viernes, 22 de enero de 2016

El corazón envidioso se vuelve ácido

Una rosa marchita.


Dijo el Papa Francisco que: «El corazón envidioso se vuelve ácido, en vez de sangre tiene vinagre». El Pontífice advierte de que las personas con este vicio nunca son felices.

El próximo 13 de marzo se cumplen tres años del pontificado del Papa Francisco, y en ese tiempo el mundo no ha quedado indiferente a sus mensajes. Hace un tiempo, ante más de sesenta mil participantes en la audiencia general, el Papa Francisco denunció y enumeró claramente una serie de vicios corrosivos que afectan a personas clericales pero también a cristianos que se creen virtuosos. «¡Cuánta división! ¡Cuánta envidia! ¡Cómo se habla mal de otros! ¡Cuánta incomprensión!».

lunes, 18 de enero de 2016

El vaso de agua

Durante una de sus sesiones, una psicóloga cogió un vaso de agua, lo levantó y preguntó:
¿Cuánto pesa este vaso?
Las respuestas de sus pacientes variaron y unos dijeron 100 gramos y otros 250, pero ella respondió:
El peso absoluto no es importante. El que realmente importa es el percibido, que depende de cuánto tiempo cojamos el vaso. Si lo sostengo un minuto, no será un problema y pesará poco. En cambio, si lo aguanto más de una hora, el brazo me dolerá y si lo hago durante todo un día el peso será insoportable. —Y añadió:— El vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto se vuelve más pesado y difícil de aguantar.
A continuación les explicó que nuestras preocupaciones son como el vaso de agua:
Si piensas en ellas un rato, no pasa nada, pero si las recuerdas constantemente, durante todo el día, acabarás paralizándote y te sentirás incapaz de hacer nada al respecto. ¡Acordaos de soltar el vaso! —concluyó.

Aunque es importante ser conscientes de las dificultades, hay que tener en cuenta que preocuparnos en exceso y pensar sólo en los problemas agota emocionalmente, absorbe toda nuestra energía y nos deja sin fuerzas para actuar. Así que hay que aprender a dejar el vaso a tiempo.

viernes, 15 de enero de 2016

La oruga

Un día, una oruga iba caminando hacia una gran montaña y se encontró con una langosta y un saltamontes. Éste le preguntó:
—¿A dónde vas?
Sin dejar de caminar la oruga contestó:
—Soñé que subía a la montaña y desde allí, veía todo el valle. Me gustó lo que vi y he decidido subir.
La langosta le dijo:
—¡Debes de estar loca! ¿Cómo llegarás allí? Para ti un charco es como un lago y una piedra una colina infranqueable.
Pero la oruga no les escuchó.
Más adelante, también un topo, una araña y una rana le aconsejaron desistir:
—Nunca podrás realizar tu sueño —le avisaron.
Agotada y sin fuerzas, la oruga paró para descansar y construyó un lugar en el que pernoctar:
—Mañana estaré mejor —dijo justo antes de morir.
Al enterarse de la noticia, los animales del valle fueron a ver sus restos. Ahí estaba el animal más loco de todos que había muerto por un sueño mientras dormía en su refugio. Pero de pronto, algo mágico sucedió. Surgió una hermosa mariposa que salió volando hacia la montaña.
Atónitos, todos observaron el maravilloso espectáculo y reconocieron haberse equivocado con la oruga.

Siempre tenemos que intentar conseguir nuestros sueños, y si vemos que no podemos, tal vez debamos detenernos para hacer un cambio radical en nuestra vida.
No olvidemos que el éxito en la vida no se mide por los logros, sino por los obstáculos que hemos tenido que superar en el camino.

domingo, 10 de enero de 2016

Ser viejo

Las manos de una mujer mayor.

Comenzado el nuevo año, nos hará sumar uno más a la sucesión de años que ya hemos invertido en vivir, pues, preparémonos para disfrutarlo, porque un año más en el Haber es un año menos en el Debe… Ahora que, lo que consideramos como la edad ha cambiado con el tiempo y seguirá cambiando a medida que la gente vive vida más largas y saludables.

Pero… ¿Cuándo somos viejos? ¿Por qué se nos califica de viejos sin estar viejos? ¿Son los años los que nos hace viejos o es nuestro estado de dependencia? Hoy los viejos no somos tan viejos.

viernes, 8 de enero de 2016

El camellito sabio

Mamá camello y su bebé estaban descansando a la sombra de una palmera cuando, aprovechando ese momento de relax, el camellito le preguntó:
—Mamá, ¿por qué los camellos tenemos joroba?
A lo que ella respondió:
—Hijo, somos animales del desierto y la joroba nos permite acumular agua para poder sobrevivir sin necesidad de beber durante muchos días.
El curioso camellito tenía aún otras dudas que resolver.
—¿Por qué tenemos las patas tan largas y las pezuñas redondeadas? —inquirió a continuación.
—Durante años y años nos hemos movidos entre montañas y desiertos, y nos hemos adaptado a los más duros caminos, con estas fuertes patas avanzamos entre las dunas mejor que ningún otro animal del mundo —contestó.
—¿Mamá y para qué necesitamos estas pestañas tan grandes que, a menudo me impiden ver con claridad? —prosiguió el animalito.
—Verás, sin ellas la arena del desierto nos cegaría la visión —le explicó la paciente camella a su pequeño.
—Ya lo he entendido: Tenemos jorobas para almacenar agua. Nuestras patas y pezuñas están adaptadas a los duros caminos del desierto y las pestañas protegen nuestros ojos de la arena… Entonces, ¿qué hacemos encerrados en un zoo?

Se hace evidente que nuestras habilidades y conocimientos sólo son útiles si estamos en el lugar correcto.

martes, 5 de enero de 2016

El deseado regalo

Una vez había un joven muchacho que estaba a punto de graduarse tras años de estudios. Con esa excusa, se había ilusionado con un hermoso coche deportivo que estaba expuesto en el escaparate de una agencia. Como se acercaba el día de su graduación y sabiendo que su padre podría comprárselo, le dijo que ese coche era todo lo que quería como regalo de fin de carrera.
En espera de que llegara la hora, el joven observaba los movimientos de su padre para ver alguna señal de que el coche estaría para ese día tan deseado.
Finalmente, en la mañana del día de la graduación su padre le llamó a su habitación, lo abrazó y le dijo lo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba, y le entregó una hermosa caja de regalo.
Curioso y algo decepcionado el joven abrió la caja y encontró una hermosa Biblia con cubiertas de piel y su nombre escrito en letras de oro. Enojado le gritó a su padre:
¿Con todo el dinero que tienes y lo que me das es esta Biblia?
Enfadado, salió de la casa y no regreso más. Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Tenía una hermosa casa y una bonita familia, pero cuando supo que su padre, ya anciano, estaba muy enfermo pensó visitarlo ya que no lo había vuelto a ver desde el día de su graduación.
Preparando para partir hacia la casa paterna recibió un telegrama donde le comunicaban que su padre había muerto y le hacía heredero de todas sus posesiones, por lo cual, tenía que presentarse urgentemente en la casa de su padre para iniciar todos los trámites legales de la herencia.
Cuando entró a la casa la pena lo embargaba y la tristeza y el arrepentimiento llenaron su corazón.
Necesitó tomarse su tiempo para recuperar fuerzas y empezar a buscar los documentos precisos para tramitar los asuntos pendientes, y entre los documentos importantes se encontró con la Biblia que su padre le había regalado y que él había rechazado.
 Con lágrimas la abrió y empezó a hojear sus páginas. Su padre cuidadosamente, había subrayado un verso en Mateo 7,11: «Y si vosotros siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuanto más nuestro Padre dará a sus hijos aquello que le pidan».
Mientras leía esas palabras unas llaves de coche cayeron de la Biblia, con una tarjeta de la agencia donde había visto el deportivo que tanto había deseado. La tarjeta tenía la fecha del día de su graduación y las palabras: «TOTALMENTE PAGADO».

No nos precipitemos con nuestras decisiones. ¿Cuántas veces hemos rechazado o perdido la oportunidad de disfrutar o vivir emociones importantes por culpa de nuestra impaciencia? Démonos tiempo para sentir el palpito de lo que realmente merece la pena, porque con el tiempo nos podremos arrepentir y ya no habrá oportunidad de rectificar.