viernes, 18 de mayo de 2018

Madre perfecta


Madre perfecta, la Virgen María… En la tierra, la madre perfecta no existe, existe la madre que se ocupa y preocupa por educar a sus hijos, para que el día de mañana sean hombres de bien; ese es el sueño de toda madre.

Según la psicóloga Álava Sordo, «en maternidad, nuestro mayor enemigo somos nosotras mismas», así lo manifestaba en abc.es, recientemente, con motivo del Día de la Madre. Ese día, además de recibir múltiples felicitaciones, es un momento especial en el que muchas mujeres reflexionan aún más sobre algo que les preocupa casi a diario: ¿soy una buena madre?

«No existe la madre perfecta», así de rotunda lo asegura, Silvia Álava Sordo, psicóloga y autora, entre otros, del libro «Queremos Hijos Felices. Lo que nunca nos enseñaron». Explica que lo que hay que intentar es «ser la madre que necesita nuestro hijo; no la que impone el colegio, la suegra, las amigas, las películas... «Se debe pensar en qué necesita nuestro pequeño y amoldarnos a ellos».

Cada madre es diferente porque, además, cada hijo es distinto. «En maternidad, nuestro mayor enemigo somos nosotras mismas porque nos imponemos metas inalcanzables. Queremos llegar a todo y eso es imposible. Debemos elegir entre aquello que es verdaderamente importante para él y para mí, y centrarnos solo en eso». El problema de que las mujeres se sientan cada vez más exigentes con su maternidad «es que en educación opinan todos y hay que tener cuidado porque no todo lo que se dice es válido. Si alguien tiene dudas, lo mejor es acudir a un especialista antes de comenzar a martirizarse por querer hacer lo que es equivocado».

Sobre todo, sentido común…Lo que sí advierten los expertos es que la sobreprotección de los padres conlleva que los hijos sean menos autónomos, menos responsables, indecisos, infelices, carne de cañón para ser víctimas de acoso... Lo mejor es, según apunta Álava Sordo, dejarse llevar por el sentido común «porque nos dejamos llevar por múltiples teorías y lo mejor es decir 'no' a los pequeños para enseñarles a asumir la frustración y educarles en la responsabilidad».

Explica que en la actualidad muchas mujeres se preguntan y evalúan su papel como madres, más las que salen a trabajar, precisamente porque disponen poco tiempo para dedicar a sus hijos y perciben que no lo hacen bien. «Cuando llegan a casa tienen muchos frentes abiertos —la cena, la plancha, los deberes de los hijos, las duchas...— y un alto nivel de cansancio. Muchas madres se exigen mucho más de lo que realmente pueden llegar a hacer, y ahí está el problema. Se empeñan en que todo esté perfecto y acaban agotadas. No se dan cuenta de que lo que el niño necesita es que su madre esté bien, y lo estará si en vez de siete cosas hace tres. El tiempo de calidad, aunque sea poco, es muy importante», concluye.

Y el psicólogo, Carlos Pajuelo Morán, también tiene su opinión acerca de educar a los hijos. Lleva más de 30 años enfrascado en la tarea de orientar a padres y madres que se sienten genial cuando el desarrollo de los hijos discurre plácidamente, y desesperados cuando aparecen dificultades. Casi a diario recibe demandas de algún padre o madre que se sienten perdidos por no saber qué hacer, ni qué decir, para ayudar a sus hijos. En esos momentos de desesperación nada de lo que se les dice les sirve de ayuda porque o bien dicen “eso ya lo hemos probado” o “eso con mi hijo no sirve”. Pero, aun así, siguen buscando un método para conectar con sus necesidades, y para que entiendan que los padres tienen la obligación de educarlos, y que cuando se les riñe no es porque no se les quiera, todo lo contrario, es porque quieren lo mejor para ellos. Los padres no siempre dan con el método eficaz, aquel que logra que los hijos sean responsables, estudien, coman, duerman, no contesten, no mientan, no fumen, ni beban, lleguen a su hora…etc. El Santo Grial de los Métodos de Educación.

No, no existe un método infalible para educar, dice el psicólogo, porque educar a los hijos no es una técnica, es un compromiso. Un compromiso basado en la generosidad: Te educo porque te quiero.

A educar se aprende educando, cuanto más se practica más se da cuenta el que educa del valor de la educación.

Educando, se equivocan más los padres paralizados por el miedo que los padres que toman decisiones, aunque se no sean las más acertadas.

Educar es guiar y guiamos con nuestro ejemplo. No podemos exigir a nuestros hijos que hagan lo que nosotros no hacemos ni que no hagan lo que nosotros hacemos.

Los hijos necesitan ver y sentir a sus padres educando porque la educación es la mejor manera de mostrar aprecio, cariño y amor.

El camino de la educación está lleno de baches y socavones, no es sencillo, no tiene atajaos, los hijos crecen con el afán de protagonizar sus vidas y no es sencilla la tarea de guiar a quien anhela gobernarse a sí mismo.

El camino de la educación es largo porque no tiene fin, educar dura una vida. Es satisfactorio porque mientras educas es cuando realmente uno se puede sentir padre o madre.

No existe ningún libro, ningún método, ningún programa de televisión y ningún blog que pueda educar, que pueda hacer tu trabajo como padre y como madre. Por eso los padres son irremplazables.

Los hijos no son nuestro proyecto, si fueran un proyecto no tendrían vida propia, habrían nacido para ser lo que otros desean. Los hijos son vidas que surgen de nuestras vidas, vidas que crecen alrededor de las nuestras. Vidas que enriquecen nuestras vidas. No son nuestras ramas, son sus propios troncos.

Tú, tú eres el mejor método de educación para tus hijos. Utilízalo. Educando encontramos que los hijos dan lo que la misma vida nos da: alegrías, lágrimas, sorpresas, certidumbres, días luminosos y días oscuros.

Decía, Howard G. Hendricks: La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón. 

Fotografía: Alessandro Sacchi


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