martes, 19 de enero de 2021

Día memorable


Hoy, tal día como hoy en el que mis padres decidieron unir sus vidas para siempre, quiero dejarle esta misiva de agradecimiento y de veneración. Una huella de reconocimiento por esa labor tan esmerada y sacrificada, pero impregnada de un amor infinito, y que siempre supieron mantener el límite entre la armonía, la confianza y el respeto. Por eso quiero expresarles a mis padres, hoy y siempre, mi agradecimiento por todo su esfuerzo, dedicación, compromiso y sacrificio, por hacer que mi vida haya sido un refugio, no sólo de protección familiar, sino de tranquilidad, paz y mucha felicidad junto a ellos, y que se prolonga en el tiempo a pesar de la ausencia…

Para nadie es un misterio cómo llegamos a este mundo, pero en muchas ocasiones no somos conscientes del gran esfuerzo que significa mantener una familia, criar y cuidar de los hijos y ser un ejemplo a seguir.

La vida nos enseña que la tarea de ser padres en más difícil y sacrificada de lo que esperábamos y por eso es necesario que agradezcamos a nuestros progenitores toda la dedicación y el cariño que nos dieron. Los padres vuelcan en sus hijos toda su vida, sus enseñanzas, sus sueños, sus alegrías, sus desvelos, sus angustias, sus inquietudes, sus esperanzas y ellos enfocan su horizonte junto a sus hijos.

Mis padres marcaron la dirección de nuestro camino por medio de la educación, el ejemplo y los valores familiares, pero siempre llega el momento en el que debemos seguir solos y buscar nuevos rumbos sin perder ese horizonte marcado como pilar fundamental de rectitud y honestidad, y con ellos en nuestra memoria nunca les fallaremos.

Mis padres fueron el motor de lo que somos y seremos en el futuro, porque sólo fuimos una semilla, pero ellos se encargaron de nutrirla y moldearla para que, haciendo honor a su ejemplo seamos de provecho. La luz de los padres se refleja en los buenos hijos. Ver que crecen y dan frutos los llenan de una gran esperanza y confianza, confianza en que sabrán esforzarse por construir en el corazón de los hijos de sus hijos, esos mismos valores que ellos han construido en nosotros. Y por experiencia propia saben, que no siempre se consigue, pero las enseñanzas quedan por siempre.

Después de transitar juntos un trayecto importante de mi vida y de conocer lo que significa tal responsabilidad, me doy cuenta de lo injusto que podemos ser los hijos al no darnos cuenta en su momento de la cantidad de situaciones que soportan los padres por culpa de la insensatez juvenil e irresponsable de los hijos y que a duras penas debieron superar para poder, tras las lágrimas, mantener una sonrisa a pesar de los pesares.

Esa entereza que prevaleció en ellos muestra el resultado de una fortaleza en la fe y en mantener en pie el pilar de la familia. Gracias por mantener la estabilidad del hogar, por superar los problemas entre las paredes de la casa y gracias al amor que se profesaron, se apoyaban uno en el otro para llevar la cruz común.

Ustedes son un ejemplo para cualquier familia, base fundamental de la unión del hogar, porque siempre supieron hacer de nuestras vidas un proceso de aprendizaje que nos conducía a saber distinguir entre lo conveniente y lo perjudicial, a ser decididos y valientes, a tener iniciativa, criterio y capacidad de decisión para afrontar los momentos difíciles. También nos hicieron ver, que de las equivocaciones también se aprende y que son una oportunidad para recapacitar y cambiar; lo peor es que los hijos cejan en el error.

Mamá, papá, hoy quiero ratificar ese amor profundo que nace de mi alma para con ustedes, por haber sido y por ser la raíz de lo que somos y de todo lo que vendrá en el futuro, deseando que sea lo más parecido a sus enseñanzas y ejemplo.

Gracias por transmitirme valores de fe y de vida. Por enseñarme la filosofía de lo sencillo y no depender de nada ni de nadie.

Gracias por enseñarnos a ser leales, fieles y honestos, a ser sinceros, a no mentir, a ser solidarios, a no hacer daño a nadie.

Gracias por enseñarnos a resolver los problemas afrontándolos y nunca dándoles la espalda.

Gracias por el apoyo, por el consejo a tiempo, por las enseñanzas y por el ejemplo que nos dieron con su comportamiento y su forma de vivir la vida.

Gracias por hacerme entender que mi corazón no necesita de lujos para ser feliz, que lo importante no es tener mucho sino saber compartir lo que se tiene y por hacernos ver que la felicidad no está en tener, sino en ser.

Gracias por inculcarnos la educación y el estudio como la base fundamental del desarrollo personal, intelectual y profesional, porque gracias a eso hoy tengo seguridad en mí misma y puedo ir de cara para descubrir lo oculto de las acciones que pretendan denigrar mi persona. Para andar por la vida hay que saber respetar y ser íntegros y responsables, aunque no te paguen con la misma moneda.

En esta carta de agradecimiento a mis padres deseo reconocer el maravilloso entorno pacífico, seguro y confiable que construyeron alrededor de una familia unida, sin trampa ni cartón, sin enredos ni mentiras.

Gracias por hacernos entender que el diálogo sincero y honesto es la mejor forma para resolver los conflictos y por mostrarnos que nadie es más que nosotros, ni tampoco nadie está por debajo de nosotros.

Gracias por hacernos ver que no es necesario humillar a nadie para sobresalir, pero que no se puede permitir que nadie nos pisotee o nos quite la dignidad que tenemos como personas; porque ese alguien tenga cargos de conciencia, o por inseguridad, o por no tener el valor de responder con claridad y carácter a sus propios desatinos.

Gracias por enseñarme a ser sincera, a mantener una posición, a creer en mis ideales y en los sueños, a luchar por mis metas, pero siempre actuando con rectitud, sinceridad, lealtad y honestidad.

Les agradezco inmensamente por enseñarnos que una familia unida se construye cada día con nuevos espacios de alegría y vivencias para recordar. Donde unos a otros se ayudan para superarse, pero siempre con lealtad, honestidad y verdad, para que el cariño se fortalezca y crear la necesidad de encuentros familiares, donde florezca el amor verdadero, donde no haya ni falsedad ni hipocresía, ni celos ni ira,  ni mentiras ni conspiraciones. Las relaciones familiares deben ser sanas, pero basta una manzana podrida para estropear un frutero, y eso llena de  tristeza a unos padres que dieron ejemplo de unidad y fraternidad. 

Hoy la tristeza los embarga al ver a sus hijos metidos en un bucle conspiratorio formado por el círculo del odio, donde han creado una historia paralela para ir todos a por una, y lo peor es que sienten satisfacción de su fechoría; unas impulsadas por su maldad, otros cegados por la insensatez y la ignorancia, creen que hacen lo que hay que hacer. Pero los padres que saben el por qué de sus estrategias nunca podrán superar el dolor de ver a sus hijos perdidos en la maldad y el pecado. Y esos hijos nunca tendrán el valor de mirar a los ojos a sus padres, porque saben que sus padres han visto que tienen el  corazón consumido por una venganza alimentada por sus cargos de conciencia.  

Pero como no hay que perder la esperanza de que el bien llegue a triunfar, les doy las gracias por enseñarnos a valorar la familia como un templo sagrado, pero no se entristezcan, porque sus enseñanzas están sembradas y lo sembrado, tarde o temprano brotará, aunque haya que esperar a que la verdad se restaure.

Ustedes son un orgullo y ejemplo de respeto, armonía, complicidad, confianza, tolerancia, entrega, dedicación, lealtad, apoyo y perseverancia, creo que nada de esto sería posible sin ese amor infinito que se tuvieron los dos y que se dejaba palpar en la convivencia del día a día.

En esta carta de agradecimiento a mis padres quiero decir que me siento orgullosa de ellos y agradezco a Dios por dármelos y poder disfrutarlos y amarlos por un tiempo, pero fue tan intenso ese amor, que sigue viva la llama. También sigo manteniendo todo lo que vivimos juntos y sé de las cicatrices del alma, ahí nos mantuvimos más unidos todavía y crecía nuestro cariño al calor de la esperanza.

Ahora comprendo todos los sacrificios que pasaron y mi corazón se estremece al saber que escondían tantas lágrimas. Dejaron grandes lecciones y qué pena que se pierdan... Me enseñaron que para alcanzar los sueños hace falta extender las alas y volar.

Gracias mamá y papá... Gracias a ese día, hoy estoy aquí y soy quién soy.


Fotografía: Internet

  

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