sábado, 11 de mayo de 2019

Aislamiento


¿Qué pasa cuando te aíslas? La soledad no es una buena compañía. Muchos son los estudios científicos que demuestran que tiene consecuencias negativas para la salud física y mental, tanto es así, que la APA (Asociación Americana de Psicología) compara los efectos nocivos del aislamiento con los del tabaco o alcohol.

A su vez, otras investigaciones, como la realizada en la Universidad de Rochester (New York), demuestran que la 'soledad deliberada' ayuda a alcanzar la calma y regular emociones intensas como la ira o el miedo. Los efectos autorregulares de estar solo se producen con dos condiciones: por una parte, que la persona elija voluntariamente quedarse sola y que el periodo de soledad sea breve. 

Hay una soledad real que nos trae la vida: la de los que se quedan cuando los demás se van. La soledad del que ha perdido a un ser querido y el dolor le rasga por dentro: La del abandono del compañero al que hacíamos a nuestro lado para siempre o la tristeza de las ausencias como la de los hijos cuando se van de casa.

La que viene a la cabeza cuando pensamos en los pueblos vacíos, con sus calles silenciosas y cuatro vecinos como única compañía. La del campo yermo sin ovejas pastando y a través del silencio se escucha un pajarillo en algún árbol lejano. 

Hay otra soledad emocional, no deseada, la del que está rodeado de gente, pero aun así se siente solo o, verdaderamente lo está, porque la vida ya no le tiene en cuenta. Es la soledad de las ciudades donde los entornos sociales y familiares se difuminan; la percepción de estar desconectado como le pasa a los ancianos. La de no tener una relación intensa con otra persona que nos importe y a la que importemos. La de falta de pertenencia a un grupo con el que compartir experiencias o el sentimiento de aislamiento del que tiene secretos no confesados. La que te impone 'las puñaladas traperas', la impotencia frente a  mentiras y falsedades. 

La última es la soledad tecnológica, que sustituye el contacto personal de los que están cerca, por la compañía virtual de los que viven a kilómetros de distancia. Paradójicamente internet ha aumentado la comunicación, pero no reduce el aislamiento (los hay que tienen miles de amigos en Facebook, pero nadie con quien salir a tomarse un café). 

Algunos estudios indican que existe un componente genético que predispone a la soledad, sin embargo, es la percepción individual la que activa el sentimiento de aislamiento. Así definida, la soledad sería la diferencia entre el deseo de contacto social que nos gustaría y el que verdaderamente tenemos. 

Cada uno de nosotros tiene un perfil individual solitario: para unos es la cantidad de personas con las que contacta, para otros la calidad de las relaciones y hay personas que nunca se sienten aisladas si saben que hay alguien que piensa en ellas en algún lado. 

Como ves, uno puede vivir en un refugio de montaña y no sentirse nunca solo. Cuando las cuentas internas de la soledad no salen los efectos del aislamiento son perniciosos. John Cacioppo, el neuropsicólogo americano especialista en soledad, estudió los efectos neurológicos y genéticos de ésta en las personas; decía que, si tienes alguien a quien llamar a las cuatro de la mañana para hablar, es posible que vivas más. 

Éstos son algunos de los efectos de la soledad: Aumenta el riesgo de mortalidad prematura, se asocia con un incremento del 26% de enfermar y morir antes (algunas investigaciones hablan de una sobreestimulación del sistema nervioso simpático, la mayor producción de células inflamatorias en la médula ósea o un descenso de producción de proteínas antivirales). 

Altera el sistema inmunológico: las personas en soledad sufren cambios en los genes del sistema inmunitario que debilita ante posibles infecciones pues alteran los glóbulos blancos según los estudios del Dr. Cacioppo. 

Favorece las enfermedades cardiovasculares: investigadores del Copenhagen University Hospital, tras un seguimiento durante 32 años a 3.346 hombres de 62 años, concluyeron que el aislamiento social incrementa cerca de un 30% el riesgo de estos episodios. 

Influye en las afecciones de la piel, pues ésta y el sistema nervioso central están relacionados. Según la Organización Mundial de la Salud, el 80% de las enfermedades de piel tienen origen somático. 

Aumenta el riesgo de depresión y suicidio, pues favorece el estrés al incrementar los niveles matinales de cortisol (la hormona del estrés), afecta a la calidad del sueño y aumenta los síntomas depresivos. 

Vivir en una sociedad que favorece el aislamiento también se asocia con el incremento de suicidios. La soledad es un estado incapacitante que curiosamente nos lleva a encerrarnos en lugar de buscar al otro como medicina para el sufrimiento. 

Aunque la inercia de la soledad te lleve a aislarte, recuerda que tu biología está programada para socializar. Sal a la calle y habla (con el quiosquero, el panadero o el vecino). Forma parte del grupo de los que quieren acabar con la epidemia de soledad. 

Elmundo.es por Isabel Serrano-Rosa, psicóloga y directora de EnPositivoSí. 

Para la creatividad es positivo el aislamiento; el desolador es aislamiento de culpa. 

“Todas las enfermedades del espíritu que conducen a la más triste ruina derivan principalmente del aislamiento. Son la concentración del hombre sobre sí mismo”. John Ruskin. 

“Cuando un hombre es un islote, difícil es que pueda armonizar con otro, a no ser en aquello que puede enriquecer a ambos”. William James. 

Decía, Bono que: “Uno no puede ser humano en el aislamiento. Todos nos necesitamos”.

Fotografía: Pezibear

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