Había una hormiga que dedicaba su vida a trabajar y nada más levantarse, ya tenía planificado lo que tenía que hacer. Un día fue a buscar comida a un estanque que estaba alejado del hormiguero. Al llegar allí vio un precioso lirio que acababa de florecer. Se acercó y le dijo:
—Hola, eres una flor preciosa... pero, ¿qué flor eres?
A lo que la flor respondió:
—Soy un lirio, gracias, ¿y tú?
—Soy una hormiga.
Y, ese fue el inicio de una amistad. Pasaron el día charlando, pero al anochecer tuvieron que separarse prometiendo que se reencontrarían al día siguiente. De regreso a casa, la hormiga pensó que admiraba al lirio: «Mañana le diré que me encanta su forma de ser».
Al día siguiente, la hormiga vio que no había trabajado nada y todo estaba por hacer, así que no pudo acudir a la cita. Tampoco cumplió su palabra 24 horas después, porque amaneció con mucho viento y lloviendo. Al tercer día se despertó muy temprano y corrió al encuentro de su amigo el lirio, pero con gran tristeza lo vio muerto en el suelo, y nunca más pudieron mantener otra conversación ni mostrarse el gran aprecio que sentían mutuamente.
A veces, por cualquier circunstancias dejamos de decirle a las personas que queremos y apreciamos lo importante que son para nosotros, pensando que ya tendremos tiempo de decirselo y puede suceder que no tengamos otra oportunidad para decírselo... Por eso, no esperes a mañana para decir a tus seres queridos lo importantes que son para ti.
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