El silencio es un espacio que unos necesitan para estar consigo mismo, para encontrarse en su sentir más íntimo, pero para otros el silencio es atronador y no lo pueden soportar porque afloran miedos, inseguridades y temores, y hay que tener en cuenta que en el silencio es cuando más grita la conciencia. Uno que no tiene la conciencia tranquila no soporta escuchar cómo le recriminan sus malas artes. Por tanto, el silencio es un bálsamo para la mente tranquila y el espiritu sereno, pero puede ser 'terrorífico' para aquellos que viven en el rencor y van dañando gratuitamente. Aprender a estar y convivir con nuestros pensamientos es un ejercicio a veces complicado...
El silencio es la ausencia de sonido, sin más connotaciones.
Cuando tras un día eterno nos quedamos al fin en silencio, muchas veces no sabemos qué hacer. «Vienes para decirnos / en las noches oscuras / la palabra infinita / sin aliento y sin labios», escribía García Lorca en su «Elegía del silencio» verbalizando lo que nos trae el silencio en ese momento, a veces complicado, en el que la ausencia de sonido desencadena un ruido muy distinto en nuestro interior. Y es que este aterra por ser el momento en el que aflora todo aquello a lo que no queremos enfrentarnos.
El silencio es una paradoja; inevitable, pero algunos lo buscan y otros huyen de él. Esta interesante observación la hacía, María Alcaraz, en abc.es. Los que conviven con un bullicio interminable en su cabeza lo anhelan, mientras que otros, incómodos por lo que supone, buscan rodearse de constante estruendo. El silencio existe de dos maneras. Uno es el externo, aquel que experimentamos cuando entramos en una estancia y no hay sonido alguno. El otro es el 'silencio interior'», conseguir que nuestros pensamientos paren un rato de atosigarnos y nos regalen un momento de calma.
El silencio es una paradoja; inevitable, pero algunos lo buscan y otros huyen de él. Esta interesante observación la hacía, María Alcaraz, en abc.es. Los que conviven con un bullicio interminable en su cabeza lo anhelan, mientras que otros, incómodos por lo que supone, buscan rodearse de constante estruendo. El silencio existe de dos maneras. Uno es el externo, aquel que experimentamos cuando entramos en una estancia y no hay sonido alguno. El otro es el 'silencio interior'», conseguir que nuestros pensamientos paren un rato de atosigarnos y nos regalen un momento de calma.
Aunque ambos tipos de silencio pueden ser buenos es complicado aprender a convivir con él. El silencio exterior tiene un beneficio inmediato, ya que nuestro cerebro tiene que realizar mucho más esfuerzo cuando se encuentra en un entorno ruidoso. Explica, Inés Bárcenas, psicóloga del hospital Ruber Internacional, que a más ruido, más esfuerzo para filtrar los estímulos sensitivos y audiovisuales que recibimos, por lo tanto, somos más proclives a tener estrés y falta de concentración. También en un entorno bullicioso nuestros niveles de energía se reducen.
El denominado "silencio interior" también tiene efectos beneficiosos. Apunta Sergi Vilardell, psicólogo miembro de Doctoralia, que el silencio es una manera de conectar con nosotros mismos, reflexionar y conocernos mejor. El problema llega cuando nos es costoso mantener la calma dentro de nuestra mente, ya que es fácil que nuestros pensamientos se adueñen de todo. En estos casos, las personas evitan estar en silencio a toda costa, pues no pueden evitar quedarse a solas con ellos mismos y por ende, con sus pensamientos.
"La angustia siempre aparece con el encuentro del vacío, hay muchos pacientes que cuando llega el domingo por la tarde y no tienen nada que hacer se angustian" comenta el psicólogo, a lo que añade Inés Bárcenas que "cuando estamos en un entorno de silencio externo, nuestra atención se centra en nuestro interior, en las emociones y el diálogo interno que siempre está ahí", algo que mucha gente no tolera bien.
La aceptación de nuestro silencio interno se puede trabajar a través de distintas técnicas. La psicóloga recomienda, por ejemplo, escribir nuestros pensamientos para así "canalizar ese diálogo", ya que plasmarlo en papel requiere una lentitud de pensamiento mayor, por lo que generamos una pausa y fomentamos la comprensión de lo que tenemos dentro. Sergi Vilardell, por su parte explica que llevar a cabo ejercicios de meditación pueden ayudar a tolerar mejor el silencio, así como el mindfulness, centrarnos en lo que está ocurriendo en el presente, es una buena herramienta para no dejarnos arrastrar por la verborrea de nuestra mente.
Aun así, el profesional advierte que, si aplicando alguna de estas técnicas no somos capaces de tolerar bien ese "silencio" o sentimos angustia, intentar distraernos con un "ruido blanco", es decir mirar la televisión o el móvil, puede ayudarnos a poco a poco ir aprendiendo a convivir con la quietud y a la conexión con nuestro interior.
Es el termómetro de una relación; el silencio compartido puede también ser infinitamente satisfactorio. "La confianza con una persona se mide a través de los silencios cómodos", comenta Sergi Vilardell, y la psicóloga del hospital Ruber Internacional afirma que el silencio es "un medidor del grado de intimidad que tenemos con una persona". Es por ello que, si de verdad tenemos una relación saludable, compartir tiempo y espacio sin hablar será llevadero y cómodo, mientras que si nos ocurre con una persona en la que no confiamos, se nos hará muy complicado, ya que no dejaremos de pensar en lo incómodos que nos encontramos.
El silencio es una terapia para un alma en paz, y un tormento para el que tiene la conciencia intranquila, porque su mente se retorcerá como una serpiente hasta asfixiarse.
Sobre el silencio decía, Plutarco: El silencio en la temporada adecuada es sabiduría, y es mejor que cualquier discurso. El silencio es una terapia para un alma en paz, y un tormento para el que tiene la conciencia intranquila, porque su mente se retorcerá como una serpiente hasta asfixiarse.
Y, Lao Tzu, lo valoraba: El silencio es una fuente de gran poder.
Fotografía: Internet
No hay comentarios :
Publicar un comentario