Decía el anciano curandero del alma:
No duele la espalda, duelen las cargas
No dueles los ojos, duele la injusticia
No duelen la cabeza, duelen los pensamientos
No duele la garganta, duele que no se expresa o se expresa con furia
No duele el estómago, duele lo que el alma no digiere
No duele el hígado, duele la ira contenida
No duele el corazón, duele la falta de amor
Y es precisamente él, el amor mismo, quien contiene la poderosa medicina. Brinda amor, es la mejor medicina que el universo nos proporciona para curar cualquier herida.
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