Cuenta la leyenda que una vez una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga. Ésta huía rápido y con miedo de la feroz depredadora, y la serpiente no pensaba desistir.
Huyó un día, y ella no desistía, dos días y nada… Al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga paró y dijo a la serpiente:
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—No he tenido este precedente con nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar…
—¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
—¡No!
—¿Yo te hice algún mal?
—¡No!
—Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?
—Porque no soporto verte brillar…
¿Quién no se ha sentido alguna vez objeto, de envidias, de falsos sentimientos y rencores inútiles, porque alguien no soporta tu brillo?
A veces, nos vemos envueltos en situaciones dolorosas y desagradables, porque personas con las que has vivido y compartido parte de tu vida, de pronto se convierten en seres irreconocibles, que van por detrás levantando falsos testimonio para desacreditarte y dañar tu integridad moral, y por delante te dicen que te quieren.
Hay que alejarse de ese tipo de persona que jura estar siempre a tu lado y que al más mínimo problema te dan la espalda esperando el mejor momento para hacerte más daño. Sin embargo es bueno recordar que aunque nos hieran, no podrán tocarnos, porque nuestra luz seguirá brillando, nuestra esencia seguirá intacta por siempre, pase lo que pase.
No hay comentarios :
Publicar un comentario