Una noche tuve un sueño. Soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y a través del cielo pasaban las escenas de mi vida.
Por cada escena que pasaba percibía dos pares de huellas en la arena. Una era la mía y la otra del Señor. Pero cuando terminó la última escena miré hacia atrás, hacia las huellas y noté que muchas veces en el camino de mi vida sólo habían un par de pisadas en la arena. Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles y angustiados de mi vida. Eso realmente me perturbó y dije entonces al Señor:
— Señor, tú me dijiste que si yo te seguía, siempre andarías a mi lado, sin embargo, he podido observar que en los momentos más difíciles de mi vida, sólo hay un par de huellas en la arena. ¿Por qué me has dejado sola cuándo más te necesitaba?
El Señor me respondió:
— Mi querida hija, yo te amo y jamás te abandonaría en los momentos de sufrimiento. Cuando sólo ves un par de huellas en la arena ¡hija mía!, es cuando yo te llevo en mis brazos.
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martes, 30 de diciembre de 2014
lunes, 29 de diciembre de 2014
Le pedí a Dios
Le pedí a Dios que me quitara mi orgullo, y dijo no, que no era algo que Él tuviera que quitarme, sino que yo tenía que entregar.
Le pedí a Dios que me concediera paciencia, y dijo no, que la paciencia es fruto de la adversidad, no se concede, se conquista.
Le pedí a Dios que me diera felicidad, y dijo no, que Él da bendiciones, la felicidad depende de mí.
Le pedí a Dios que me quitara el dolor, y dijo no, que el dolor y el sufrimiento me apartan de las preocupaciones mundanas y me acercan más a Él.
Le pedí a Dios que hiciese crecer mi espíritu, y dijo no, que debo crecer personalmente, pero que Él me podaría de vez en cuando.
Le pregunté a Dios si me amaba, y dijo sí, que sólo debo abrir mis ojos para contemplar la creación, y que al agradecer encontraré su amor.
Le pedí a Dios que me ayudara a amar a otros como Él me ama, y dijo:
—Por fin estás empezando a entender…
sábado, 27 de diciembre de 2014
No sólo con la palabra…
No te llenes la boca, no sólo con la palabra, también llena tu espíritu practicando. Actúa, porque solidaridad es todo lo bueno que puedas compartir. Palabra es el sonido o conjunto de sonidos articulados, escritos o hablados, que está dotado de una función y representa una idea. La palabra ‘solidaridad’ engloba toda una idea universal.
Un año más nos disponemos a actualizar unas fechas muy hermosas en las que rememoramos y celebramos el gran acontecimiento que cambió el mundo material por un mundo más humano. La fuerza de ese cambio está al alcance de toda persona de buena voluntad y que sea consciente de la diferencia entre alma y cuerpo. Todo el mensaje se condensa en el significado de una gran palabra que define la grandeza de la humanidad: solidaridad.
viernes, 26 de diciembre de 2014
Diálogo con Sócrates
—¿Cuál es la más antigua de todas las cosas?
—Dios, porque siempre ha existido.
—¿Cuál es la más hermosa?
—El universo, porque es la obra de Dios.
—¿Cuál es la más grande de todas las cosas?
—El espacio, porque contiene todo lo que ha sido creado.
—¿Cuál es la más constante?
—La esperanza, porque se queda con el hombre después de que él ha perdido todo.
—¿Cuál es la mejor de todas las cosas?
—La virtud, porque sin ella no existe nada bueno.
—¿Cuál es la más rápida de todas las cosas?
—El pensamiento, porque puede volar hasta el fin del universo.
—¿Cuál es la más fuerte?
—La necesidad, que obliga a enfrentar los peligros.
—¿Cuál es la más fácil?
—El dar consejos.
—¿Cuál es la más difícil de todas las cosas?
—¡Conocerte a ti mismo!
Gran verdad de ayer y hoy.
—Dios, porque siempre ha existido.
—¿Cuál es la más hermosa?
—El universo, porque es la obra de Dios.
—¿Cuál es la más grande de todas las cosas?
—El espacio, porque contiene todo lo que ha sido creado.
—¿Cuál es la más constante?
—La esperanza, porque se queda con el hombre después de que él ha perdido todo.
—¿Cuál es la mejor de todas las cosas?
—La virtud, porque sin ella no existe nada bueno.
—¿Cuál es la más rápida de todas las cosas?
—El pensamiento, porque puede volar hasta el fin del universo.
—¿Cuál es la más fuerte?
—La necesidad, que obliga a enfrentar los peligros.
—¿Cuál es la más fácil?
—El dar consejos.
—¿Cuál es la más difícil de todas las cosas?
—¡Conocerte a ti mismo!
Gran verdad de ayer y hoy.
miércoles, 24 de diciembre de 2014
La tienda
Tiempo atrás caminaba por el sendero de la vida y encontré un letrero que decía «LA TIENDA». Me acerqué a la puerta y la misma se abrió lentamente. Cuando me di cuenta, ya estaba dentro. Vi muchos ángeles parados por todas partes. Uno de ellos me entregó una canasta y me dijo:
—Elige tranquila, todo lo que un buen hijo de Dios necesita se encuentra en esta tienda.
Primero compré Paciencia. Luego, vi que el Amor estaba en la misma fila y también lo tomé. Más abajo había Comprensión, que siempre se necesita. Compré dos cajas de Sabiduría y dos bolsas de Fe. Me llamó mucho la atención el estante del Perdón y decidí llevar seis o siete de ellos.
En otros estantes me detuve a comprar Fuerza y Coraje para ayudarme en esta carrera de la vida. Cuando ya tenía la canasta casi llena recordé que necesitaba un poco de Gracias. Tampoco me podía olvidar de la Salvación que ese día la ofrecían gratis.
Caminé hasta la caja para pagar mi cuenta pues creí que ya tenía todo lo que necesitaba. Al lado de la caja vi la Oración y la puse con cariño en mi canasta, pues la necesito para poder avanzar en la vida. La Paz y la Felicidad estaban en los estantes pequeños y tomé también un envase de cada una. La Alegría colgaba del techo y arranqué una para mí.
Llegué al cajero y le pregunté:
—¿Cuánto le debo?
Con una amplia sonrisa, él me contestó:
—El Señor ya pagó tu cuenta, hace mucho, mucho tiempo…
martes, 23 de diciembre de 2014
El campo fértil
Un Maestro dejó a uno de sus discípulos un arrozal para que lo cuidara durante tres años. Cuando el primer año llegó a su término, el Maestro fue a ver el campo y la cosecha había sido muy buena, puesto que el discípulo había provisto a la tierra del agua que necesitaba. Transcurrió otro año y resultó que la cosecha fue más abundante que la anterior, puesto que el joven había abonado convenientemente el campo. Cuando el tercer año finalizó, el Maestro se dirigió al arrozal para ver los resultados obtenidos, pero resultó que el discípulo, entusiasmado con la producción del año anterior, abonó demasiado la tierra, dio muchísimo arroz pero tan pequeño y frágil que no servía para comerciar con él. En realidad fue una cosecha inútil, y el trabajo realizado no dio ningún fruto.
Entonces el Maestro dijo a su discípulo:
—Así pasa con las personas. Fortaleces a alguien cuando le ayudas un poco, pero si le ayudas demasiado, lo debilitas.
Entonces el Maestro dijo a su discípulo:
—Así pasa con las personas. Fortaleces a alguien cuando le ayudas un poco, pero si le ayudas demasiado, lo debilitas.
lunes, 22 de diciembre de 2014
La amante o la esposa
Un hombre que estaba con dos mujeres y no sabía qué decidir, preguntó a un sabio si debía quedarse con su esposa o con su amante…
El sabio tomó dos flores en su mano: una rosa y un cactus y le preguntó:
—Si yo te doy a escoger una flor, ¿cuál eliges?
El hombre sonrió y dijo:
—La rosa, ¡es lógico!
El sabio respondió:
—A veces, los hombres se dejan llevar por la belleza externa o lo mundano y eligen lo que brilla más, lo que aparentemente vale más; pero en estos placeres no está el amor. Yo me quedaría con el cactus, porque la rosa se marchita y muere; el cactus en cambio, sin importar el tiempo o el clima seguirá igual, verde, con sus espinas… y un día dará la flor más hermosa que jamás hayas visto.
Tu mujer conoce al hombre real: tus debilidades, tus defectos, tus errores, tus gritos, tus malos tratos y aun así, está contigo.
Y tu amante conoce al hombre superficial: tu dinero, tus lujos, tu sonrisa de felicidad, y por eso está contigo.
Ahora, dime hombre, ¿con quién te quedarás…?
sábado, 20 de diciembre de 2014
Ni tú ni yo somos los mismos
El Buda fue el hombre más despierto de su época. Nadie como él comprendió el sufrimiento humano y desarrolló la benevolencia y la compasión. Entre sus primos se encontraba el perverso Devadatta, siempre celoso del maestro y empeñado en desacreditarlo e incluso dispuesto a matarlo.
Cierto día que el Buda estaba paseando tranquilamente, a su paso Devadatta le arrojó una pesada roca desde la cima de una colina, con la intención de acabar con su vida. Sin embargo, la roca cayó al lado del Buda y Devadatta no pudo conseguir su objetivo. El Buda se dio cuenta de lo sucedido pero permaneció impasible, sin perder la sonrisa de los labios.
Días después, el Buda se cruzó con su primo y lo saludó afectuosamente. Muy sorprendido, Devadatta preguntó:
—¿No estás enfadado, señor?
—No, claro que no.
Sin salir de su asombro, inquirió: ¿Por qué, no?
Y el Buda le contestó:
—Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando me fue arrojada.
Cierto día que el Buda estaba paseando tranquilamente, a su paso Devadatta le arrojó una pesada roca desde la cima de una colina, con la intención de acabar con su vida. Sin embargo, la roca cayó al lado del Buda y Devadatta no pudo conseguir su objetivo. El Buda se dio cuenta de lo sucedido pero permaneció impasible, sin perder la sonrisa de los labios.
Días después, el Buda se cruzó con su primo y lo saludó afectuosamente. Muy sorprendido, Devadatta preguntó:
—¿No estás enfadado, señor?
—No, claro que no.
Sin salir de su asombro, inquirió: ¿Por qué, no?
Y el Buda le contestó:
—Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando me fue arrojada.
viernes, 19 de diciembre de 2014
El ratón y el camello
Un ratón se apoderó un día de la brida de un camello y le ordenó que se pusiera en marcha.
El camello era de naturaleza dócil y se puso en marcha.
El ratón, entonces, se llenó de orgullo. Llegaron de pronto ante un arroyo y el ratón se detuvo.
—¡Oh, amigo mío! ¿Por qué te detienes? ¡Camina tú que eres mi guía!
El ratón dijo:
—Este arroyo me parece profundo y temo ahogarme.
—¡Voy a probar! —Y avanzó por el agua.— El agua no es profunda. Apenas me llega a las corvas.
El ratón le dijo:
—Lo que a ti te parece una hormiga es un dragón para mí. Si el agua te llega a las corvas, debe cubrir mi cabeza en varios cientos de metros.
Entonces el camello contestó:
—En ese caso, deja de ser orgulloso y de creerte un guía. ¡Ejercita tu orgullo con los demás ratones, pero no conmigo!
—¡Me arrepiento! —dijo el ratón— ¡En nombre de Dios, ayúdame tú a atravesar este arroyo!
jueves, 18 de diciembre de 2014
No dejes para mañana
Mi amigo abrió el cajón de la mesita de noche de su mujer y sacó un paquetito envuelto con sumo cuidado.
—Éste paquete contiene ropa interior —dijo—, esperando un momento especial…
Tiró el papel y observó el precioso conjunto de seda.
—Lo compró la primera vez que fuimos a New York, hace 8 o 9 años… Nunca lo usó. Lo guardaba para una ocasión especial… pues bien, creo que ésta es la ocasión adecuada.
Su mujer acababa de morir. Se giró hacia mí y me dijo:
—Nunca guardes nada para una ocasión especial, cada día que vives es una ocasión especial.
Todavía pienso como me han cambiado la vida estas palabras. Ahora leo más y limpio menos. Me siento en la terraza y admiro el panorama sin prestar atención a los hierbajos del jardín. Paso más tiempo con los que quiero. He entendido que la vida es un conjunto de experiencias para gozar, no para sobrevivir. Ya no guardo nada. Uso los mejores vasos todos los días. Me pongo el traje nuevo para ir al supermercado. No guardo el perfume para fiestas especiales. La frase «Algún día…» ha desaparecido de mi vocabulario. Mira, lo que quieras hacer vale la pena hacerlo ahora…
No sé lo que habría hecho la mujer de mi amigo si hubiese sabido que no estaría aquí mañana. Creo que habría llamado a sus familiares y a sus amigos para despedirse, y a lo mejor habría llamado algún viejo amigo para disculparse por algún mal entendido.
Son estas pequeñas cosas no hechas, las que me molestarían, si supiera que tengo las horas contadas.
Estaría molesta por no haber conseguido desenmascarar a quienes mintiendo han sembrado discordia. Estaría molesta por no haber leído más y por no escribir todo aquello que quiero comunicar.
Estaría molesta por no haberme parado a contemplar los amaneceres y atardeceres, y por no haberme entregado al universo mirando a lo infinito.
Estaría molesta y triste por no decirles a los que me quieren, que yo también les quiero mucho.
Cada día, me digo a mí misma que éste es un día especial, porque, cada día, cada hora, cada minuto es especial.
—Éste paquete contiene ropa interior —dijo—, esperando un momento especial…
Tiró el papel y observó el precioso conjunto de seda.
—Lo compró la primera vez que fuimos a New York, hace 8 o 9 años… Nunca lo usó. Lo guardaba para una ocasión especial… pues bien, creo que ésta es la ocasión adecuada.
Su mujer acababa de morir. Se giró hacia mí y me dijo:
—Nunca guardes nada para una ocasión especial, cada día que vives es una ocasión especial.
Todavía pienso como me han cambiado la vida estas palabras. Ahora leo más y limpio menos. Me siento en la terraza y admiro el panorama sin prestar atención a los hierbajos del jardín. Paso más tiempo con los que quiero. He entendido que la vida es un conjunto de experiencias para gozar, no para sobrevivir. Ya no guardo nada. Uso los mejores vasos todos los días. Me pongo el traje nuevo para ir al supermercado. No guardo el perfume para fiestas especiales. La frase «Algún día…» ha desaparecido de mi vocabulario. Mira, lo que quieras hacer vale la pena hacerlo ahora…
No sé lo que habría hecho la mujer de mi amigo si hubiese sabido que no estaría aquí mañana. Creo que habría llamado a sus familiares y a sus amigos para despedirse, y a lo mejor habría llamado algún viejo amigo para disculparse por algún mal entendido.
Son estas pequeñas cosas no hechas, las que me molestarían, si supiera que tengo las horas contadas.
Estaría molesta por no haber conseguido desenmascarar a quienes mintiendo han sembrado discordia. Estaría molesta por no haber leído más y por no escribir todo aquello que quiero comunicar.
Estaría molesta por no haberme parado a contemplar los amaneceres y atardeceres, y por no haberme entregado al universo mirando a lo infinito.
Estaría molesta y triste por no decirles a los que me quieren, que yo también les quiero mucho.
Cada día, me digo a mí misma que éste es un día especial, porque, cada día, cada hora, cada minuto es especial.
miércoles, 17 de diciembre de 2014
Los tres deseos
Cuenta la leyenda que, estando a punto de morir Alejandro Magno, rey de Macedonia y conquistador del Imperio persa, mandó reunir a todos sus generales para comunicarles sus tres últimos deseos.
El primer deseo era que su ataúd fuese llevado a hombros por los médicos más eminentes. El segundo, que mientras recorrieran el trayecto entre el palacio y el cementerio, esparcieran por el suelo los ricos tesoros (oro, plata, piedras preciosas) que había reunido en todas sus conquistas. En tercer y último lugar, que sus manos sobresaliesen del ataúd, de tal manera que estuviesen a la vista de todos.
Sorprendido por lo extraño de las peticiones, uno de los generales más veteranos le preguntó los motivos. Y Alejandro le explicó:
—Quiero que los mejores médicos carguen mi ataúd para mostrar que no tienen nada que hacer ante la muerte. También deseo que mis tesoros cubran el suelo para que todos vean que los bienes aquí conquistados, aquí se quedan. Y finalmente, pido que mis manos se balanceen al viento para que mis súbditos vean que venimos con ellas vacías y con ella vacías nos vamos.
Reflexionemos: El espíritu al partir de este mundo material, nada material se lleva, tan sólo el recuerdo de los felices momentos y las buenas acciones.
martes, 16 de diciembre de 2014
El bien y el mal
Cuando el maestro Bankei celebraba su semana de meditación, muchos alumnos de todo Japón acudían. Durante una de esas semanas, un alumno fue sorprendido robando. El maestro fue informado del asunto con la petición de que el alumno debía de ser expulsado, pero el maestro lo ignoró.
Por segunda vez sorprendieron al mismo alumno robando y de nuevo lo llevaron ante el maestro, quién volvió a dejarlo pasar por alto. Esto enfadó mucho al resto de alumnos que firmaron una petición para que el ladrón fuera castigado con la expulsión. Si el maestro no lo hacía, amenazaban con irse todos en bloque.
Cuando el maestro leyó la petición llamo a todos los alumnos delante suya:
—Sois alumnos inteligentes —les dijo—. Sabéis lo que está bien y lo que está mal. Podéis ir a otro sitio a estudiar si así lo deseáis. Pero este pobre alumno mío ni siquiera distingue el bien del mal. Si yo no le enseño ¿quién lo hará? Voy a dejarle permanecer aquí aunque todos los demás os marchéis.
Un torrente de lágrimas brotó de los ojos del alumno que había robado; todo deseo de volver hacerlo había desaparecido.
Sólo cuando tomamos conciencia de nuestros errores, podemos rectificar.
lunes, 15 de diciembre de 2014
El melón
Un maestro zen descansaba junto a su discípulo. En determinado momento sacó un melón de su alforja, lo partió en dos y ambos empezaron a comer. En el medio de la merienda el discípulo comentó:
—Mi sabio maestro, yo sé que todo lo que Ud. hace tiene un sentido. Compartir este melón conmigo, tal vez sea una señal de que tiene algo que enseñarme.
El maestro continuó comiendo en silencio.
—Por su silencio, creo que entiende la pregunta oculta —insistió el discípulo— y es la siguiente: el sabor que estoy experimentando al comer esta deliciosa fruta dónde está ¿en el melón o en mi lengua?
El maestro no dijo nada. El discípulo entusiasmado prosiguió:
—Y como todo en la vida tiene un sentido, pienso que estoy cerca de la respuesta a esa pregunta: el sabor es un acto de amor e interdependencia entre los dos, porque sin el melón no habría un objeto de placer y sin la lengua…
—¡Basta! —dijo el maestro.— ¡Los más tontos son aquellos que se juzgan inteligentes y buscan una interpretación para todo! El melón es sabroso y eso es suficiente, ¡ahora déjame comer en paz!
En realidad, a las cosas que están bien definidas no hay que darles más vueltas.
—Mi sabio maestro, yo sé que todo lo que Ud. hace tiene un sentido. Compartir este melón conmigo, tal vez sea una señal de que tiene algo que enseñarme.
El maestro continuó comiendo en silencio.
—Por su silencio, creo que entiende la pregunta oculta —insistió el discípulo— y es la siguiente: el sabor que estoy experimentando al comer esta deliciosa fruta dónde está ¿en el melón o en mi lengua?
El maestro no dijo nada. El discípulo entusiasmado prosiguió:
—Y como todo en la vida tiene un sentido, pienso que estoy cerca de la respuesta a esa pregunta: el sabor es un acto de amor e interdependencia entre los dos, porque sin el melón no habría un objeto de placer y sin la lengua…
—¡Basta! —dijo el maestro.— ¡Los más tontos son aquellos que se juzgan inteligentes y buscan una interpretación para todo! El melón es sabroso y eso es suficiente, ¡ahora déjame comer en paz!
En realidad, a las cosas que están bien definidas no hay que darles más vueltas.
sábado, 13 de diciembre de 2014
Para qué quieres vivir
Un filósofo paseaba por los campos cuando encontró en el río a un pescador muy atareado.
—¿Qué haces, buen hombre? —le preguntó.
—Echo las redes.
—¿Para qué?
—Para pescar.
—¿Para qué quieres pescar?
—Para vender el pescado.
—¿Para qué quieres venderlo?
—Para obtener algunas monedas.
—¿Y para qué quieres el dinero?
—Para comer.
—¿Pero, para qué quieres comer?
—¡Para vivir señor, para vivir!
—¿Pero para qué quieres vivir…?
El pescador se quedó perplejo, y enmudeció.
—¿Para qué quieres vivir? —insistió el filósofo.
El pescador caviló unos momentos y al fin respondió:
—Para pescar.
Y tú, ¿para qué quieres vivir?
—¿Qué haces, buen hombre? —le preguntó.
—Echo las redes.
—¿Para qué?
—Para pescar.
—¿Para qué quieres pescar?
—Para vender el pescado.
—¿Para qué quieres venderlo?
—Para obtener algunas monedas.
—¿Y para qué quieres el dinero?
—Para comer.
—¿Pero, para qué quieres comer?
—¡Para vivir señor, para vivir!
—¿Pero para qué quieres vivir…?
El pescador se quedó perplejo, y enmudeció.
—¿Para qué quieres vivir? —insistió el filósofo.
El pescador caviló unos momentos y al fin respondió:
—Para pescar.
Y tú, ¿para qué quieres vivir?
viernes, 12 de diciembre de 2014
La mente de piedra
Un maestro Zen chino, vivía solo en un pequeño templo en el campo. Un día, cuatro monjes peregrinos llegaron y le pidieron permiso para hacer un fuego en el patio para calentarse.
Mientras construían un fuego, el maestro les oyó hablar acerca de la subjetividad y la objetividad. Se les unió y dijo:
—Supón que hay una piedra muy grande, ¿la consideras que esta fuera o dentro de tu mente?
Uno de los monjes le contesto:
—Desde el punto de vista del Budismo todo es una representación mental, así que yo diría que está dentro de mi mente.
—Debes de sentir tu cabeza muy pesada, —observó el maestro—.
No llenes tu mente de piedras porque no podrás ver ni sentir el placer de la vida.
jueves, 11 de diciembre de 2014
La fábula del lápiz
La abuela escribía una carta y el niño miraba. En un momento dado, le preguntó:
—Abuela, ¿estás escribiendo una historia que nos sucedió a nosotros? ¿Es por casualidad una historia sobre mí?
La abuela dejó de escribir, sonrió y le comentó al nieto:
—Estoy escribiendo sobre ti, es verdad. Ahora bien, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueras como él cuando crezcas.
El niño miró el lápiz, intrigado y no vio nada especial.
—¡Pero, si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida! Todo depende de cómo mires las cosas.
—Hay cinco cualidades en él que, si consigues conservarlas, te harán siempre una persona en paz con el mundo. Primera cualidad: puedes hacer grandes cosas, pero no debes olvidar nunca que existe una Mano que guía tus pasos, a esa Mano la llamamos Dios y Él debe conducirte siempre en la dirección de su voluntad.
Segunda cualidad: de vez en cuando necesito dejar de escribir y usar el sacapuntas. Con eso el lápiz sufre un poco pero al final está más afilado. Por tanto, has de saber soportar algunos dolores porque te harán ser una persona mejor.
Tercera cualidad: el lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar los errores. Debes entender que corregir una cosa que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.
Cuarta cualidad: lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que lleva dentro. Por tanto, cuida siempre lo que ocurre dentro de ti.
Por último, la quinta cualidad del lápiz: siempre deja una marca. Del mismo modo, has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará huellas y procura ser consciente de todas tus acciones. P.C.
miércoles, 10 de diciembre de 2014
El bambú japonés
No es necesario ser agricultor para saber que, una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es sabido que quién cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: ¡¡Crece de una vez!!
Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apropiado para personas impacientes: se siembra la semilla, se la abona, y se la riega constantemente.
Durante los primeros meses aparentemente no sucede nada. Durante los primeros siete años en realidad no ocurre nada, de tal manera que, un cultivador inexperto, estaría convencido de que las semillas que ha comprado son semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en sólo seis semanas, la planta de bambú crece más de treinta metros. En realidad se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad el bambú genera un complejo sistema de raíces que le permitirán sostener el crecimiento que va a tener después de siete años.
Esto nos da una lección de paciencia y perseverancia, de espera y aceptación.
Muchas veces queremos encontrar resultados rápidos y a veces abandonamos justo cuando estábamos a punto de «conquistar la meta». Nos olvidamos que conviene ser perseverantes y esperar el momento adecuado.
Es necesario comprender que a veces estamos atrapados en situaciones o etapas en nuestra vida en que pareciera que no sucede nada, y decaemos.
Justo en esos momentos podemos recordar el ciclo de crecimiento del bambú japonés y no rendirnos al no ver los resultados que esperamos. En esos momentos algo está creciendo y madurando en nuestro interior, esperando el momento oportuno para materializarse.
Si todavía no consigues lo que anhelas, no te desesperes, ten paciencia, todo tiene su razón de ser. Quizá estés echando raíces...
martes, 9 de diciembre de 2014
Un ciego con luz
Hace cientos de años en una ciudad de Oriente, había un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida.
La ciudad era muy oscura en las noches sin luna. En determinado momento se encuentra con un amigo, se queda mirando y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo y le dice:
—¿Qué haces Guno, tú ciego con una lámpara en la mano? Si tú no ves.
Entonces, el ciego le responde:
— Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí… No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella. Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno mismo y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.
En verdad, no es tarea fácil alumbrar el camino de los otros…
Muchas veces en vez de alumbrar oscurecemos mucho más el camino de los demás. ¿Cómo?
A través del desaliento, la crítica, el egoísmo, el rencor, el desamor, el odio, el resentimiento…
¡Qué hermoso sería si todos ilumináramos los caminos de los demás, sin fijarnos si lo necesitan o no! Llevemos luz y no oscuridad. Si toda la gente encendiera una luz
el mundo entero estaría iluminado y brillaría día a día con mayor intensidad.
En la vida todos pasamos por situaciones difíciles…
Todos sentimos el peso del dolor en determinados momentos…
Todos sufrimos y lloramos…
Pero no debemos proyectar nuestro dolor cuando alguien desesperado busca ayuda en nosotros…
No debemos exclamar como es costumbre: «¡La vida es así!».
No debemos, al contrario ayudemos a los demás sembrando esperanza en un corazón herido.
Nuestro dolor se minimiza si ayudamos a otros a soportarlo y sobrellevarlo.
Tenemos en el alma el motor que enciende la luz de cualquier lámpara,
la energía que permite iluminar en vez de oscurecer.
Está en nosotros saber usarla.
Está en nosotros ser Luz y no permitir que los demás vivan en las tinieblas.
Es tu decisión permanecer sentado, o ser instrumento de amor,
el amor es obra de Dios: Dios es Amor.
Ama aunque otros intenten robar tu luz.
Nadie podrá quitarte lo que es parte de ti,
intenta apartarte de esos seres opacos.
Ciegos peligrosos, sin luz que van de guías camino al abismo.
No cambies tu estilo de vida,
eres sal de la tierra y con tu luz puede dar testimonio.
«El que alguien toque mi vida es un privilegio. Tocar la vida de alguien es un honor, pero ayudar a que otros toquen su propia vida es un placer indescriptible».
Cada uno tenemos que hacer la parte que nos corresponde y Dios hará el resto.
viernes, 5 de diciembre de 2014
¿Por qué grita la gente?
Un día un maestro para poner a prueba a sus alumnos les preguntó:
—¿Por qué las personas se gritan cuando están enojadas?
Los alumnos se quedaron pensando un momento:
—Porque pierden la calma —dijo uno—, por eso gritan.
—Pero ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado? —preguntó de nuevo.
Los alumnos dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía al maestro.
Finalmente él les explicó lo siguiente:
—Cuando dos personas están enojadas sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia y poder escucharse deben gritar. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno al otro a través de esa gran distancia.
Para que lo entendieran mejor, el maestro continuó:
—¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente… ¿Por qué? Porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos no existe. Entre más enamorados están, menos elevan la voz. No hablan, sólo susurran, finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y basta. ¡Cuán cerca están dos personas cuando se aman!
Para concluir dijo el maestro:
—Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien, porque llegará un día en que la distancia sea tanta que no encontrarán más el camino de regreso.
—¿Por qué las personas se gritan cuando están enojadas?
Los alumnos se quedaron pensando un momento:
—Porque pierden la calma —dijo uno—, por eso gritan.
—Pero ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado? —preguntó de nuevo.
Los alumnos dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía al maestro.
Finalmente él les explicó lo siguiente:
—Cuando dos personas están enojadas sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia y poder escucharse deben gritar. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno al otro a través de esa gran distancia.
Para que lo entendieran mejor, el maestro continuó:
—¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente… ¿Por qué? Porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos no existe. Entre más enamorados están, menos elevan la voz. No hablan, sólo susurran, finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y basta. ¡Cuán cerca están dos personas cuando se aman!
Para concluir dijo el maestro:
—Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien, porque llegará un día en que la distancia sea tanta que no encontrarán más el camino de regreso.
jueves, 4 de diciembre de 2014
El tesoro más preciado
Érase una vez un rey apuesto y ejemplar en su comportamiento que muchas cortesanas del lugar querían conquistar, pero él sólo las veía como seres ambiciosos y frívolos. Un día, anunció que había llegado el momento de escoger a su consorte y que la que le trajese el tesoro más valioso se convertiría en su esposa y reina de todos sus súbditos.
Los salones de palacio empezaron a llenarse de ricos objetos de oro y plata, enormes piedras preciosas engarzadas en joyas incomparables, finas porcelanas jamás vistas…
Ninguno de esos presentes llamaron la atención del monarca, pero, de pronto llegó ante él una humilde muchacha con las manos vacías.
—Mi señor, no dispongo de riquezas, lo único que puedo ofreceros es mi tiempo. Tiempo para amaros, para escucharos y respetaros. Tiempo para estar junto a vos en los buenos momentos y en los malos —dijo la joven.
Estas palabras conmovieron tanto al rey, que decidió casarse con la muchacha. Y para anunciarlo, dijo:
—Todas intentaron deslumbrarme con bienes materiales que el dinero puede comprar. Pero sólo esta joven supo ofrecerme el bien más simple y preciado: su propio tiempo.
Por eso, no lo dudemos ni un instante y regalemos nuestro tiempo a quienes más queremos...
miércoles, 3 de diciembre de 2014
La fuerza del deseo
El maestro llevó al discípulo a las proximidades de un lago.
—Hoy voy a enseñarte qué significa la verdadera devoción —dijo.
Le pidió al discípulo que entrase con él en el lago y sujetándole la cabeza se la empujó bajo el agua. Transcurrió todo un minuto y a mitad del segundo, el muchacho comenzó a debatirse con todas sus fuerzas para librarse de la mano del maestro y poder volver a la superficie. Al final del segundo minuto el maestro lo soltó. El muchacho, con el corazón acelerado, consiguió erguirse jadeante.
—¡Usted ha querido matarme! —gritaba.
El maestro esperó a que se calmara y dijo:
—Si hubiera querido matarte lo habría hecho. Sólo quiero preguntarte ¿qué sentías mientras estabas bajo el agua?
—¡Yo sentía que me moría! ¡Todo lo que deseaba en esta vida era respirar un poco de aire!
—De eso se trata exactamente. La verdadera devoción sólo aparece cuando tenemos un único deseo y moriremos por conseguir realizar el deseo…
P.C.
—Hoy voy a enseñarte qué significa la verdadera devoción —dijo.
Le pidió al discípulo que entrase con él en el lago y sujetándole la cabeza se la empujó bajo el agua. Transcurrió todo un minuto y a mitad del segundo, el muchacho comenzó a debatirse con todas sus fuerzas para librarse de la mano del maestro y poder volver a la superficie. Al final del segundo minuto el maestro lo soltó. El muchacho, con el corazón acelerado, consiguió erguirse jadeante.
—¡Usted ha querido matarme! —gritaba.
El maestro esperó a que se calmara y dijo:
—Si hubiera querido matarte lo habría hecho. Sólo quiero preguntarte ¿qué sentías mientras estabas bajo el agua?
—¡Yo sentía que me moría! ¡Todo lo que deseaba en esta vida era respirar un poco de aire!
—De eso se trata exactamente. La verdadera devoción sólo aparece cuando tenemos un único deseo y moriremos por conseguir realizar el deseo…
P.C.
martes, 2 de diciembre de 2014
Ama a tus padres
Cuentan que un hombre muy anciano quedó viudo y cuando le empezaron a flaquear las fuerzas se fue a vivir con el único hijo que tenía. Este lo recibió a regañadientes, pero pasado un tiempo cansado de aguantar los achaques de su padre, decidió acabar con aquella situación y puso en marcha una macabra idea.
Cargó al padre a hombros, subió a una montaña y los despeñó por un precipicio y lo mató.
Pasaron los años y ese hijo ya anciano fue cargado por su hijo con la misma intención que tuvo su padre con el padre.
A mitad de camino se sentó a descansar, momento que aprovechó el anciano para romper el silencio y se dirigió al hijo y le dijo:
—Hijo mío, aquí, en esta misma piedra, descansé yo cuando fui a enriscar a tu abuelo.
En ese momento, el hijo lo miró a los ojos y vio que sus lágrimas corrían. Enternecido, cargó de nuevo al anciano y le dijo:
—Vamos para casa padre, porque a mí no me van a enriscar mis hijos.
Dicen que lo que hacemos a los padres nos lo devuelven los hijos, aunque no siempre sea así… Hay gente que han cuidado y velado por sus padres y de sus hijos han recibido desprecio.
Quién no respeta a sus padres no merece la vida.
"Ama a tus padres para que te amen tus hijos".
lunes, 1 de diciembre de 2014
El punto negro
Un día la maestra entró en el aula y les dijo a sus alumnos que iba hacer un examen sorpresa. Pese al nerviosismo que cundió entre los muchachos, todos esperaron ansiosos la prueba. La maestra recorrió la clase y fue dejando en los pupitres el cuestionario con el texto boca abajo. Cuando terminó de repartir la profesora les pidió que giraran el folio y vieran de qué trataba el examen, y para sorpresa de todos no había ninguna pregunta, el folio estaba en blanco a excepción de un punto negro en el centro. Viendo las caras de extrañeza de los alumnos la maestra les dijo:
—Tenéis que escribir una redacción sobre lo que veis en ese papel.
Cuando todos terminaron la maestra recogió las hojas y en voz alta fue leyendo, una a una, cada definición. En la redacción todos se centraron en explicar la situación del punto negro. Una vez leídos todos los trabajos se dirigió a los alumnos con estas palabras:
—Este examen no es para darles nota, mi pretensión es que este examen sirva como lección de vida. Ninguno de vosotros ha hablado de la parte blanca del folio, que es la que ocupa mayor espacio, sino que os habéis centrado en un diminuto punto negro. Eso mismo pasa en nuestra vida. Tenemos un libro blanco, muchas cosas maravillosas suceden a nuestro alrededor pero nos centramos en los diminutos puntos negros...
Centramos nuestra atención y energías en pequeños fracasos y decepciones puntuales.
La vida es un regalo de la naturaleza, nos es dada con cariño y amor.
Siempre tenemos sobrados motivos para festejar, por nuestra familia, por los amigos que nos apoyan, por el empleo que nos da el sustento, por los milagros que nos suceden diariamente y no obstante, insistimos en mirar el punto negro, ya sea el problema de salud que nos afecta, la falta de dinero, la difícil relación con un familiar, o la decepción con un amigo.
La vida es un regalo especial que nos ofrece motivos para celebrar y está cambiando y renovándose cada día en nuestro amor, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestros amigos...
Tienes que darte cuenta que las manchas oscuras son muy pequeñas y pocas.
Aleja tus ojos de los puntos negros de tu vida.
Disfruta de cada una de tus bendiciones y de cada oportunidad que te brinda la vida, y sé feliz.
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