Los cruces de caminos, mirándolo en positivo, es lugar de ofrecimiento. No hay nada más agradable que andar en buena compañía, con los tuyos: familiares y amigos, pero abiertos a nuevas y buenas relaciones. También en los cruces puedes separarte de aquellos que te cercan y te dañan para andar sin sobresaltos, aunque a veces nos vemos en la encrucijada y sin escapada, porque el malvado, sutilmente, tiende la emboscada; pero si lo adviertes, el dilema se disipa y la determinación será más que acertada. Hay que tener valor y determinación, y desde el primer momento que tomas conciencia de que te has equivocado de camino, aprovechar que el cruce te brinda una nueva oportunidad. Sería grave seguir en el error a sabiendas. Hay quien quiere seguir errando antes que rectificar, porque rectificar le supone reconocer el error: «errar es de humano y rectificar es de sabios».
La vida está tejida de rutas, caminos que van y vienen llenos de gente apresurada. Muchos van hacia el mismo punto en soledad y me percato de ello en los cruces de caminos donde se entrecruzan los pasos en silencio. Los hay que huyen de su pasado y precipitadamente se adentran sin sopesar si la dirección que han tomado es la más adecuada: acertar o no importa poco cuando le persigue su conciencia. Van deprisa sin mirar atrás, como si lo recorrido no les perteneciera y no significara nada, porque creen no llevarse nada ni dejar nada, pero sí, llevan polvo y dejan huellas… No se puede avanzar sin referencia ni experiencias vividas, ni tampoco intentando borrar cada paso para enterrar el pasado del cual no podrás desprenderte, porque tú, eres tú y tu pasado y por siempre te pertenece.
En los cruces de camino debieran de sucederse los encuentros y las despedidas, pero muchos se cruzan inertes porque sus corazones se han apagado. Son tantos los muertos en vida que cegados por su soberbia y rencores van envenenando y contagiando con su mal a todo el que le mira a los ojos.
Yo no pierdo la esperanza y espero que se revitalicen las almas y se iluminen las miradas y, aunque por caminos diferentes, nos sintamos en buena compañía. Mientras espero el milagro, percibo otras historias de cruces de camino, otras vidas que claman y piden a gritos que no trunquen su vida, que no invadan su existencia. Historias de seres vivos que sufren y padecen, porque en el camino se le ha cruzado «la bestia». Ese es el caso del hombre que mata y maltrata a sus congéneres y a los animales. Hombres que se convierten en el animal más bestial y despiadado. Matar por diversión y entretenimiento… no sé cómo calificarlo.
Por todo el mundo se cometen atrocidades contra los animales, y en España al más que se «torea» es al toro… En los países de hielo viven unos animales que se mueven ágilmente en el agua, pero sobre el hielo son torpes y lentos. Las crías de focas son blancas, ojos negros, redondos, con mirada tierna, pues en el periodo de cría se comete contra estos animalitos la mayor barbarie. En Noruega y en Canadá existe el turismo de matones de focas. Van provistos de barras de hierro, y aprovechan que sus madres se sumergen en el agua para alimentarse y la emprenden a golpes destrozándoles la cabeza y la sangre brota tiñendo su blanca piel de rojo. De nada les sirve gemir como suplicando que no les maten. No sé cómo esta gente podrán dormir escuchando sus gemidos de dolor. También en el norte de Europa, —los «niñatos» para hacerse «hombres»— en un alarde de valentía, masacran a los delfines que llegan a la playa como para encontrarse con el hombre, y el monstruo se divierte con su sangre… ¡Hombres sin alma! Piensa por un momento que te lo hacen a ti…
Si no sientes pena por el dolor ajeno. ¡Lástima! Eres un monstruo, no tienes corazón. Sería bueno revisarse y hacer los cambios necesarios para una mejor vida personal y de relaciones. Los que se obsesionan con alguien y le daña, es porque su corazón está árido y encarcelado en sus propias trampas, y lo más triste es que son conscientes pero no sienten remordimiento. ¡Pobre humano!
Reflexiona y haz un cambio. Límpiate la escoria que te afea y deja que aflore el hombre nuevo con vida renovada. Vive y siente la vida y saboréala arrepintiéndote y conciliándote con los que te pusieron en tu camino. Una cosa es encontrar y otra es estar…
Para toda persona de bien, desearía que no se le cruzara en su camino ningún depravado que le amargue la vida: ni parejas, ni empresarios, ni políticos… Rodéense de quienes les quiere y se lo demuestran; los otros, no merecen la pena…
Ser feliz es ser persona, y quiero dejar que se crucen en mi camino toda la gente buena y noble, que gracias a Dios las hay, para hacernos la vida agradable. A esos le brindo afecto porque estoy en paz conmigo y mi corazón no alberga más que buenos deseos y los quiero compartir.
Fotografía: Igor Srdanovic, cc.
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