sábado, 19 de marzo de 2022

Ser padre hoy


 

Todos nacemos hijos, subraya el Papa en una entrevista sobre asuntos relacionados con la familia y el sentido de la paternidad. Y ser hijo es entroncar con una herencia y una identidad que se configura gracias a la maternidad y también a la paternidad. Ser padre no es una casualidad o el fruto de un empeño. Ser padre es amar, cuidar, responsabilizarse y establecer relaciones libres por el bien de los hijos. Quizás la paternidad esté en crisis, pero ser padre sigue siendo una vocación de amor y de entrega radicalmente necesaria. 

Ser padres hoy no es diferente que ayer. Ser padres entra en el plan vital; es ley de vida nacer y morir. Para nacer necesitamos de los padres que llenos de ilusión y alegría reciben a cada hijo que llega, y los cuida y educa para que sean buenas personas. Bueno era San José y Dios lo eligió para que hiciera de padre de su hijo Jesús, por eso San José es el patrono de los padres.

Se habla mucho de la importancia de la mujer como esposa, como madre, como trabajadora, como responsable de la vida pública... En cambio se habla poco del varón como esposo, como padre, como trabajador, etc. Si ser madre no es fácil, ser padre tampoco. Las dos figuras están unidas de modo inseparable: no puede haber madre sin padre, ni padre sin madre.

Ser padres hoy y siempre es una aventura. Cada hijo entra en la vida de los esposos como un misterio. ¿Será sano, será bueno, será obediente? El cariño de los recién casados madura de un modo especial cuando llega ese momento intenso, grande, en el que la esposa susurra, con más o menos poesía, que ya llega el primero... El esposo de este modo se da cuenta que empieza a ser papá.

Si antes de nacer el padre entra en la vida del niño, su influjo se hace enorme y la espera un manantial de sueños y alegría. La madre conecta al padre con el fruto de su amor, fuente de paz, nido de ilusión que ilumina la espera y enciende la mirada. Sin saberlo, el padre confirma el mensaje constante de cariño que toda madre da a su bebé: la vida es hermosa si nos aman...

La familia es una pequeña sociedad que se crea en torno a las figuras del padre y de la madre y la unión de ambos. Son las primeras figuras de apego del niño y por lo tanto su influencia es determinante en su desarrollo. Tanto el padre como la madre van a constituir las primeras figuras masculina y femenina respectivamente, sobre las que el niño y la niña formen sus modelos de varón y de mujer.

Es justo recordar que el padre no tiene que asumir un papel “unisex”, como si diese lo mismo ser madre o ser padre. El niño necesita dos modelos distintos. Percibe la diferencia entre papá y mamá, diferencia que ayuda a desarrollar una sana psicología. De este modo, si encuentra en casa a padres (papá y mamá) bien definidos, que saben vivir en un clima de respeto y de cariño como soñamos en cualquier matrimonio feliz, le resultará mucho más fácil integrarse en el mundo de los mayores en ese binomio varón-mujer que es la raíz del amor de los esposos y que ha permitido el nacimiento de cada uno de nosotros.

Ser padre hoy puede ser más difícil que antes, pero no lo es si en la familia reina el amor. Respetarse, dialogar, confiar, trabajar juntos, colaborar y ayudar en todo lo que concierne a la vida familiar. Aunque un hogar armonioso no garantiza un hijo perfecto, pero sí un hijo contento de sus padres, que siempre llevará en sus recuerdos hermosas vivencias, lo cual es mucho en un mundo en el que el egoísmo barniza cada día más corazones desilusionados e insatisfechos. Ahora que, si por desgracia ocurriese que un hijo adolescente empieza a abusar de su libertad y a hacer disparates, apartándose y desautorizando a sus padres y rompiendo la armonía familiar, puede pensar que ya no merece la confianza del hogar en el que sus padres se amaban y le amaron, pero siempre llevará en su memoria el calor del hogar, la paciencia y el amor de sus padres, y la semilla sin germinar de las enseñanzas recibidas. Si se aleja o se escapa del hogar, les será fácil pensar en volver, no con el miedo al castigo, sino con la confianza de quien se siente perdonado porque se sabe amado. A pesar de todo, un padre y una madre cuando un hijo ha tomado el camino equivocado, siempre esperan a que recapaciten y rectifiquen, y serán recibidos con los brazos abiertos porque los aman, simplemente, como hijo.

Se necesitan dos para engendrar a un hijo. También se necesitan dos para su desarrollo. La intuición femenina permite a la madre establecer una comunicación vital con el hijo desde el momento mismo de su nacimiento, sabe interpretar las señales de sus necesidades y con mimo lo tranquiliza y sosiega amorosamente. La presencia del padre es de importancia suma: da seguridad, confianza en el porvenir y cierra el círculo del amor que debe rodear al niño. El padre proporciona un elemento único y esencial en la crianza del hijo y su influencia es poderosa en la salud emocional. La madre y el padre, juntos, tomados de la mano, peldaño a peldaño, guían al retoño por el camino de la vida.

El padre de hoy junto a su compañera de viaje se abre a las necesidades más sutiles del hijo: las emocionales y las psíquicas. Trasciende la preocupación de sí mismo y sus ocupaciones y logran ver al hijo en sus propios términos. Propician el ambiente que le permita el desarrollo de su potencial en un marco de respeto y libertad responsable, establecen los límites de la conducta educando en valores. Los padres deben educar con cariño, pero con firmeza.

Los padres no se detienen en la periferia, sino que, desde el entendimiento tratan de conocer al hijo de cerca. Lo guían sin agresividad, con firmeza motivada y razonada por el camino de los valores que desean heredarle. Los padres de hoy se han dado permiso para ver con ojos de amor al retoño de sus entrañas. Advierten en el hijo, más allá de las limitaciones presentes, el cúmulo de posibilidades que está por realizar y a su lado sueñan gozar de cada etapa de su desarrollo.

No hay mayor satisfacción para un padre y una madre que ver crecer a sus hijos sanos y fuertes y que sean buenas personas: Hijos con valores que saben respetar y agradecer, que se esfuerzan por prepararse para el futuro. Pero, también puede ser, que hijos educados en valores al crecer se conviertan en personas indeseables y conflictivas con las que no se pueda convivir.

Para el buen desarrollo y equilibrio mental y emocional, todo hijo necesita de su madre y de su padre, eso es fundamental, además de los abuelos y demás familiares... Vaya mi  recuerdo emocionado para esos hijos que teniendo a sus padres viven privados, injustamente, de su compañía. Hijos que en silencio sufren su ausencia. Hijos que necesitan del calor de la mano paterna que les guíe y proteja y viven añorando la seguridad de un hogar de familia.

Un buen hijo siempre tiene presente las enseñanzas de sus padres y recuerda con cariño las vivencias compartidas. Un buen hijo añora la niñez bajo la protección de sus padres, lo juegos, las risas y el bullicio de la familia alrededor de una mesa. Un buen hijo siente el calor de la piel del regazo de su madre y el calor de la mano de su padre. Un buen hijo honra a sus padres.

Respetar y honrar a los padres es un deber de los hijos. La honra no es querer. La honra no es amar. La honra no es sostener una buena relación en el tiempo, que también... La honra a los padres es asentir a quienes fueron y a quienes son, respetando cada tránsito de su vida sin caer en la tentación de intervenir o cuestionarlos. Es respetar sus circunstancias estemos de acuerdo o no. Es inclinar la cabeza ante sus decisiones. Es ser humildes ante quienes nos dieron la vida, ante lo más grande ante nosotros. Es aplacar la arrogancia de querer enseñarles cómo vivir e indicarles qué deben hacer y que no.

Siempre doy gracias a Dios por darme como padre al mejor hombre del mundo. Yo me siento orgullosa de mi padre y de mi madre, juntos me educaron y me transmitieron valores éticos y morales para vivir y convivir dignamente. Yo siempre agradecida a mis padres a los que valoré, amé, respeté y honré cada día que Dios me dejó disfrutar de su presencia, y hoy que están en el cielo, aunque les echo en falta, les sigo amando y honrando con toda mi alma.

Ser padre es plantar y echar raíces, es enseñar a la vida cogidos de la mano, con coraje y determinación. A todos los padres del mundo, y a los que desde el cielo siguen cuidando a sus hijos: ¡Feliz Día del Padre!

Uno de los más grandes títulos en esta vida es ser padre, pero ninguno como tú, papá. Gracias por todo lo que hiciste por mí. Eres para mí lo que para la tierra es el sol y para la sed el agua. Gracias a ti nunca me faltó nada, mi vida estaba plena teniéndote a ti y a mamá. ¡Gracias papás!

"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a los hijos: raíces y alas", pero tu legado, papá, es más extenso... Tu huella me acompañará por siempre... No te puedo olvidar porque siempre te llevo en mi corazón. Sabes que te quise, que te quiero y te querré. ¡Felicidades papá!


Fotografía: Internet

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