martes, 20 de noviembre de 2018

No sé callar mi añoranza


En este tren de la vida, no es posible viajar en el mismo vagón todo tu tiempo con los que quieres y te quieren, eso no es posible; muchas personas que queremos se bajan en la parada anterior y tenemos que continuar solas y los echas de menos. 

Los motivos por los que puedes echar de menos a una persona son variados, no es lo mismo echar de menos a un familiar que se ha ido a vivir lejos, a que haya fallecido. La ausencia deja una sensación desgarradora, un vacío abismal en el que te sientes perdida sin poder orientarte, porque no ves horizonte que te indique un camino. Asumir la ausencia lleva su tiempo, porque no se trata de dejar de echar de menos, sino de que no duela tanto.

Para mí los aniversarios son más dolorosos; a mis padres los echo mucho de menos, los añoro tanto que necesito tocarlos en los recuerdos. No hay día que no les recuerde, bien lo sabe Dios, pero:

Voy moviendo el recuerdo de un lado a otro, como si fuera un mueble o un cuadro que no sé dónde colgar. Demasiado tiempo me debatí en la añoranza, con la mirada clavada en la lejanía, demasiado tiempo permanecí en la soledad, así que ya no sé callar mi añoranza. Ahora me doy cuenta de que no fueron ellos quienes me dejaron. Fui yo la que no les seguí. Elegí y me quedé, como en los cuentos que no acaban bien. Me quedé aprendiendo que la medida del cariño es la añoranza. Me quedé aprendiendo a saber estar; yo, conmigo, sin vuestra presencia, pero fundida en la luz del atardecer de mi vida. 

Carta de un ángel: 

Quiero decirte que estoy bien, entre las nubes y las estrellas más hermosas solo hay paz, amor y perdón. No te pongas triste por mi ausencia, no me he ido de tu lado, simplemente que ahora no me puedes ver como antes, ni puedes oír mi voz, pero estoy contigo a toda hora, en cada latido de tu corazón, en cada lágrima que derramas por mí. 
¿Sabes? te las he secado con mis manos y con mis besos, pero no te das cuenta, el dolor y el no aceptar que no estoy físicamente, no deja que me veas.
 Sabes bien que esta es la ley de la vida. No culpes a nadie. No te sientas culpable por nada, si no me diste un abrazo cuando tuviste tiempo, si no me dijiste cuánto me amabas, olvídalo, tu dolor lo dice todo; anda piensa que estoy bien, sigue sonriendo cuando te acuerdes de mí. 
Recuerda los mejores momentos que compartimos, las veces que reímos juntos... No recuerdes cómo fue mi partida, eso te hace mucho daño, desangra tu alma y tu corazón. 
No te tortures más. Cuando te sientas sola, alza tu mirada al cielo, no importa si es de día, me verás en la nube que esté más cerca, y si es de noche, simplemente busca la estrella más grande, la que brille más... Ahí estaré viéndote y mi titilar te responderá. 
Acuérdate que no fue un adiós que nos dijimos, fue simplemente un hasta luego. Quizás sea pronto nuestro encuentro, quizás pasen muchos años para volvernos a encontrar, pero si te aseguro que ese encuentro entre nosotros es lo único que tenemos seguro. 
No me llores más que eso me pone muy triste y aquí en este lugar no aceptan las tristezas. No me mojes mis alas con tus lágrimas, muchas veces me impides despegarme de la tierra al lugar donde realmente pertenezco. 
Nadie puede decirle a Dios por qué me fui tan pronto, nadie puede reprochar a Dios por enviar a un ángel a buscarme. Cuando te agobien estos pensamientos, tan solo di, ¡Señor, que se haga tu santa voluntad! Tú me lo diste y a ti pertenece, te aseguro que estas palabras te darán consuelo. 
Bueno me despido. Siempre hay fiesta en el cielo, porque muchos vienen a encontrarse con sus seres amados y quiero estar presente para saber la alegría que se siente cuando uno abraza a alguien que dejó en la tierra. Recuerda que te amo mucho y que siempre estaré a tu lado hasta que te vengas sin equipaje, porque aquí sólo se trae lo que siembres en la tierra y que algún día florecerá en las huellas que dejaste. Un abrazo. 

Gracias a Dios tengo fe y esperanza, pero no sé callar mi añoranza. Mis queridos padres, saben que puedo seguir viviendo sintiéndolos cerca, tan cerca, que están iluminando mi mente y mi corazón...

Fotografía: geralt 

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