Para la mayoría de la gente, las serpientes son reptiles repugnantes, espeluznantes, asquerosos, y verlas en el nido donde se revuelven frenéticamente y se enredan unas con otras, como si estuvieran luchando por asfixiarse la una a la otra, es una estampa desagradable.
Cuando se
utiliza esta expresión 'nido de víboras' se refiriere a un grupo de 'gente
oscura' que se alían con un fin conspiratorio y confabulan para hostigar, perjudicar y dañar con su veneno a quién brille y le pueda hacer sombra, o que tenga conocimiento de algo que no quieren que se sepa... En esos nidos son especialistas en ‘tirar la piedra y esconder la mano’, y se forman
en cualquier entidad o colectivo, ya sea familiar, educativo, deportivo,
religioso, ahí es muy complicado distinguir los ‘buenos’ de los ‘malos’.
Tantas veces los ‘buenos’ son tontos útiles y los ‘malos’ son maestros de
presentarse como ángeles de luz…
Dicen serpiente y pensamos pecado. A veces me he preguntado
por qué la serpiente personifica (Génesis 3) la tentación, la traición a Dios y
a la fe, símbolo de todo mal; o la serpiente de bronce (2 Reyes 18, 4) como
idolatría.