miércoles, 11 de febrero de 2015

La belleza del saludo

Esta es la historia que se cuenta de un hombre que trabajaba en una industria envasadora de carnes. Un día al término de su horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar su funcionamiento, pero inesperadamente se cerró la puerta con el seguro y se quedó atrapado dentro. Golpeó fuertemente la puerta y empezó a gritar, pero nadie lo escuchaba. La mayoría de los trabajadores se habían retirado ya a sus casas y era casi imposible escucharlo por el grosor que tenía esa puerta.
Llevaba cinco horas en el refrigerador al borde de la muerte, pero de repente se abrió la puerta. El guardia de seguridad entró y lo rescató.
Después de esto le preguntaron al guardia el por qué se le ocurrió abrir esa puerta, siendo que los frigoríficos no eran parte de su rutina de trabajo.
Él explicó:
Llevo trabajando en esta empresa 35 años. Cientos de trabajadores entran a la planta cada día, pero él es el único que me saluda cuando llega en las mañanas y se despide de mí al marcharse. El resto de los trabajadores me tratan como si fuera invisible. Yo espero por su hola y su adiós cada día. Hoy me dijo ¡Hola! a la entrada, pero nunca escuché ¡Hasta mañana! Sabiendo que todavía no se había despedido de mí, pensé que debía estar en algún lugar del edificio, por eso lo busqué hasta encontrarlo…

Es hermoso saludar y que te correspondan con una sonrisa; una buena costumbre que está desapareciendo.

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