Con motivo de una conferencia en la que se debatía a fondo el tema de las diferencias generacionales, se pudo escuchar a un joven un tanto engreído mientras le explicaba a un señor mayor cuál era el motivo, según él, de que los viejos no entendieran a los de su generación:
—Ustedes crecieron en un mundo muy diferente al nuestro. Hemos pasado de una época primitiva a otra moderna.
Le soltó al pobre anciano sin pensar si podría ofenderlo, y para argumentar dicha afirmación, el presumido jovenzuelo continuó con estas palabras:
—Los jóvenes de hoy hemos crecido con televisión, Internet, teléfonos móviles, aviones supersónicos, viajes al espacio. Vivimos el auge de la energía nuclear y hemos empezado a conducir coches eléctricos, y nuestros ordenadores procesan a la velocidad de la luz...
El anciano permaneció en silencio antes de responderle así:
—Hijo mío, tienes toda la razón. Nosotros no tuvimos esas cosas, así que ¡las inventamos! Y tú, ¿qué estás haciendo para la próxima generación?
El joven se quedó sin saber qué decir mientras todo el público aplaudía.
Esta historia debería hacernos reflexionar sobre lo mucho que debemos agradecer a quienes nos precedieron, por todo lo que nos han legado con su sacrificio, esfuerzo y trabajo.
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