Si preguntáramos a la gente si quieren ser buenos o malos, seguro que todos contestarían que quieren ser buenas personas. No conozco a nadie que no quiera. Es una tendencia natural en los seres humanos. Unos la potencian, otros la inhiben, pero ahí está acompañándonos en todas nuestras acciones.
Y ¿qué significa ser buena persona? La bondad es una cualidad pero me parece que está totalmente malinterpretada. Muchas veces confundimos la bondad con la debilidad emocional. Si tragas, eres bueno. Si no tragas, eres malo. Tachamos al que se preocupa de defenderse a sí mismo como egoísta. Parece que la única forma de ser buena persona es ayudando a los demás y siendo generoso. Eso es importante, está claro. Pero ¿es lo único?
No. No es lo único.
Desde el punto de vista más humano y cristiano, ser buena persona significa hacer lo que sea por brillar uno mismo, haciendo que los demás también brillen. No nos olvidemos que formamos parte de un Ser más grande que brilla si todas sus células brillan.
Y ¿cómo es una buena persona? Una buena persona es consciente de cómo se siente con cada cosa que hace. Por tanto, es responsable de su propio brillo. Escoge aquellas cosas que le hacen brillar y sentirse bien y desecha aquellas que le oscurecen.
Una buena persona como es consciente de sí misma, tiene la capacidad de ser consciente de lo que sienten los demás. Es responsable, por tanto, del brillo del otro. Escoge actitudes y acciones que hagan al otro sentirse bien y que fomenten su brillo natural, sin olvidarse de su propio brillo.
Hay personas que quieren apropiarse del brillo de los demás; si brillas pero a costa de los demás, ¿eres buena persona? No.
¿Los sin alma también pueden ser felices? ¿El que hace daño, malmete, castiga, usa la violencia, juzga, se rige por el odio y la ira, es egoísta, oprime, maltrata, intimida, se cree superior (o quizá muy inferior), acosa, actúa por envidia, miente, roba, hiere, engaña, menosprecia… ese también es feliz? Porque que lo ansíe vale, pero de ahí a que lo consiga… Va a ser que la mala gente lo tiene más complicado. Algo tendrá que ver el karma y su ley infalible “recoges lo que siembras” pero sobre todo porque nos lo dice y explica la ciencia. Mala persona no es igual que persona con un mal momento.
En concreto lo explica muy bien la profesora de Psicología Sonja Lyubomirsky en un estupendo documental llamado “Happy” (muy recomendable), que realiza un viaje a las entrañas de la felicidad. Pues bien, una de las cuestiones que se tratan, es más o menos esta:
¿Cuánta felicidad traemos de serie y cuánta ganamos o perdemos por el camino? Tras varios años de estudios e investigación, Lyubomirsky nos dice lo siguiente:
50% Genética. La mayoría de nosotros nace con un nivel de felicidad determinado (es decir, el 50% de nuestro índice mayor o menor de felicidad viene de serie, lo llevamos en los genes). A este estado con el que hemos nacido es al que tendemos a volver; después de que algo muy bueno o muy malo nos haya sucedido regresamos a este grado de felicidad interior.
10% Nuestras circunstancias. Curiosamente, circunstancias como el trabajo que realizamos, cuánto dinero tenemos, nuestro estatus social, dónde vivimos e incluso nuestra salud (justo las cosas que creemos nos aportarán o restarán felicidad) solo suponen ¡el 10% de la misma! La cifra es bajísima y sin embargo, es ahí donde solemos centrar las energías.
40% Actividades deliberadas. Aquí en este 40% restante, es dónde está la clave de cómo alcanzar mayores cuotas de felicidad y justo por eso mismo, la explicación del porqué las personas de dudosa humanidad se quedan fuera o atrás.
¿Qué se entiende por actividades deliberadas? Acciones y comportamientos que uno, a propósito, decide llevar a cabo.
—Por ejemplo, una de las recomendaciones que da Sonja es “intentar no adaptarse”: practicar, abrazar el cambio. Promover conscientemente el cambio (buenas noticias para las personas con mentalidad knowmad: ser agente de cambio reporta mayores dosis de felicidad).
—Otra recomendación: rodearse de una buena comunidad, ser partícipe, apoyar, empoderar, compartir, ser seres sociales (otra de las claves de los knowmads y tan propias de esta 'Era Colaborativa' en la que tenemos la suerte de vivir).
—Practicar, porque el cerebro es maleable y se pueden desarrollar sentimientos y actitudes de empatía, compasión, agradecimiento, bondad (que no buenismo) generosidad, respeto, amor. En resumen: Dar, no solo recibir. Los actos bondadosos son los que suben por las nubes los índices de FIB (Felicidad Interior Bruta). Algo que, deja atrás por desgracia a esas almas mermadas.
Las personas que nos rodean nos afectan más de lo que pensamos. Nos demos cuenta o no, su actitud, la forma en la que nos hablan, su perspectiva del mundo e incluso su estado de ánimo nos influyen. Por eso resulta inteligente tener a buenas personas a tu alrededor; esas que, cuando estén a tu lado, te aporten buenas sensaciones.
Karl Marx dijo una vez: “Rodéate de las personas que te hacen feliz. Las personas que te hacen reír, que te ayudan cuando lo necesitas. Las personas que realmente se preocupan. Ellos son los que vale la pena tener en tu vida. Todos los demás, están de paso”.
Estas palabras son una gran verdad, porque después de todo, ¿quién en su sano juicio se rodearía de personas que le hacen infeliz? Tener buenas personas a tu alrededor no es tan simple como parece, pero no es imposible. Para rodearte de las personas adecuadas es importante identificar a las personas equivocadas y mantenerse alejado de ellas.
Estas palabras son una gran verdad, porque después de todo, ¿quién en su sano juicio se rodearía de personas que le hacen infeliz? Tener buenas personas a tu alrededor no es tan simple como parece, pero no es imposible. Para rodearte de las personas adecuadas es importante identificar a las personas equivocadas y mantenerse alejado de ellas.
Resulta crucial identificar a las buenas personas para mantenerlas en tu vida, sea familia o amigo. No es sencillo, pero cuando aprendas a filtrar a las personas equivocadas, aquellos que como parásitos te roban tu energía positiva, pretendiendo apagarte para apoderarse de tu brillo, entonces las personas adecuadas llegarán a tu vida y lo harán de forma natural.
"¿Sabes por qué la buena gente no cambia? Porque a pesar de las desilusiones, humillaciones y los golpes de la vida, siguen pensando con el corazón"
¡Yo, con la buena gente, hasta el fin del mundo…!
Fotografía: sasint
¡Yo, con la buena gente, hasta el fin del mundo…!
Fotografía: sasint
No hay comentarios :
Publicar un comentario