Vive tu duelo y trabaja la aceptación.
Tómate el tiempo necesario para liberar tu dolor.
No trates de invalidarlo o de bloquearlo;
lo más sano es dejarlo salir.
Acepta lo sucedido sin hacerte muchas preguntas,
hazlo con el valor y la determinación
de hacer cuánto sea necesario para superarlo,
transformarlo o sanar.
Suelta el pasado y perdona.
Mientras más le des vuelta en tu mente al recuerdo de lo que te sucedió,
más se profundizará el dolor.
Soltar significa dejar ir el recuerdo triste y doloroso
para volver a sentirnos bien.
Utiliza el perdón si fuese necesario
para sanar el dolor y suavizar tu situación.
Valórate y cuenta contigo...
¡Eres alguien especial, hecho a imagen y semejanza de Dios!
Haz contacto con tus talentos, dones y capacidades,
evita pensar en tus limitaciones, errores y fracasos del pasado.
Estás en el umbral de una nueva vida que traerá consigo lo mejor para ti.
Sal a caminar, aliméntate bien, descansa y distrae la mente.
Suavízate el momento y acompáñate a vivir.
Siempre podemos volver a comenzar,
y hacerlo con más fuerza, entusiasmo y determinación.
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