miércoles, 28 de junio de 2017

La vida es corta

Un hombre camina por un sendero que lleva al mar.


La vida es tan corta que debemos aprovechar cada día para ser felices, porque la felicidad está al alcance de cada uno. No la busques lejos, está dentro de ti…

John Powell, un profesor de Loyola University en Chicago, escribió sobre un estudiante de su clase de «La Teología de la Fe» llamado, Tommy:

Hace más de una década, era el primer día de clase en la universidad y yo observaba la entrada de los nuevos alumnos a la clase, entre ellos vi a Tommy. Tommy sin ningún interés por la clase empezó a peinar su larga cabellera rubia. Como ese día no estaba preparado para ello, mis emociones se alteraron y de inmediato catalogué a Tommy de extraño… Muy extraño.

sábado, 24 de junio de 2017

He de salir al camino

No puedo cerrar mis puertas ni clausurar mis ventanas: he de salir al camino donde el mundo gira y clama, he de salir al camino a ver la muerte que pasa.
He de salir a mirar cómo crece y se derrama sobre el planeta encogido la desatinada raza que quiebra su fuente y luego llora la ausencia del agua. He de salir a esperar el turbión de las palabras que sobre la tierra cruza y en flor los cantos arrasan, he de salir a escuchar el fuego entre nieve y zarza. No puedo cerrar las puertas ni clausurar las ventanas, el laúd en las rodillas y de esfinges rodeada, puliendo azules respuestas a las preguntas en llamas. Mucha sangre está corriendo de las heridas cerradas, mucha sangre está corriendo por el ayer y el mañana, y un gran ruido de torrente viene a golpear en el alba. Salgo al camino y escucho, salgo a ver la luz turbada; un cruel resuello ahogado sobre las bocas estalla y contra el cielo impasible se pierde en nubes de escarcha. Ni en el fondo de la noche se detiene la ola amarga, llena de niños que suben con la sonrisa cortada, ni en el fondo de la noche queda una paloma en calma. No puedo cerrar mis puertas ni clausurar mis ventanas, mis recuerdos están marchitos por la sal de tanta lágrima. Le mueve el sueño a la diestra una iracunda espada y echa rodando a mis pies una rosa mutilada. Tienen los brazos caídos convicto de sombra y nada; un olvidado perfume muerde sus mentes extrañas, pero no puedo cerrar las puertas ni las ventanas, he de salir al camino a ver la muerte que pasa…

viernes, 23 de junio de 2017

Nada entre la nada

Quiero ser como soy, sin compararme con nadie. Quiero ser igual a mí para amarme como a nadie. 
Sé que la vida es un tiempo sin tiempo en el universo y que mi paso por ella es valioso para mí. Alimento mis sueños agradecida al vientre que me acunó y a los dos luceros, que desde que nací guían y alumbran mi vida.
Es posible que al morir mi espíritu se desprenda y viaje en el universo para vivir otra vida, pero también es posible que cuando muera mi cuerpo, mi pensamiento se extinga para convertirse en nada.
Desde esta reflexión puedo amar más mi vida, porque puedo valorarla en su máxima expresión, y aunque dejara de ser lo que toda alma sueña ser: parte del sueño divino, jamás me arrepentiré de haber vivido un tiempo sin tiempo.
Y mientras pueda pensar admiraré este prodigio. Daré las gracias a diario por vivir un solo instante; aunque después de mi muerte sea nada entre la nada…

domingo, 18 de junio de 2017

Tener pocos amigos

Cuatro amigos en lo alto de un mirador.


Según la psicología, tener pocos amigos no es de rancio sino ser más listo que el resto: «Una larga lista de amistades nos hace sentir importantes; un reducido grupo, felices. Es lo que prefieren los más inteligentes». Y los expertos les dan la razón.

Desde que irrumpieron las redes sociales el modo en que nos relacionamos con otras personas ha cambiado. Hasta hace poco, hablar con un familiar en el extranjero era una odisea e implicaba dejarse parte del sueldo en el proceso, ahora es posible hacerlo desde cualquier parte del mundo y a cualquier hora de manera gratuita, siempre que se disponga de una conexión a Internet. También es posible contactar con amigos del colegio o compañero de trabajo que pasan a residir en otros lugares.

viernes, 16 de junio de 2017

La intuición de un padre

Una princesa que sólo tenía 17 años estaba locamente enamorada de un capitán de su guardia. Deseaba casarse con él, aún a costa de lo que pudiera perder. Su padre, el Rey, que tenía fama de sabio no cesaba de decirle:
—No estás preparada para recorrer el camino del amor. El amor es renuncia y así como regala, crucifica. Todavía eres muy joven y a veces caprichosa. Si buscas en el amor sólo la paz y el placer, no es este el momento de casarte.
La princesa respondía:
—Pero padre, ¡seré tan feliz junto a él! No me separaré ni un solo instante de su lado. Compartiremos hasta el más profundo de nuestros sueños.
Entonces el rey reflexionó y se dijo:
—Las prohibiciones hacen crecer el deseo. Si le prohíbo que se encuentre con su amado, su deseo por él crecerá desesperado. Además, los sabios dicen: «Cuando el amor os llegue, seguidlo, aunque sus senderos son arduos y penosos».
De modo que al fin el Rey dijo a su hija:
—Hija mía, voy a someter a prueba tu amor por ese joven. Vas a ser encerrada con él cuarenta días y cuarenta noches. Si al final sigues queriéndote casar, es que estás preparada y entonces tendrás mi consentimiento.
La princesa, loca de alegría, aceptó la prueba y le dio las gracias a su padre.
Todo marchó perfectamente, pero tras la excitación y la euforia de los primeros días no tardó en presentarse la rutina y el aburrimiento. Lo que al principio era música celestial para la princesa se fue tornando ruido. Comenzó a vivir un ir y venir entre el dolor y el placer, la alegría y la tristeza. Así, antes de que pasaran dos semanas ya estaba deseando tener otro tipo de compañía, llegando a repudiar todo lo que dijera o hiciese su amante. A las tres semanas estaba tan harta de aquel hombre que chillaba y aporreaba la puerta de su recinto.
Cuando al fin pudo salir de allí, se echó en brazos de su padre agradecida de haberle librado de aquel a quién había llegado a aborrecer.
Al tiempo, cuando la princesa recobró la serenidad perdida le dijo a su padre:
—Padre, háblame del matrimonio.
Y su padre, el Rey, le dijo:
—Escucha lo que dicen los poetas de nuestro reino:
«Dejad que en vuestra unión crezcan los espacios.
Amaos el uno al otro, más no hagáis del amor una prisión.
Llenaos mutuamente las copas, pero no bebáis de la misma.
Compartid vuestro pan, más no comáis del mismo trozo.
Y permaneced juntos, más no demasiados juntos,
pues ni el roble ni el ciprés crecen uno a la sombra del otro».

Los padres poseen una intuición especial que los alerta de lo que pueda suceder y como padres previenen a sus hijos, aunque éstos los desprecien… La impulsividad de los jóvenes no atiende ni a razones ni a consejos, luego, tendrán que sufrir las consecuencias…

sábado, 10 de junio de 2017

Espero de ti

No espero de ti la perfección, porque te respeto tal como eres y no pretendo que no falles nunca, porque eres, como yo, un ser humano. No quiero saber todos tus secretos, sé que eres una persona aparte, pero que comparte.
No pretendo que cubras todas mis necesidades; porque comprendo que tienes esperanzas y sueños propios.
No pongo en duda tu fuerza, porque sé lo lejos que has llegado, pero tampoco espero que tú lleves toda la carga, pues yo estoy aquí para llevarla contigo.
No pido que conozcas todas las respuestas; sé que habrá veces que tendrás tantas dudas como yo.
Sólo te pido que cuentes conmigo cuando necesites apoyo o alegría, como socia de los sueños del futuro o como consuelo cuando necesites olvidar el mundo exterior.

domingo, 4 de junio de 2017

El ermitaño astuto

Erase una vez un eremita que, pese a su avanzada edad, sus cabellos blancos y su rostro plagado de arrugas, mantenía una mente sagaz y despierta, y un cuerpo flexible. Además, había logrado un asombroso dominio de sus facultades, si bien lo que no consiguió fue callar su arrogante ego. Pero, como le sucede a todo el mundo, un día el Señor de la Muerte le envió a uno de sus emisarios para comunicarle que había llegado la hora de despedirse de este mundo.
Gracias a su talento para la clarividencia, el ermitaño intuyó lo que iba a suceder y desplegó a su alrededor 39 figuras idénticas a la suya, de tal manera que, al llegar el mensajero de la Muerte, éste quedó totalmente confundido y no pudo apresar al astuto anciano. Cuando regresó ante su amo y explicó lo sucedido, el Señor de la Muerte le susurró al oído lo que debía hacer y una amplia sonrisa se dibujó en su rostro.
De nuevo ante el eremita, éste repitió el truco de la multiplicación, pero esta vez el emisario dijo:
¡Qué gran proeza! Aunque hay un pequeño fallo.
El anciano herido en su orgullo, preguntó:
¿Cuál?
Y ésa fue su perdición, porque al hablar el emisario de la Muerte lo atrapó, ya que lo único que hace falta para descubrir a un ególatra es una palabra de adulación o crítica.

viernes, 2 de junio de 2017

La soberbia del león

El león se despertó y empezó a recorrer su territorio con la cabeza alta y lanzando rugidos para que todos supiesen que había llegado el dueño y señor de todo cuanto se extendía ante su mirada. Con esta moral victoriosa, se encaminaba a una laguna para saciar su sed sin miedo a que nadie pudiese desafiarlo. En ésas estaba, cuando se cruzó con una víbora, a la que paró para preguntarle:
Dime, ¿quién es el rey de la selva?
Tú, por supuesto —contestó el reptil alejándose a toda prisa.
El siguiente animal con el que tropezó fue el cocodrilo, que descansaba en una charca. El felino lo despertó de un susto y le interrogó:
¿Quién es el rey de la selva?
—¿Por qué me preguntas eso? Sabes de sobras que eres tú —contestó.
Envalentonado como iba, el león encontró al elefante y le hizo la misma pregunta, pero éste en lugar de complacerle lo enroscó con su trompa y lo lanzó contra un árbol. Más sorprendido que dolorido el león le reprochó:
Vale, te entiendo, pero no hace falta que te enfades tanto por no saber la respuesta.
Eso sucede en la vida. Hay gente tan soberbia que se consideran los mejores y cuando alguien les lleva la contraria, creen que son los demás quienes se equivocan.