21 de febrero, «Día de las Letras Canarias», lo celebramos con el orgullo de contar con excelentes escritores que traspasan fronteras. Aunque, tanto a los escritores de ayer como a los contemporáneos, no les ha sido fácil cruzar el atlántico y llegar a buen puerto con sus libros bajo el brazo.
Canarias ha sido tradicionalmente tierra de poetas, sin mermar a los novelistas, por eso hay que profesarle el agradecimiento a quienes lo han dado todo por estas Islas. Hay que tener en cuenta que, la literatura española, es una de las más rica del mundo, con la aportación de los autores canarios.
La literatura es una de las bellas artes que emplea la palabra como instrumento. En cada edición de las Letras Canarias celebramos la literatura y, por encima de todo, la memoria. La memoria de los que no están, pero bien que pudiera dedicarse a los que están.
Canarias es cuna de grandes escritores, pero por desgracia, para poder alcanzar el reconocimiento de su pluma están obligados a salir de las Islas. Celebrar la literatura es traer a la memoria la lista de escritores (escritora y escritor) que contribuyen al enriquecimiento de la cultura canaria, es reconocer la hermosa labor de cultos obreros del arte de escribir.
Recordar que el canario más internacional es, Benito Pérez Galdós, escritor y periodista español. Nacido en Gran Canaria, Pérez Galdós es considerado como uno de los grandes cronistas del siglo XIX en España.
Con diecinueve años, fue enviado por su padre a Madrid para estudiar Derecho, pero salvo matricularse, poco más hizo en esta carrera, pues se dedicó a frecuentar los ambientes literarios y políticos de la capital. Galdós comenzó a escribir artículos en La Nación y El Debate, y viajó a París en dos ocasiones. En 1870 publicó su primera novela, iniciando así una larga y prolífica carrera literaria. Fue diputado por el Partido Liberal, y en 1889 fue elegido miembro de la Real Academia Española de la Lengua. La pérdida de vista y las dificultades económicas, marcaron sus últimos años de vida. Fue autor de crónicas, obras de teatro y novelas, destacando las cuarenta y seis novelas que conforman los Episodios Nacionales. Su obra es uno de los máximos exponentes de la corriente literaria del realismo en España y su influencia se considera crucial en varias generaciones posteriores de autores en castellano (español).
Este año, 2018, «El Día de las Letras Canarias», está dedicado a Pino Ojeda.
Pino Ojeda (Teror, Gran Canaria, 1916- Las Palmas de Gran Canaria, 2002).
En el año 2016, Ana Sharife, publicó un artículo en el digital, canariasenhora.com, con motivo del centenario del nacimiento de Pino Ojeda, con el título: «Una rebelde en un mundo de hombres», donde habla de su obra y de toda su trayectoria artística. También habla de la película documental, 'La habitación del fondo' dirigida por su nieto, Domingo Doreste, en la que desvela la vida de la artista.
«... Un espeso manto enmascara el rostro de Pino Ojeda (1916 -2002). Apenas sabemos que nació en Teror en una época en la que las mujeres eran testigos mudos de la existencia y estaban destinadas al silencio de la reproducción maternal, que se rebeló ante su papel de sujeto pasivo y se dedicó a la escritura. Se convirtió en editora con Alisios, abrió una galería de arte, logró el accésit del prestigioso Premio Adonais con su libro Como fruto del árbol (1953), y con La piedra sobre el camino obtuvo el tercer premio de poesía Tomás Morales (1955). Siendo la 'malquerida' de las letras canarias fue adorada por los escritores de entonces. La celebración del centenario de su nacimiento presenta obra inédita y el estreno de la película La habitación del fondo, en la que se narra la vida de una artista que luchó por la liberación de la mujer en un contexto social y político rural y conservador.
En 2016 se conmemora el centenario del nacimiento de la artista grancanaria Pino Ojeda. Nacida en Teror, sus creaciones transitan distintos campos artísticos, desde la pintura, la escultura, la cerámica, pasando por todos los géneros literarios (novela, teatro y poesía). Mujer vitalista, su obra bebe de la fuente del amor como centro de su existencia, aún en su último libro, El alba a la espalda (1987), donde hace un hermoso repaso a su vida... ».
Cuando, Sharife, dice: «Apenas sabemos que nació en Teror», parece que se refiere a que no hay datos reales de su origen. Ella puede que ocultara algo, tan solo hace 15 años que falleció y no sería difícil encontrar sus verdaderas raíces. Su madre del Palmar de Teror y su padre de Juncalillo de Gáldar y bautizado en Artenara, porque Juncalillo no tenía Parroquia.
Pino Ojeda Quevedo nace en El Palmar de Teror (Gran Canaria) en 1916. Inicia su formación de manera autodidacta en literatura, música y artes plásticas (especialmente pintura y cerámica). La temprana pérdida de su marido en 1939 durante la Guerra Civil española provoca un giro radical en su vida, que se verá orientada indefectiblemente a la creación artística y literaria.
Como pintora inicia una sólida trayectoria, entre la abstracción y el abstraccionismo figurativo, que le lleva a experimentar técnicas variadas a lo largo de su vida, como la encáustica, el óleo-esmalte, el gouache-barniz, las lacas, etc.
A partir de la década de 1950 expone con cierta regularidad en diversas salas, tanto en Canarias como fuera de ella. Obras suyas figuran en colecciones privadas de Alemania, Italia, Suecia, Japón y Estados Unidos.
Empieza a dar a conocer su poesía en la revista Mensaje (Tenerife, 1945-46), dirigida por Pedro Pinto de la Rosa, en cuyo sello editorial aparecerá su primer libro, ‘Niebla de sueño’ (1947). Colaborará también en otras revistas canarias del momento, como Mujeres en la isla y Gánigo.
En 1952 funda la revista Alisio. Hojas de poesía, en la que publicarán poetas españoles de diversas generaciones (Pedro Salinas, Vicente Aleixandre, Carmen Conde, Gerardo Diego, etc.) junto con poetas canarios del momento (Pedro Lezcano, Chona Madera, ventura Doreste, etc.).
En 1953 obtiene el primer accésit del premio ADONAIS por su libro ‘Como fruto del árbol’, lo que le permite consolidar su trayectoria literaria fuera de Canarias. Un año después logra quedar finalista en el premio Nadal de novela (Barcelona, 1954) por su trabajo ‘Con el paraíso al fondo’. En 1954 obtiene el premio de poesía ‘Tomás Morales’ con el libro ‘La Piedra sobre el Camino’.
A Partir de la década de 1950 su obra comienza a figurar en varias antologías, como Antología de poesía española (1954) de Aguilar, Poesía femenina española viviente (1954), de Carmen Conde, la segunda Antología de Adonais (1962) y la Antología general de Adonais (1969), Panorama poético español (1965) de Luis López Anglada, panorama antológico de poetisas española (siglos XV a XX), de Luzmaría Jiménez Alfaro, etc...
Poemas suyos aparecen traducidos al italiano en Voci femminilli della lirica spagnola del 900 (1964), de Maria Romano Colangeli, y al inglés en Contemporary Poetry from the Canary Islands, de Sebastián de la Nuez.
Recibió innumerables premios y reconocimientos, tanto nacionales como internacionales. Y nos ha dejado su extensa obra pictórica y literaria que mantiene vivo su arte y su impronta creadora. Por su larga trayectoria artística, tiene bien merecido, que este año toda Canarias conozca el trabajo artístico y literario de Pino Ojeda, porque conociendo su legado mantenemos viva su memoria.
Ella se refería a su mundo fascinante que acariciaba con palabras: «No sé dónde comienza la verdad y dónde acaba la fantasía. Todo es producto de los sueños. He creado sobre sueños. Sueños que necesitaba para crear, crear, crear. Más son los sueños que las realidades. Eso era lo que necesité siempre».
De ella decía: «No me gusta hablar de mí, pero me paso la vida hablando de mis cosas, pero si no lo hiciera, ¿quién podría hablar de mí, si ni siquiera yo misma me conozco?»
Y de su vida: «Una bolsa de recuerdos, medio llena, medio vacía… Eso es mi vida».
Personalmente, tengo que decir que me he enamorado de uno de sus poemas y lo he recitado en diferentes actos como homenaje y admiración. ‘Te busqué por los sueños’ es uno de sus grandes poemas de Pino Ojeda. En él muestra la ensoñación por el amado que se fue tempranamente. Hay en este trabajo una hondura y una emoción a flor de piel:
Te busqué por la tierra,
por largos
pasillos de seres.
Te busqué por las noches,
por calles y sombras,
por quietas esquinas
agudas.
Te busqué por los días.
Nadie
con carne y tacto
me descubría tu nombre…
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