En el universo hay magia, pero no es la magia de los astros ni de nada perdido en el firmamento, pero sin embargo es la causa viva de todo elemento, más aún que esto, es la certeza de que todo lo que existe está dentro de un orden.
En el orden hay un gobierno y un destino, una causa y una razón, un fundamento poderoso y tras esto también una eterna gloria, la del propio Creador.
Al referirnos al Aliento Divino, debemos ser propios de Éste, el Ser perfecto que origina la vida, que es la conciencia del espíritu y el alma mía y la de todos los seres conscientes.
Al Aliento Divino no puedo más que alabarlo con toda humildad y con el agradecimiento pleno a lo que es el seno de la criatura misma, la existencia que sostiene la plenitud del Amor que ha dado Amor y ha forjado la vida, y la sostiene por la misma causa, simplemente, por la virtud del Amor mismo.
El Aliento Divino también es la ley, es también la misericordia, el entendimiento, es la fe y la práctica plena del Amor hecho carne llamado: Eternidad Divina.
El Amor no solo es dulce, el Amor no solo es tierno, el Amor no solo es comprensible, el Amor no solo es compasivo, el Amor es vida maravillosa, y la Vida, es el sublime acto permanente de la creación consciente que late, que siente. Y por el Aliento sabe y presiente a su Amor único y verdadero. El Creador que tiene por nombre, es el Único y Auténtico: “YO SOY”.
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