jueves, 9 de octubre de 2014

A fuego lento

La ranita que no sabía que se estaba cocinando…
Una ranita nadaba tranquilamente en una cacerola con agua fría. Se enciende un pequeño fuego bajo la cacerola y el agua se calienta lentamente.
Poco a poco el agua se pone tibia y la ranita la encuentra agradable y sigue nadando. La temperatura sigue subiendo y la ranita no se asusta, pero el agua va calentando más de lo que la ranita puede soportar. Aunque se va fatigando no reacciona, ya que el ritmo de cambio de temperatura del agua es lento que casi no percibe, pero el agua va alcanzando una alta temperatura que va debilitando a la ranita, y en estado de laxitud ha perdido el reflejo que le impulsaría a salir de la cacerola para salvarse, pero, termina por cocinarse. Si a la misma ranita se le mete en el agua caliente, su primer impulso es saltar y librarse… Pero al ser de frío a caliente, poco a poco, lentamente, sin darse cuenta se ha cocinado.
Ese proceso aplicado a la sociedad… Nos viene a demostrar que cuando los cambios se van introduciendo de manera que no se perciben, escapan a la conciencia y no provocan la reacción o la oposición, y aunque los cambios no sean tan convincentes o convenientes, a veces calan y acampan con normalidad, derivando en la banalidad o en la indiferencia.

Así es. ¡Nos van cocinando a fuego lento! En nombre del progreso y de la ciencia se efectúan continuos ataques a la libertad y a la dignidad de las personas, y van contagiando con su veneno la candidez de la moral universal.

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