Que el viento vaya detrás de ti y la lluvia caiga suave sobre tus campos.
Que hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te sostenga suavemente en la palma de su mano y que vivas plenamente por el tiempo que tú quieras.
Que siempre recuerdes olvidar las cosas que te entristecieron, pero nunca olvides recordar aquellas que te alegraron.
Que puedas recordar siempre olvidar a los familiares y amigos que resultaron falsos, pero nunca olvides recordar a aquellos que permanecieron fieles.
Que puedas olvidarte de los problemas que ya pasaron, pero nunca olvides recordar las bendiciones que recibes cada día.
Que siempre hayan palabras cálidas entre todos los que se cobijan bajo tu techo y que el camino siempre se abra a tu puerta.
Que la buena suerte te persiga y cada día y cada noche tengas muros contra el viento, un techo para la lluvia, comida junto al fuego, risas que te consuelen en sintonía con quienes amas y que se colme tu corazón con todo lo que desees.
Que tus vecinos te respeten, los problemas te abandonen, los ángeles te protejan, y el cielo te acoja.
Que tus bolsillos estén pesados y tu corazón ligero.
Que vivas cien años, con un año extra para poder hacer y decir lo que te quede pendiente.
Que Dios esté contigo y te bendiga, que veas a los hijos de tus hijos, que el infortunio te sea breve y te deje rico en bendiciones.
Que no conozcas nada más que la felicidad desde este día en adelante.
Que el viento siempre esté detrás de ti, la lluvia te acaricie y la brisa te bese…
¡Así sea cada año y para siempre!
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