Desafiar es provocar, enfrentarse, oponerse o contradecir, también es retar, rivalidad, competir, trasgredir… Si vamos a ver, la propia vida es un desafío constante: el día a día se nos presenta con sus propios desafíos que ponen a prueba nuestra capacidad y resistencia, pero también sirve para lograr objetivos y alcanzar metas. Nos marcamos los desafíos, como queriendo retar al tiempo o al destino.
Una actitud desafiante es lo contrario a una actitud conformista; quién desafía lucha, se opone y critica. El concepto desafío significa literalmente quitar o perder la fe en algo o alguien, pero malo cuando, como respuesta tomamos la conducta de retar desaforadamente, trasgrediendo normas para mostrar nuestra valentía o valía… Los retos requieren de una respuesta desafiante, un duelo en función de la ofensa recibida.
Estas últimas semanas estamos siendo espectadores de un desafío a nivel nacional. Aunque hace años que vienen mareando la perdiz, el pulso Institucional se libra estos días. El reto nacionalista es un desafío a un Estado soberano y, lejos de acatar las leyes, siguen dorando la píldora y retan al Estado, a los Jueces y a quienes se opongan a su desafío provocador, porque, aunque reconocen que la desobediencia no es la vía, no van a rectificar, y los trámites de la consulta soberanista prosiguen pese a la suspensión cautelar del Tribunal Constitucional. Un claro desacato al borde de la ley. Un desafío sujeto a querellas contra quienes sean sus inductores, promotores, autores y cómplices. Esto más bien es un desafío entre dos poderes que se medirán las fuerzas con sus leyes, y lo ilegal puede colar bajo el amparo de la ley.
Desafío también se utiliza como acción para superar un escollo: cómo afrontar una enfermedad, la pérdida de un trabajo, la muerte de un familiar, los conflictos familiares…
Sin embargo, nos llama poderosamente la atención la actitud desafiante que muestran muchos niños criados en armonía familiar y social. Sí que resulta inexplicable encontrar conductas desafiantes o de oposición a lo largo de un ciclo evolutivo «normal» de cualquier niño. La conducta de oposición puede tomar diferentes formas, desde la pasividad extrema (no obedecer sistemáticamente mostrándose pasivo o inactivo) a sus formas más extremas, es decir, verbalizaciones negativas, insultos, hostilidad o resistencia física con agresividad hacia las figuras de autoridad, ya sean los propios padres, maestros o educadores.
Según los psicólogos, los comportamientos negativistas y desafiantes se expresan por una terquedad persistente, resistencia y mala tolerancia a las órdenes, negativa a comprometerse, ceder o negociar con adultos o compañeros. Igualmente hay una tendencia deliberada a sobrepasar los límites o normas establecidas, aceptando mal o culpabilizando a otros de sus propios actos. La hostilidad puede dirigirse hacia las figuras de autoridad pero, también, hacia los compañeros. Se manifiesta molestando deliberadamente a los otros sin causa aparente o por motivos insignificantes. En estos episodios suelen aparecer insultos o palabras despectivas hacia las otras personas pero sin llegar aún a la agresión física.
Podemos decir que, según el propósito, hay desafíos buenos y desafíos malos… Entonces, no al desafío desafiante, sí al desafío para el crecimiento personal. «El que no se desafía a sí mismo se apoltrona», dijo Lee Iacocca. Y según Richard Bach, «No es el desafío lo que define quiénes somos ni qué somos capaces de ser, sino cómo afrontamos ese desafío: podemos prender fuego a las ruinas o construir un camino, a través de ellas, paso a paso, hacia la libertad». Yo, para todos deseo una vida interesante y con sentido, como dijera Ralph Waldo: «Los retos hacen que la vida sea interesante. Superarlos es lo que hace que la vida tenga sentido».
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