sábado, 26 de marzo de 2022

Personas sinceras


 

Las personas sinceras son congruentes con sus valores, en tanto que lo que dicen y hacen no se contradice con aquello que piensan. Son coherentes con su comportamiento, pensamientos, ideas y palabras, algo que demuestran incluso cuando lo que opinan va en contra de la opinión de la mayoría.

Una de las principales características de una persona sincera sin máscara es que expresa con absoluta verdad lo que siente, lo que piensa y lo que es. Ser sincero con los demás es una gran prueba de valentía y de libertad.

Todos valoramos la sinceridad y nos gusta relacionarnos con personas sinceras que expresen realmente lo que piensan, siente y son. Este valor es tan importante como necesario es las relaciones interpersonales. Ser sincero tiene que ver más con la honestidad que con la verdad. Al mismo tiempo, suele demandar valentía y generosidad.

La persona sincera también lo es con ella misma. Una persona sincera tendrá que evitar la tentación de la mentira, pues no salirse de manera consciente del relato de la realidad, le hace sentir mejor consigo misma. 

Al mismo tiempo, la sinceridad como patrón suele dar lugar a una actitud abierta ante la experiencia. La persona sincera no solo es honesta con los otros, también lo es consigo misma. Por eso, su manera de ver y vivir la vida la lleva a contemplar cada situación de una manera más ajustada y real.

Lo increíble es que cuando nos encontramos con alguien que habla con sinceridad, en el cerebro se desencadena la misma reacción que cuando tienes frente a ti tu plato de comida favorita, es que esta es una de las mejores virtudes, por tanto, si tienes cerca de ti a personas sinceras no las descuides, son buenos compañeros de viaje.

Son honestas. Las personas sinceras son muy sensibles a las circunstancias a la hora de elegir entre verdad o mentira. Decir la verdad es primordial. Entienden que la honestidad difícilmente se puede negociar, por ello, los demás las ven como personas en las que pueden confiar, siempre.

Buena parte de la honestidad, o de su ausencia, se basa en la comunicación. Por eso precisamente son tan importantes las habilidades sociales; toda una caja de herramientas cognitivas que favorecen los comportamientos que nos dignifican como seres humanos.

Son asertivas y empáticas. Una de estas habilidades es la asertividad, mediante la cual la persona sincera expresa lo que piensa, por encima de que el viento sople o no a favor. En ocasiones, las personas dicen la verdad sin tener en cuenta cómo se sentirá la otra persona, sin “ponerse en su lugar” (empatía), pero, aun tratando de ser sinceros, hay que buscar la manera de que esa verdad cause el menor daño posible. La cuestión no es de contenido, es de forma, y lo que le da forma precisamente a nuestra forma de actuar en entornos sociales, son las habilidades sociales.

Son inteligentes emocionalmente. La inteligencia emocional es clave en la vida de toda persona sincera, pues mediante ella es capaz de identificar, regular y expresar, asertivamente sus emociones. De igual forma esta le permite reconocer las emociones ajenas. Las personas sinceras no solo son inteligentes a nivel emocional, también tienen una madurez sentimental notable. Aceptan lo que les sucede y ven las cosas como son y actúan para entender o modificar todo aquello que pueda ser mejorable .

Las personas sinceras aceptan lo que la vida les ofrece, tanto lo bueno como lo malo. Cuando hablamos de aceptación nos referimos a la capacidad de reconocer lo que sucede sin resistirse. Es permitir que cada cosa sea como es, como se presenta, como aparece. Esto no quiere decir que los sinceros sean pasivos o personas resignadas; eso no es aceptación. La aceptación es ver las cosas como son y actuar de manera activa sobre ellas para cambiarlas en caso de ser posible.

Las personas sinceras aceptan la vida como viene, porque de no hacerlo estarían negando la realidad de lo que está sucediendo. Sería un autoengaño pretender vivir de acuerdo con lo que no es. Así, las personas sinceras salen al encuentro de la vida y en medio del dolor o del gozo reconocen lo que sienten y lo que piensan. En otras palabras, son honestas con ellas mismas y con la vida.

Son congruentes. Uno de los grandes atractivos de la sinceridad es la disonancia cognitiva -o, mejor dicho, su ausencia-. Por lo general, las personas cuentan muchas mentiras, pero la gente sincera no suelen mentir para evitar el malestar que produce verse como persona poco honesta, prefiriendo pagar el precio que pueda derivarse de la verdad antes que penalizar su autoconcepto de la lealtad.

No se reprimen. La represión es un mecanismo de defensa que se utiliza para inhibir la experiencia o la expresión de sentimientos negativos o pensamientos desagradables. Las personas sinceras no suelen encapsular e ignorar su estado emocional. Son más partidarias de reconocer, expresar y aceptar lo que sienten. Si algo tienen las personas sinceras es una sólida autoestima, son conscientes de sus fortalezas y debilidades.

No reaccionan agresivamente frente a críticas, más bien las toman como simples comentarios y buscan siempre la oportunidad de crecer como individuo y cuando tienen dudas, preguntan, porque al manejarse siempre con honestidad su bienestar físico y mental está siempre en un excelente nivel.

Hablan claro. Comunican las cosas directamente, no le dan tantas vueltas al asunto, saben a dónde quieren llegar. No se conflictúan por expresar sus deseos, dicen lo que piensan y lo que sienten sin ningún temor. Evitan endulzar la realidad, a pesar de que sea difícil escuchar lo que tienen que decir, optan siempre por no enmascarar la verdad.

La relación entre lo que dicen y lo que hacen es real, no activan procesos de manipulación. Son personas libres que no controlan lo que realizan los otros. Para ellos las verdades a medias simplemente no existen, y si dicen que harán algo eso pasará, sin lugar a duda. Enfrentan sus compromisos, se responsabilizan de los hechos y no son arrogantes.

Para terminar, ser una persona sincera en la actualidad (donde toda información nos llega manipulada), no es nada fácil, requiere entrega, persistencia y un cambio en la manera de ser y estar en el mundo. La sinceridad es un compromiso con la verdad, con los demás y con uno mismo. Todos queremos relacionarnos con esta clase de personas, pero ¿nosotros somos sinceros con los demás?

El problema de las personas sinceras es que creen que los demás también lo son.


Fotografía: Internet

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