Con todo tu amor me esperabas;
anhelabas tanto tenerme,
rodearme con tus brazos
y colmarme de atenciones.
Pensando en mi porvenir;
me ves en la universidad.
Y soñándome feliz
me acompañas al altar.
Pero hay otros proyectos:
Dios me hizo especial;
para amar yo nací,
no puedo hacer el mal.
Mi cerebro está dormido
y no me puedo expresar;
entiendo de sentimientos
y de cariño de verdad.
A los ojos del mundo no seré nada
pero, a los ojos de Dios soy grande;
tengo un corazón noble.
La eternidad me pertenece.
No te avergüences de mí, mamá,
porque yo a ti te quiero;
aunque no pueda hablar
lo gritaré al mundo entero.
¿Qué más puedo yo pedir?
Tenerte siempre a mi lado;
no es un gesto de egoísmo,
eres mi luz y mi amparo.
Que nunca me falte, madre,
ni tu voz, ni tu presencia.
Sólo así podré vivir
con tu cariño y paciencia.
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