miércoles, 8 de mayo de 2019

El jardinero entusiasta

Un joven entró en un bar de un pueblo pequeño y pidió permiso para hacer una llamada de teléfono. Al chico se le escuchó decir: 
¡Hola, buenas tardes! ¿Es ahí donde necesitan un jardinero? ¿No? Vaya... ¿Ya tiene uno? Comprendo... Bueno, es que soy muy bueno, y si no están satisfechos, yo podría... Ya, comprendo, sí están satisfechos con el que tienen. Bueno, otra vez será. 
Tras colgar el teléfono, se dispuso a salir del bar, peor el dueño, que había oído la conversación quiso consolar al joven: 
No desesperes, ya encontrarás trabajo. 
A lo que el chico contestó: 
¿Trabajo? ¿Quién busca trabajo? 
El dueño del bar le respondió: 
No debes avergonzarte por estar buscando trabajo. 
Pero el joven le contestó: 
¡Yo soy el jardinero de esa casa! Sólo quería saber qué tal estaba haciendo mi trabajo. 
A veces en nuestra vida, el tiempo y la rutina hacen que entremos en una zona cómoda, en la cual nos sentimos seguros y pensamos que lo tenemos todo bajo control. Sin embargo, esta seguridad que sentimos puede llegar a ser una venda en los ojos que nos impide ver con claridad que en el trabajo ya no ponemos las mismas energías e ilusión que cuando empezamos... Y cuando decimos trabajo podríamos decir familia, pareja, amigos... 
De vez en cuando hay que mirar atrás y ver si nos hemos desviado del camino trazado y, si hace falta corregir mirando hacia la dirección correcta.

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