domingo, 5 de mayo de 2019

Madre...mamá


Madre... Mamá: dilo en voz alta y acudirá rápido a tu llamada, y si ya está brillando en las estrellas,  llámala en silencio y sentirás que tu corazón se estremece y las lágrimas acuden a tus ojos emocionados. No hay palabras más bellas: Madre, Amor, Verdad…, estas palabras engloban todo el sentido de la vida. 

La historia cuenta que los orígenes de esta celebración se encuentran en un componente mitológico que comenzó en Egipto, dónde se rendía homenaje a la diosa Isis, nombrada como la gran diosa madre. Sobre ella cuenta la mitología que, tras la muerte de su hermano y marido, despedazado tras su asesinato, encontró todas las partes de su cuerpo y quedó impregnada de él, fecundando a su hijo Horus.

En Europa, el primer antecedente del Día de la Madre data del siglo XVII con una vertiente más humana y semejante a la actual. Aunque en un principio, la fecha señalada —que era el cuarto domingo de Cuaresma— se empleaba para honrar con flores y otras ofrendas a la iglesia en la que cada uno había sido bautizado. Más tarde, con la aprobación de un decreto en el año 1600, esa efeméride adquirió otro significado.

A pesar de que los orígenes son distintos en los diferentes países, la finalidad de la festividad es la misma, y que se celebre mayoritariamente en mayo está justificado por ser el mes de la Virgen por excelencia. Al tratarse de una festividad con una base cristiana, es cierto que el componente comercial, que lo tiene, queda relegado para convertirse en un reconocimiento a todas las madres. Se trata de una excelente ocasión para recordarles a nuestras progenitoras que son personas fundamentales en nuestra vida. A la vida no vienes con un manual, pero si vienes con una Madre, y el mayor regalo para una Madre es el cariño de sus hijos. 

Y, no sé qué sería de los hijos sin las palabras de una madre, sin su cariño, sin sus cuidados, sin su constancia, sin su paciencia y dedicación, sin su memoria y sin su capacidad de organización. Una madre conoce bien a su hijo, sabe lo que le pasa sin que se lo cuente, sabe de su carácter y emociones, sabe comprenderlo y aconsejarle. Una madre quiere lo mejor para su hijo y cuando ve que no se deja ayudar ni orientar, sufre; sufre por la pena de ver a su hijo aferrado a su rebeldía.

Mamá, o sea, la que siempre piensa en ti, las madres y su paciencia infinita... El día en que una mujer se convierte en madre, desde ese día lo será ya para siempre. Como es lógico, los hijos crecen, estudian, trabajan y se independizan para vivir su vida, y las madres están pensado que si estarán bien, que si comen, que si duermen… Y cuando tengan hijos, esos nietos las llenarán de alegría y serán abuelas-madrazas cargadas de ternura y cariño. Cuando los hijos tienen un problema pueden acudir a ella, si no te lo pueden solucionar te ofrecerá su atención y hará lo mismo que hacía cuando eras pequeño, cuidarte, velar por ti, preocuparse por ofrecer lo mejor de sí misma y lo hará aunque tú le digas que "noooo, que estoy bieeeen, mamá, déjalooo"; lo harán porque a ellas les da igual no ser capaces de entender nuestras preocupaciones, o mejor dicho, les da igual que pensemos que no son capaces de entendernos o que no pueden hacer nada por ayudarnos, ellas no van a solucionar nuestros problemas, pero sí pueden ofrecer su hombro y lo hacen. 

Las madres y su amor inconmensurable, y cuando nos deja huérfanos: ¡Ay qué dolor más grande! No hay dolor más grande que necesitarla y no tenerla, y quieres gritar para llamarla y tu grito se ahoga en tu garganta y el vacío te envuelve y la pena te embarga y la tristeza hiere y la herida sangra… 

Madre mía, los recuerdos vienen a mi mente como agua corriente, así te recuerdo, madre; sonriente, luchadora, nunca dándote por vencida, decidida a todo, sin miedo alguno, fuerte, firme, jamás dudando y siempre retando a las adversidades, con ello tú me enseñaste a ganar los retos y ganar la vida. 

Madre buena, llena de bondad y generosidad, que frente a las dificultades no perdías la alegría de vivir, sacabas fuerzas para afrontarlas con resignación, fe y esperanza. Como buena maestra me inculcaste valores y con tu testimonio de vida me enseñaste a valorar y agradecer por todo. Deseabas hijos leales y honestos lejos de la maldad, los engaños y mentiras; tú sembraste lo mejor con la esperanza de sentirte orgullosa de la cosecha. Tú pusiste en mi alma la ternura, el amor y el anhelo para superarme cada día, sin pisotear ni hacer daño a nadie. Te extraño madre mía, eres como un río en la noche que murmura secretos y enseñanzas que me protegen de las voces que mal me quieren. 

Doy gracias Dios y a ti Madre, por permitirme disfrutar de este mundo. Gracias Madre, por haberme dado la vida, por darme tu amor y bendición. Te llevo en mi memoria y en mi alma por siempre. Sabes que siempre te amé y te seguiré amando. Sin ti nunca hubiese sido nadie, por eso doy gracias a Dios y a la vida porque existen seres como tú que me respetan y aman. 

“El corazón de una madre es la escuela del niño”. Henry Ward Beecher. 

Madre no hay más que una y tendríamos que rendirle homenaje todos los días; a una madre se le homenajea desde el respeto, el cariño y el agradecimiento. Hay buenas madres que, mientras tragan llanto reciben el desprecio de malos hijos, hijos egoístas y desagradecidos, hijos sin sentimientos, hijos que de su madre no han aprendido. 

"Tus brazos siempre se abren cuando necesito un abrazo. Tu corazón sabe comprender cuando necesito una amiga. Tus ojos sensibles se endurecen cuando necesito una lección. Tu fuerza y tu amor me han dirigido por la vida y me han dado las alas que necesitaba para volar". 

Madre, tú día es cada segundo. Gracias a todas las madres que existen, que nos llenan de abrazos y besos, que nos dibujan sonrisas, que rebosan sueños. A las que desde la cuna alumbran las noches y pintan horizontes llenos de caminos. A las que están o ya son estrellas, a todas las que tienen el amor de sus hijos. En la tierra o en el cielo, nuestros ángeles guardianes.

Decía, Kahil Gibran: "Madre: la palabra más bella pronunciada por el ser humano". 

Solo una madre ama sin condiciones, sufre en silencio, no espera recompensa, y solo es feliz si sus hijos son felices. Madre, tu amor es verdaderamente ciego porque me empezaste a amar antes de tenerme en tus brazos... Lo mejor de mí es mi madre.

Fotografía: mohamed_hassan

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