domingo, 3 de enero de 2021

Verdad Universal


 

Cada año, cuando nos metemos de lleno en el mes de diciembre, muchas personas empiezan a hablar del espíritu de la Navidad, pero ¿sabemos realmente de qué se trata? Muchos lo relacionan con la decoración de luces y árboles, con los dulces típicos de la época, con cenas copiosas, con la compra de regalos… Pero no, esto poco tiene que ver con el verdadero Espíritu de Navidad.

En este extraordinario Misterio "Verdad universal" se mide toda la Historia de la humanidad: la general y la personal que combate entre dos banderas: la de “los valores del hombre”, que rinde culto al becerro de oro, al mundo, al demonio y la carne, enemigos del alma, por un lado; y la de las virtudes de la redención del Amor Supremo hecho Niño, por otro.

Más, si la Verdad es eterna y universal, también lo es el error humano en creerse medida de todas las cosas (eso que llaman humanismo). Así, el mundo en que vivimos es heredero del error, sostenido con pertinacia, contra los principios ciertos de la ley eterna, en continuo disparate y equivocadas acciones, gravemente injuriosas contra la ley natural, con grandes daños y tormentos infligidos injustamente a la naturaleza de las cosas, los animales y las personas. 

Todo queda justificado por los “valores” de éxito, excelencia y fortuna de los elegidos y del estigma del fracaso, bajo el falso principio de la doble predestinación (praedestinatio gemina), convertido en modelo y canon impuesto por las reformas, herejías de la soberbia humana, contrarias a las virtudes naturales, humanas y teológicas, cuya demencia llegó a osar prohibir la celebración de la Navidad (bajo pena de muerte) y ante su fracaso, tratar de convertirla en un sinsentido comercial especulativo lucrativo, bajo el estúpido sensiblero lema del “espíritu navideño”.

¡Venite adoremus Dominum! ¡Venid y adoremos al Señor! El Niño Dios, Rey de reyes, Sabio entre los sabios… Un pobre Niño, nacido en un pesebre, ha venido para redimir al mundo (y a mí pecador), y su Divino Amor salvará a los hombres de buena voluntad. Esto se hace inaceptable para los que se creen con “valores superiores”, predestinados por la fortuna, condenando (grave pecado contra la caridad) a los menos afortunados. Y el Niño será despreciado por los poderosos, inaceptable para los que creen en los “valores de la excelencia”. Y será crucificado como reo, inaceptable para los que creen en los “valores del éxito”.

El Niño Dios ha nacido en el pesebre de un establo, refugiado en la sencillez del calor de una simple mula y de un buey, y rodeado de humildes pastores. El poder terrenal de los hombres, los poderosos, se siente amenazados y decretan la persecución y muerte de los inocentes. Y se legisla para asesinar inocentes —como en tiempos del nacimiento del Niño Dios, crimen de lesa majestad (que recriminaran futuras generaciones, como nosotros recriminamos, a los espartanos, su barbarie)—. Y se legisla contranatura —como Sodoma y Gomorra—. Ambas porque un reducido número de elegidos (como sumos sacerdotes del Sanedrín o senadores romanos) han determinado reducir el número de almas, ya que no necesitan más de un determinado número de braceros y hay demasiados que mantener. Y se legisla para que los poderosos tengan más y de forma más injusta a costa de los otros indefensos.

Aún y así se nos hace patente y recuerda que los reyes y los sabios de la tierra deben pleitesía al pobre Niño del establo: que tan claro estaba grabado a fuego en las entendederas y corazones de “nuestros abuelos” y que tan rápido nos han hecho olvidar. ¡Qué sentido común, evidente! ¡Qué sencillez y claridad de pensamiento de corazón y de alma!

Por casualidad Jesús nació en un pesebre, pero con el calor de una familia. Una Familia Sagrada, elegida por Dios. Su madre María, lo arrulla con cariño, José lo vela y protege. Un Niño nos ha nacido y es presentado con su familia en el Templo. En el templo se encontraba Simeón que vivía consagrado a Dios, al verlos, impulsado por el Espíritu tomó al Niño en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, ya puedes dejar irse en paz a tu siervo, porque han visto mis ojos al Salvador... al que viene a ser luz para las gentes y gloria de tu pueblo Israel...".  

La fiesta de la Presentación de Jesús significa mucho, es otra manifestación de Dios al pueblo, para que todos puedan ver las puertas del corazón de Dios: «Los pobres y enfermos, esos que suelen ser despreciados y olvidados, o aquellos que no tienen con qué recompensarte» (Lc 14,14).   y en el seno familiar vivió y creció hasta que llegó la hora de cumplir con su misión evangelizadora.

El hombre nace de la carne y del Espíritu. La distinción entre estos dos nacimientos, así como lo que se toma de ellos se hace más clara en los versos 6-8 del mismo capítulo 3:6-8 de Juan, que dicen:

“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido; más ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.”

Como en el primer nacimiento, nacimiento de padres humanos, obtuvimos lo que ellos son, Carne; así en el segundo nacimiento, el nacimiento de arriba o de Dios, obtenemos lo que el padre de este nacimiento es, Espíritu. Y como los cinco sentidos, la carne que heredamos del primer nacimiento, hace posible que nos comuniquemos con nuestros padres humanos, así también el espíritu que heredamos del segundo nacimiento nos posibilita para comunicarnos con nuestro padre espiritual, Dios.

Así como no todo lo que brilla es oro, tampoco todos los que dicen creer en Jesús creen de verdad. Mucha gente ha confundido el creer de verdad con apenas creer, o creer por ratos a conveniencia... Esa es la razón de tantas frustraciones en la fe.

La primera manifestación, aparición y revelación —epipháneia [ἐπιφάνεια]— es la adoración de los reyes y sabios de la tierra: «Toda rodilla se doble, de los que están en los cielos, en la tierra, en los abismos; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre».

¿Qué diferencia existe entre la verdad absoluta y la verdad relativa?   La verdad absoluta es aquella cuya, principio o valor o existencia no puede ser cambiado ni alterado y aunque se rechace, sigue siendo verdad, una realidad inflexible: Hechos inalterables, fijos e invariables.

Mientras que la verdad relativa es aquella, que se define conforme al criterio humano o en opinión propia y particular.

Verdad universal. Un niño ha traído la esperanza. Ha nacido el Salvador:  Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14:6).

Como Simeón, dejémonos impresionar por la ternura al contemplar a Jesús recién nacido, y alabemos a Dios que nos ha manifestado su amor infinito:

Jesús, al nacer te hiciste pequeño y humilde,

para que no tengamos miedo y te acojamos,

y con tu humildad curas nuestros aires de grandeza.

Jesús, fuiste bebé para mostrarnos tu ternura,

para que podamos sentir y gozar con tu cariño,

para que nuestro corazón sepa recibir y regalar amor.

Jesús, te has acercado a nosotros como amigo, 

para ofrecernos tu ayuda, tu alegría y compañía, 

para que no desfallezcamos en el camino.

Jesús, viniste hace 2000 años y hoy sigues a nuestro lado,

en el corazón de cada persona, en el pan que comulgamos.

Gracias por tu cercanía, por tu amor, por tu entrega, por tu paz.


Fotografía: Internet

 

 

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