno en los asuntos personales, porque las cosas no son siempre como nosotros las percibimos y nos puede llevar a error y a ser injustos.
En los conflictos de dos, el tercero sobra, porque sólo los implicados saben realmente lo que ha pasado entre ellos. Seguro que si escuchamos a uno y a otro por separado, escucharemos dos historias diferentes —aunque una es la verdadera—, por tanto, debemos mantenernos al margen y sólo cuando oigamos las dos versiones, cara a cara, podríamos sacar una conclusión. No es bueno posicionarse a favor de nadie, porque no sería justo juzgar injustamente.

Últimamente no deja de sorprendernos tantos conflictos y enfrentamientos familiares que se hacen público a través de los medios de comunicación, y nos implican y nos hacen participes de sus diferencias. Estos días es Arantxa Sánchez Vicario la que nos presenta una imagen familiar impensable. Sé que la familia es el núcleo perfecto para el desarrollo personal, pero al igual que hay familias maravillosas donde prima el cariño y el respeto, hay otras que son todo lo contrario, donde cada uno libra su batalla como puede, acosado por los que tratan de hacer el mayor daño posible con calumnias y mentiras. «La sumisión se paga, la libertad se persigue».

«¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?» En los conflictos familiares siempre está de por medio el dinero, las herencias, la rivalidad y los celos. Ahora que con respecto a la relación, padres e hijos, pienso que los hijos deben tratar con respeto a sus padres, aunque puedan equivocarse. Otra cosa es que te humillen y abusen de su superioridad. Ahora que los padres, siempre que no sea una amenaza, debemos ser cautos y pacientes con nuestros hijos, hay que agotar todas las posibilidades de encontrar un punto que nos ayude al entendimiento antes de adelantarnos a evidenciar a nuestros hijos, porque… «Siempre queda fragancia en las manos que ofrecen flores. El tiempo es muy sabio y sólo el tiempo es capaz de comprender cuan importante es el amor».

«Necesitamos un cambio de conciencia que nos permita pasar del mundo conceptual del pensamiento, al nivel de conciencia, porque la vida es siempre lo que queda por vivir y unos viven la vida y otros pasan el tiempo. Todos estamos de visita en este momento y lugar, sólo estamos de paso. Hemos venido a observar, aprender, crecer, amar y volver a casa».

Fotografía: Rui Fernandes, cc. Desaturada de la original.

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