Por fin iba a llegar el día tan deseado en que los novios celebrarían su boda pero, como eran muy pobres, decidieron proponer a cada invitado que trajera una botella de vino para brindar por la eterna felicidad de su unión. De este modo, aportando cada uno su granito de arena, conseguirían que aquel fuese un día de total felicidad.
Cuando los novios llegaron al lugar donde tendría lugar su humilde «banquete», unos mozos sirvieron del barril comunitario una gran copa de vino a cada uno de los allí presentes. Pero cuando dieron el primer trago, todos se quedaron mudos de sorpresa: en las copas sólo había agua. ¿Qué es lo que había ocurrido? Pues que todos habían pensado lo mismo, que por una botella de agua mezclada en un barril lleno de vino no se notaría. Pretendían celebrar esa fiesta sin aportar nada, a costa de lo que los demás trajesen.
Y eso mismo es lo que sucede en la vida real. Todos soñamos con un mundo mejor pero no movemos ni un dedo para lograrlo, y nos conformamos pensando que no podemos hacer nada para acabar con tanta injusticia, que ya actuarán los demás. Sin embargo, sólo el día que pongamos de nuestra parte podremos «brindar» por el triunfo conseguido entre todos.
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