La envidia es un sentimiento enojoso contra otra persona que posee o goza de algo deseado por el individuo envidioso, quien tiene el impulso de quitárselo o dañarlo. El envidioso cuenta mentiras sobre la persona a la que envidia o las cosas que tiene, para poder tenerlas, en ocasiones la envidia puede hacer que el envidiado muera a manos del envidioso.
Sobre el poder destructivo de la envidia en “Aliento de vida-Restauración” Alfonso Santin, pone un ejemplo sangrante; con falsas acusaciones, el linchamiento al que fue sometido, hasta la muerte, Jesús. El evangelio según San Mateo recoge como el poder de la envidia llega a enloquecer colectivamente a la gente, y Jesucristo la sufrió en carne viva…
Mateo 27: Jesús ante Pilato…
v11 Mientras tanto, Jesús compareció ante el gobernador, y éste le preguntó:
—¿Eres tú el rey de los judíos?
—Tú lo dices — respondió Jesús.
v12 Al ser acusado por los jefes de los sacerdotes y por los ancianos, Jesús no contestó nada.
v13 —¿No oyes lo que declaran contra ti?— le dijo Pilato.
v14 Pero Jesús no respondió ni a una sola acusación, por lo que el gobernador se llenó de asombro.
v15 Ahora bien, durante la fiesta el gobernador acostumbraba soltar un preso que la gente escogiera.
v16 Tenían un preso famoso por sus fechorías llamado Barrabás.
v17–18 Así que cuando se reunió la multitud, Pilato, que sabía que le habían entregado a Jesús por envidia, les preguntó:
—¿A quién quieren que les suelte: a Barrabás o a Jesús, al que llaman Cristo?
¿Qué nos puede llevar a experimentar tal sentimiento de enojo e ira como la envidia en contra de otros? Es común escuchar la expresión "es que me tienen envidia", y cuando se trata de referirnos de nosotros decimos que sentimos "envidia de la buena", esto es resultado de no comprender verdaderamente lo que este sentimiento puede llevar a hacer a las personas, el daño que puede ocasionar y la repercusiones que tiene dejarse consumir por ésta.
Jesús experimentó el resultado de este resentimiento cuando los líderes religiosos de su época se dejaron atrapar por la envidia que le tenían (v. 18) ¿Por qué sucedió tal cosa? Si hay algo que hizo Jesús fue conducirse con honestidad, justicia, misericordia y en apego a la verdad de la palabra de Dios en todo momento ―esto es para lo que Su Padre lo envío, para que mostrara a los hombres que es posible vivir una vida recta ante los ojos de Dios, a través del testimonio de la reconciliación de los hombres para con Dios el Padre, a través de un genuino arrepentimiento de corazón que nos acerca más a Él―, pero pareciera que hacer siempre lo correcto despierta más este sentimiento destructivo de las personas que tienen motivos incorrectos en sus vidas. Esto es como encontrarnos en medio de un sistema donde todos están acostumbrados a hacer las cosas de manera incorrecta, por motivos deshonestos, pero al estar tan familiarizados con este proceder pareciera que es la manera correcta de vivir, entonces cuando uno llega y empieza hacer lo que es correcto, con motivos genuinos y verdaderos, despertará este sentimiento hasta hacer que lo vean con «malos ojos», con envidia, con deseos de ocasionarle daño porque el resto se siente amenazado al salir de 'su estatus quo', al cambiar sus reglas incorrectas para experimentar una vida apegada a los principios y valores del Reino de Dios. Esto es precisamente lo que Jesús vino a ocasionar dentro de la sociedad de su época, su intención no era crear una revolución social, si no crear revolucionar el interior de los hombres, que los llevara a experimentar libertad interior y con ello cambiar su manera de ver y amar a sus semejantes.
Posiblemente ahora estamos seguros de entender y afirmar por qué en otros se ha despertado la envidia hacia nosotros (creeremos que por estar haciendo las cosas correctas se ha despertado en ellos); podrá ser que otros envidien nuestra forma de ser y actuar, nuestra familia, trabajo, casa, coche, cónyuge, bendiciones, etc., es decir nuestra vida en su totalidad o parcial; lo cierto que uno puede también estar haciendo lo malo y estar obteniendo ganancias lucrativas de manera deshonesta y aun así provocar este sentimiento nocivo en otras personas. No necesariamente hacer sólo lo bueno, si no también hacer lo malo, hará despertar la envidia en personas con corazones más corrompidos que el nuestro.
¿Cómo discernir la situación en la que nos encontramos? La manera más fácil de descubrir esto es simple, reflexiona: ante acusaciones y amenazas de otros, ¿cuál piensas que es tu mejor defensa? Jesús simplemente se mantuvo callado (v. 12-14), nunca apeló a la razón, Él sabía lo que Dios Padre le había indicado hacer, tenía muy claro Su propósito de vida y lo que necesitaba hacer, entendía que no tenía que defenderse porque en los momentos más adversos de su vida, y a pesar de que la envidia de otros amenazaba su propia vida, confiaba en que Dios los respaldaba, no importaba el sufrimiento que se avecinaba, simplemente descansaba en Dios.
Si por el contrario, nos encontramos como "gatos boca arriba" buscando defendernos con alegatos y justificaciones, y argumentamos que nos "envidian por todo", nos convertiremos en quienes acusan a sus acusadores ante Dios ¡vaya ironía!
Seguramente cuando condenamos a los que nos condenan y juzgamos a los que nos juzgan reflejamos que estamos teniendo un cargo de conciencia tan grande que buscaremos lavar nuestras manos de culpa como Pilatos lo hizo ante Dios y los hombres, podemos argumentar: «no soy yo quien está mal, allá ustedes que así lo han decidido, es su proceder, no el mío».
v24 Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente.
— Soy inocente de la sangre de este hombre—dijo —. ¡Allá ustedes!
v25 —¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! — contestó todo el pueblo.
Tengamos sumo cuidado de no caer y ser atrapados, y ser cautivados por la envidia, no permitamos que nos consuma este sentimiento egoísta y altamente dañino porque quedaremos ciegos espiritualmente y no solamente afectaremos a quien se lo dirigimos, sino que recaerá sobre nosotros y lamentablemente también sobre nuestros hijos.
Si te encuentras en momentos de aflicción, oprimido por este sentimiento, cree firmemente en Aquél que murió por nosotros ―Jesús, el Cristo― traerá libertad a tu vida, te liberará de tus temores, sentimientos de aflicción y envidia. El pagó el precio, tan sólo acéptalo como tu Señor y Salvador personal, experimenta el fruto de salvación en tu vida, la gracia y el amor incondicional de Dios sobre ti, en el nombre de Jesús.
Pilato se lava las manos para dar muerte, y Jesús lava los pies para dar vida. Pilato se lava las manos en señal de que le importa poco la vida de Jesús, y Jesús lava los pies a los apóstoles en señal de solidaridad, unidad y servicio de unos para con otros.
Jesús, no solo nos da testimonio de solidaridad en el servicio sino en la entrega; por amor se queda entre nosotros como alimento de vida, instituyendo el 'Jueves Santo' el 'Sacramento de la Eucaristía', por eso es el 'Día del Amor Fraterno'. Por amor, no solo nos entrega su 'Cuerpo y Sangre', sino que nos entrega hasta 'su Vida'. Muere por amor a los hombres, para salvarlos.
Poncio Pilato se lavó las manos después de condenar a muerte a Jesús; ese gesto sirve para expiarse de culpa o, más exactamente, para esquivar la justificaciones propias y ajenas. ¡Qué prepotencia!
Lavarse las manos no exime de culpa: entre nosotros hay muchos Pilatos que no quieren asumir sus culpas...
Fotografía: Internet
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