martes, 21 de octubre de 2014

La queja de la piedra

Suele suceder que algunos seres de la creación, miran a su alrededor, y como no han logrado descubrir su misión, quieren llegar a ser como otros, no se aceptan a sí mismos como son. Eso le sucedía a una piedra que quería ser tierra y por ello en uno de sus días de angustia, le dijo inconforme a Dios:
Señor, no entiendo como Tú, que todo lo has hecho perfecto, has permitido que seamos parte de tu creación, acaso, ¿somos aquello que de tu obra sobró? Todos nos desprecian e ignoran, se quejan de nosotras porque no tenemos vida, estamos atravesadas en medio del camino, hacemos que otros tropiecen y caigan; hay quienes nos utilizan para castigar, herir, romper, golpear; se dice de nosotras que somos el símbolo del odio y desamor; por ello expresan que existen corazones de piedras, que no logran sentir o brindar amor. Sólo tienen mejor suerte aquellas que por su linda apariencia, son llamadas piedras preciosas porque tienen para los seres humanos mucho valor. ¿No hubiera sido mejor que en vez de piedras fuéramos tierra que se deja moldear y permite que sobre ella se graben huellas que otros puedan pisar y continuar? Ya estamos cansadas de escuchar maldiciones y que nos culpen de las caídas y tropiezos de aquellos que se encuentran con nosotras en su caminar.
Dios la tomó en sus manos, la contempló con amor y ternura y mirándola fijamente le dijo:
Hija mía, ustedes son también parte indispensable de mi creación, ¿por qué no intestas ver con otros ojos para que puedes descubrir tu misión? Las piedras también son importantes, sirven para construir fuertes edificaciones y unidas crean puentes sobre ríos, recuerda que le dije al apóstol Pedro: «De ahora en adelante serás piedra y sobre ti edificaré mi Iglesia». Algunas se convierten en apoyo de quienes se aferran a ellas para descansar. Las piedras son el instrumento que utilizo para que la humanidad escuche mi voz y tome el verdadero camino, por ello cuando tropiezan con una de ustedes, aunque quizás les cause dolor, saben que por ahí no era el paso correcto, que deben buscar otra ruta mejor. Los caminos fáciles no llevan a ninguna parte, a veces es necesario experimentar un tropiezo, para así aprender a caer y levantarse sin perder la esperanza ni quitar la mirada del cielo. Las piedras ayudan a fortalecer a la humanidad, porque algunas están en medio del camino y son tan pesadas, que logran que mis hijos se hagan fuertes al intentar moverlas o apartarlas de su senda. Los hombres, al superar las piedras del camino adquieran madurez y sabiduría. Con las piedras preciosas sucede igual que con muchos de mis seres, que se dejan llevar solo por las apariencias y no logran ver o descubrir lo que realmente tiene valor. Muchas de ellas inspiran más que admiración, ambición, y causan un sin números de problemas, disturbios y corrupción… No te sientas culpable si alguien os utiliza para herir, destruir o golpear. Así suele suceder con tantas cosas que he creado por amor a la humanidad, pero la humanidad no ha sabido utilizar ni valorar. Con ustedes también se demuestra la grandeza del amor, porque así como el agua gotita a gotita logra desmoronar la más grande y pesada piedra. El amor, detalle a detalle, con paciencia y dedicación, puede ablandar y conquistar el más duro e insensible corazón. Las piedras son herramientas, las utilizó el hombre en sus orígenes y a partir de ellas se inició el progreso en el mundo; también las utiliza el artista, con el cincel la golpea para construir su obra, en la que expresa su sentidas emociones. Las piedras no son enemigas, son amigas que intentan enseñar, fortalecer y mostrar el mejor camino; hace humilde al corazón orgulloso que eligió un camino fácil; logra que aterrice el vanidoso que de su realidad se olvidó. Las piedras son Maestras de la vida, instrumentos que sirven para despertar, fortificar, modelar y hacer madurar al corazón. ¿Ya entiendes hija mía, porque siempre he dicho que todo aquello que hay en mi creación, tiene un fin específico y contiene en su interior un toque de mi perfección? Recuerda esa gran verdad que uno de mis hijos escribió: «sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos».

No te quejes de las piedras del camino, reflexiona sobre lo que te muestra y enseña; quizás, intencionadamente, alguna piedra se atraviesa en tu camino para que hagas un parada, retomes nuevas fuerzas y logres llegar mucho más lejos…
El dolor no deforma sino que transforma, es necesario caer para aprender a levantarse, tropezar para poder ir con más seguridad, dando pasos cortos con pisadas firmes que dejen huellas que otros quieran seguir y continuar con sus propios pasos.

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