Soy mujer y ni Irene Montero, ni Cristina Fallarás, ni
Alberto Garzón, ni Carmen Calvo, ni Echenique, me van a enseñar o a imponer
cómo ser mujer.
No os debo nada, sólo habéis traído odio, división,
chabacanería y violencia.
El hombre no es mi enemigo, es mi compañero de vida. Es el
padre que se mató a trabajar para criarme. El abuelo que me escribía poemas
panochos para mi comunión. El amigo con quien compartía pupitre, confidencias,
risas y decepciones. Un amigo con el que me iba de cañas, me espantaba babosos
o me acompañaba a casa. La pareja que me apretaba la mano en cada parto y lloró
más que yo al recibir a sus bebés. Y también es el hijo que tengo que es un
pedazo de pan bendito, no un violador en tu camino.
A mí el patriarcado me ha protegido siempre de los imbéciles,
y de los malvados, que los hay en ambos sexos.
Hombres y mujeres ya somos iguales ante la ley, a pesar de
vosotros, o lo éramos antes de vuestras infames leyes de género que lejos de
ayudar a las víctimas, las multiplican. Libertad sexual ya teníamos, no habéis
inventado nada.
Que un mismo hecho sea o no delito dependiendo de la voluntad
de la mujer es un tremebundo disparate, un atentado contra la seguridad
jurídica y los principios del derecho penal al nivel de convertir en ley el
mensaje demagógico, populachero e indocto de una pancarta.
Una cajera no debería ni dictar leyes ni operar a corazón
abierto. Un cajero tampoco.
Ni machista ni leches, que sois puro cuento. Siempre estáis
buscando el caladero de votos ofendiditos con vuestro patético y falso discurso
emocional.
“Las mujeres también somos seres racionales”. Dios…
¡sobrepasáis todos los límites de la vergüenza ajena!
En fin, que paso de vuestro 8M, fiesta nacional del
coronavirus para todas.
Porque sois tan irresponsables y deshonestos que anteponéis vuestra poltrona ideológica a la salud de los españoles.
¡No habléis en mi nombre! ¡Ni se os ocurra hablar en mi
nombre!
Ana Moradillo
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