viernes, 23 de diciembre de 2011

Carta al Sr. Presidente

M. Rajoy sentado en su escaño.

Esta podría ser la carta a los Reyes Magos, pero será cosa de la edad, ya los reyes no son magos ni los magos reyes, aunque tengo ilusión de niña y mi mayor ilusión sería que los españoles vivieran con dignidad y España con la cabeza en alto, porque como decía Unamuno: «Me duele España».

Sr. D. Mariano Rajoy: Presidente de todos los españoles; en primer lugar darle la enhorabuena por su victoria, una victoria muy comprometida, aunque comprendo que su alegría inicial puede verse empañada por la gran responsabilidad que España ha depositado en sus manos y no es para menos ¡menudo panorama! Es bueno contar con la confianza de la mayoría, pero frente a la titánica tarea de encauzar tanto descarrilamiento, créame que le compadezco. También es verdad que será asesorado por tecnócratas, que como en todo, cada uno tendrá su propio punto de vista, y acertar en las decisiones a tomar con la situación actual, es trabajo de adivinos… Vaya, que usted no lo tiene fácil, pero, hay que tener arrestos para llevar a cabo el programa y cumplir las promesas electorales. Trabaje con honestidad, transparencia y rigor.

Sabe que España le observa con lupa y miles de familias tienen puestas todas sus esperanzas en su buen gobierno, depende y mucho de su atino para que no les falte el pan a sus hijos. Desgraciadamente desde hace unos cuantos años, vemos cómo se destruyen puestos de trabajo, con la desgracia que eso conlleva. Las grandes empresas con regulación de empleos y los pequeños negocios han ido cerrando por no poder con tantas cargas burocráticas, esperemos que su gobierno ayude, facilitando más y gravando menos, para que los autónomos, emprendedores y las pymes pongan en marcha el motor de la economía y decrezcan las listas del paro y respiren millones de agobiados.

Puestos a pedir, los españoles desde las diferentes Comunidades le harán llegar las necesidades y carencias, para que se subsanen tantos desbarajustes y se acaben con las injustas desigualdades en temas de vital importancia como educación, sanidad y justicia, aunque estas competencias deberían de estar gestionadas por el gobierno central. Frente a estas prestaciones básicas todos los españoles deben tener los mismos derechos y las mismas oportunidades, porque todos los españoles somos iguales, no pueden haber españoles de primera y de segunda: el estado de bienestar es un derecho incuestionable.

La primera preocupación de los españoles es el paro. Cada día se suman más y más a la lista de la desesperación, porque las perspectivas de encontrar un nuevo trabajo, son nulas. Las cifras del paro tienen rostro y circunstancias muy parecidas: cargas familiares, hipotecas, necesidad de independencia, iniciativa emprendedora, etc. Todo se viene abajo, se frustran proyectos y el drama se apodera de miles de personas que ven que no van a poder hacer frente a su situación límite… pagar el alquiler y que no falte un plato de comida en la mesa.

Sr. Presidente del Gobierno, usted no podrá hacerse a la idea de lo que supone estar en esa situación desesperada, a la que se suma la indefensión y el desamparo. Debe ser humillante que pudiendo trabajar, tengas que mendigar un plato de comida para tu familia. Deseo que pronto pase esta pesadilla del paro y la gente salga del estado de ansiedad en que se encuentra, sobre todo esta juventud tan preparada que ha pasado años de su vida estudiando una carrera para terminar sin esperanza. Muchos con treinta años o más y aún no han podido ejercer, y lo peor, que queriendo ayudar a sus padres que se sacrificaron para que ellos estudiaran y queriendo pagarles, no pueden hacerlo y además, tienen que seguir viviendo con ellos y de ellos, a eso no hay derecho…

Otra cosa que demandan los españoles, y que es de justicia, es que la justicia funcione. Los españoles tenemos la sensación de que la justicia no es justa ni funciona: una, porque es lenta, y otra, porque no es igual para todos: parece que está hecha para atrapar a una mosca y dejar que pase un elefante.
En las leyes están tipificados delitos y consecuencias; ahora toca que los aplique. Creo que un juez no puede fijar su criterio personal, debe ajustarse a la ley. Si matar es delito, todo el que prive de la vida a alguien debe pagar, y si el castigo es de veinte años de cárcel, eso, pero si son cien o mil, que no hayan atenuantes y que los pague. Si no hay justicia no hay democracia, la democracia no es tal si no hay justicia. Por eso los españoles lo dudamos todo… Vemos como tantos que han cometido delitos flagrantes —robos, malversaciones evidentes— quedan impunes, viven como reyes y les llaman «señor». ¡Pobre! Con el dinero puedes comprar el placer pero no el amor, la casa pero no el hogar, la medicina pero no la salud, el libro pero no la sabiduría, el panteón pero no el cielo… Mejor tener las manos limpias, aunque no haya justicia terrenal…

Yo también quiero contribuir a mejorar España y para empezar, comienzo por la semántica territorial: El Estado Español es una gran nación, un país libre, por tanto no cabe más país ni más nación, y creo que no podemos llamar a una comunidad, ni país, ni nación. España la conforman muchas regiones o comunidades, pueblos peculiares con raíces propias y comunes. La diversidad de costumbres, folclore, tradiciones y cultura engrandece y enriquece a la Madre Patria. España es Una y Grande… No permitan que se rompa España.

Creo que tampoco es correcto referirnos, con total normalidad, a Vascongadas como «País Vasco» y si es correcto, entonces lo aplicaremos en igualdad al País Extremeño, País Valenciano, País Canario, etc.

Con respecto a la lengua que se habla en España, algunos se empeñan en denominarla castellano y no española. «La Real Academia de la Lengua Española» debe pronunciarse ya que el español se ha ido ampliando y enriqueciendo con palabras autóctonas de todos los lugares del habla de España, y para comprobarlo, leer al Arcipreste de Hita entre otros y verán que nos cuesta entender el «castellano»: en España hablamos español.

El modelo actual de tantos reinos de taifa no ayuda a la unidad, más bien activa el egocentrismo del universo local y ese interés personal lleva al egoísmo y a la necesidad de blindar «el pueblo y su yo» y se convierten en fanáticos y separatistas.

Tampoco ayuda a la recuperación económica ya que hay muchos presidentes y muchos parlamentos con gran número de parlamentarios que viven del cuento. Con tantas instituciones más que agilizar, entorpecen, ralentizan y encarecen las gestiones. Los trámites se duplican como manera de sacarle al contribuyente lo que ellos se llevan sin esfuerzo alguno.

Hoy en día, la sociedad libre se revela contra el abuso y la impunidad del poder, que se respaldan en unas leyes que parecen estar hechas como para proteger a los poderosos. Esos supuestos «mangantes» que se denominan gestores para llevárselo calentito y que se van de rositas… Existe la extraña idea de que los pillos campan a sus anchas dentro de la máquina del poder. Está claro que nadie está dispuesto a trabajar sin recibir grandes beneficios. Lo tienen muy fácil, y si otros pudieron, ellos también. Los poderosos se pasan todo por el arco del triunfo, y triunfan…

Nunca antes se vio tanto desencanto frente a los poderes: política y justicia… Cada día que pasa te vas enterando de cómo se las gastan en los altos despachos, crece la impotencia y la indignación, y el dolor del paro es más sangrante y duele.

Se ha perdido la credibilidad y la confianza en los gobernantes… Sr. Rajoy, debemos exigir y exigimos a los poderosos que tengan pundonor, que parezcan honorables, justos y honrados y que lo sean. Espero que usted no se deje «emborrachar por el poder» y que cuando termine la legislatura, no se sienta avergonzado por haber sido un gestor fanfarrón e indecente.

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