"Un padre es el que transmite valores, educa, se preocupa, ama y protege hasta el final de sus días. Un padre sabe que sus hijos necesitan suelo firme donde echar raíces, amor para crecer fuertes y alas para ser libres".
Nuestros padres, al igual que nosotros, son seres humanos con
virtudes y defectos. A lo largo de los años, enfrentamos muchas situaciones
difíciles como familia y sobre ellos recae todo el peso de los problemas. Uno
de los diez mandamientos nos exige honrar a nuestros padres. Dios desea que cumplamos
sus mandamientos sin excepción, incluso si hemos tenido una mala relación con
ellos. Es por eso que, además de orar por sus necesidades personales y su
relación con Dios, debemos orar por nuestra propia relación con ellos. “Honra
a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Dios te
da”. Éxodo 20:12. Debemos bendecir a nuestros padres en todo momento y no
renegar de hacer el bien en sus vidas.
Papá, no hay día que no me acuerde de ti y de mamá; me faltan
días para agradecerles y homenajearles por ser tan buenos padres y tan buenas
personas. Personas admirables, generosas, honestas, leales, serviciales,
solidarias, agradecidas, personas cristianas que con su ejemplo daban
testimonio de vida, y esas enseñanzas de valores y respeto la transmitieron a
sus hijos, pero ese legado ha sido pisoteado…
Los recuerdos hacen historia y la historia impresa se
convierte en historia viva. Papá, no voy a escribir tu biografía, porque en pocas
líneas no se pueden resumir sesenta años de vida compartida con familiares y
vecinos, pero yo solo pude disfrutar veintisiete años de tu compañía. En esos pocos
años, pude aprender de ti valores para la vida y aprendí a quererte y a valorarte
como buen padre y como hombre bueno.
Amabas y admirabas por encima de todo a tu madre y a tu
esposa y compañera. Has sido un hombre valiente, trabajador, querido y
respetado. Ese hombre grande que me llena de orgullo, con sonrisa en los labios
y mirada dulce y tierna, con manos encallecidas por el trabajo del campo, ese
campo al que amabas, amabas el contacto con la tierra y trabajar al aire libre,
bajo el sol o la lluvia con la libertad de tus horas. Empeñaste tu fuerza y
constancia para darme una vida mejor. ¡Y lo lograste, papá! Lo lograste, porque
mírame aquí, con ese amor profundo hacia ti y hacia mamá…
Aunque hoy se homenajea al padre yo hago mención a mi madre
porque son inseparables: papá, mamá, mamá, papá. A los dos los llevo en mi alma,
por los dos agradezco a Dios cada día, a los dos quiero y añoro…
Los dos me inculcaron valores de vida y me enseñaron el
significado de la palabra sinceridad, honestidad, lealtad, corresponsabilidad,
altruismo, todo lo que ayuda a vivir en familia; convivir y compartir… ¡Fuera egoísmos,
envidias y todo lo que convierte la convivencia en un infierno!
Señor, Dios, quiero agradecerte por los padres que me has
dado. Desde que era pequeñita, ustedes me han enseñado los valores
fundamentales que rigen mi vida. Me han enseñado la importancia de la
honestidad, la responsabilidad y el respeto hacia los demás. Gracias a sus
enseñanzas, he aprendido a ser una persona íntegra y consciente de mis acciones.
No hay palabras que puedan expresar la gratitud que siento
por todo lo que han hecho por mí. Gracias Mamá y Papá, por darme la vida y por quererme
de forma incondicional. ¡Los querré eternamente!
En mis recuerdos siempre están presentes, pero hoy, papá,
pienso que los padres no nos enseñan a vivir la vida sin su presencia. Ojalá pudiera extender mi
mano a lo alto y sentir la tuya agarrando la mía y mirarte a los ojos y
abrazarte, y aunque lo sabes, decirte todo lo que te quiero y que no hay día
que no piense en ti; te echo de menos, papá. Siempre serás mi padre, ni
siquiera la muerte todopoderosa va a cambiar eso. Te amo papá... Te quiero,
siempre estarás en mi corazón.
Hoy miraré al cielo y pensaré mucho en ti, en cuanto me quisiste
y cuánto te quise yo a ti. ¡Felicidades, papá!
Fotografía: Internet
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