«Más ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos;
primicias de los que durmieron. Porque por cuanto la muerte entró por un
hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque, así como
en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno
en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su
venida».
En el Credo Apostólico aparecen dos impresionantes frases relativas a Jesucristo: «Padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado». Así se expresa, toda la crudeza de la humillación de Cristo. Si tales frases fuesen las últimas del credo, la confesión de fe cristiana sería un enigma nebuloso. El final del ministerio de Jesús podría interpretarse como una tragedia desconsoladora, como el derrumbe de un cúmulo de esperanzas gloriosas.