Que los girasoles buscan la luz de sol lo sabemos. Lo que no sabía es que en los días nublados se miran unos a otros para compartir la energía. No se quedan mustios ni de cabeza baja; se solidarizan para dar y recibir, se miran unos a otros erguidos y hermosos ofreciéndose uno al otro todo su calor.
Es la naturaleza la que nos enseña que, si no tenemos el sol todos los días, nos podemos mantener los unos a los otros con el calor humano.
Bonita enseñanza…
Si fuéramos girasoles seríamos mejores personas, libres de envidias y maldad, y nos miraríamos los unos en los otros compartiendo energía y pensamientos.
Así, todo sería como Dios desea...
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