sábado, 27 de diciembre de 2014

No sólo con la palabra…

Una mano en gesto de pedir ayuda.

No te llenes la boca, no sólo con la palabra, también llena tu espíritu practicando. Actúa, porque solidaridad es todo lo bueno que puedas compartir. Palabra es el sonido o conjunto de sonidos articulados, escritos o hablados, que está dotado de una función y representa una idea. La palabra ‘solidaridad’ engloba toda una idea universal.

Un año más nos disponemos a actualizar unas fechas muy hermosas en las que rememoramos y celebramos el gran acontecimiento que cambió el mundo material por un mundo más humano. La fuerza de ese cambio está al alcance de toda persona de buena voluntad y que sea consciente de la diferencia entre alma y cuerpo. Todo el mensaje se condensa en el significado de una gran palabra que define la grandeza de la humanidad: solidaridad.

La solidaridad es la adhesión circunstancial a la causa de nuestros semejantes. Esa capacidad de entrega para ayudar y compartir, no sólo en el aspecto material, sino también en lo sentimental. La solidaridad es horizontal y se ejerce de igual a igual, pero a veces nuestro egoísmo nos impide ser generosos en apoyo a una causa o al interés de otros.

La solidaridad nace del ser humano cuando hay empatía con sus semejantes. La verdadera solidaridad está llamada a favorecer el desarrollo de las personas y las naciones, fundada principalmente en la igualdad universal que une a todos los hombres. Esa igualdad innegable de la verdadera dignidad del ser humano, porque la solidaridad trasciende a todas las fronteras —religiosas, culturales, territoriales, políticas— para instalarse en cualquier ser humano sin importar raza, edad o sexo, para hacer sentir en nuestro interior la conciencia de una gran familia universal.

La solidaridad implica afecto: la fidelidad y el apoyo del amigo al maltratado o al perseguido, la apuesta por causas perdidas, todo esto puede no constituir un deber de justicia, pero sí un deber de solidaridad.
La solidaridad es un sentimiento fraternal que determina el modo de ver y acercarse a la realidad humana y social. Supone ver las cosas con los ojos del corazón, sentir compasión genera solidaridad. La solidaridad es una virtud contraria al individualismo y al egoísmo, se refleja en el servicio y búsqueda del bien común. Vivimos en una sociedad y todos necesitamos de todos, porque todos estamos juntos en este barco y somos iguales en dignidad y derechos.

Sin ir más lejos, en España necesitamos de solidaridad en dignidad y derechos, porque cada día crecen las desigualdades propiciadas por unas políticas injustas. Unas políticas donde se favorece a los ricos en detrimento de los más necesitados, y los necesitados los propician los abusos de poder, la apropiación indebida y las injusticias. A los que se han hecho rico, si lo están mirando, les gusta ver una mano extendida para depositar una limosna convencidos de que se ganan el cielo.

La lucha de clases va contra los principios solidarios. La solidaridad debe manifestarse en todos los ámbitos de la sociedad. La solidaridad de los gobiernos que trabajan por la igualdad y el bienestar de todo el pueblo soberano. Los empresarios que gracias al trabajo y el esfuerzo de sus empleados tienen éxito, a cambio les deben pagar un sueldo digno y justo, digno para poder sobrevivir.

Es humillante e indignante, que gobiernos, sindicatos y empresarios sean capaces de aprobar y firmar la cuantía del salario mínimo de 645,30 €, por las máximas horas trabajadas. ¿Dónde está la solidaridad del empresario con el que saca a su empresa adelante? ¿Por qué los del gobierno no hacen la prueba de sobrevivir un mes, con esos 645,30 €? También los miembros de sindicatos, cojan ese importe y raciónenlo durante un mes. Por supuesto, que los que deben comprobar la supervivencia que permiten los 645,30 € son los empresarios. Esos que pagan, mejor dicho, esos que humillan con una limosna al trabajador, porque ese importe no paga su trabajo, su trabajo es menospreciado, pero la empresa recibe los beneficios. Por una jornada legal de trabajo, se permite un salario injusto. Eso no puede ser legal.

Quién trabaja es porque necesita sobrevivir. Con ese importe no se puede mantener una familia: comida, agua, luz, que está por las nubes. Ese importe, casi no da para el desplazamiento, sea servicio público o coche particular. Esto es injusto. Mientras el de la Patronal cobra cientos de miles de euros y repite en el cargo para vivir muy bien, consintiendo estos abusos. Los banqueros también dan la voz de alarma si se acordara los aumentos salariales generalizados, porque podría interrumpir la recuperación económica, y ellos se ponen de sueldo hasta millones de euros, se inventan tarjetas, ni opacas ni negras, ‘delictivas’, para seguir cogiendo dinero descaradamente y encima dicen que es un incentivo. Incentivo sería por un esfuerzo añadido. En el egoísmo de la ‘élite’ se hace evidente la falta de solidaridad, ya que sólo buscan el interés propio o de los afines despreciando el bien del resto de la sociedad.

Ya dijo John Wesley sobre hacer el bien: «Haz todo el bien que puedas, por todos los medios que puedas, de todas las maneras que puedas, en todos los sitios que puedas, a todas las horas que puedas, a toda la gente que puedas, durante todo el tiempo que puedas». Esto sí es solidaridad.

Ahora quiero hacerles llegar, por si no la conocen, la oración del Padre Farinello. Esta oración fue dicha en la apertura del 129 período Ordinario de Sesiones del Parlamento Argentino en el año 2011.
Cuando se le pidió al Padre Farinello que realizara la oración de Apertura del Senado de la Nación, todo el mundo esperaba una oración ordinaria, una oración que rezamos sin meditar de carretilla, pero esto es lo que escucharon:

Señor, venimos delante de ti este día para pedirte perdón y para pedir tu dirección.
Sabemos que tu Palabra dice: Maldición a aquellos que llaman ‘bien’ lo que está ‘mal’, y es exactamente lo que hacemos.
Hemos perdido el equilibrio espiritual y hemos cambiado nuestros valores.
Hemos explotado al pobre y hemos llamado a eso DISTRIBUCION DE LA RIQUEZA.
Hemos recompensado la pereza y la hemos llamado PLANES SOCIALES.
Hemos matado a nuestros hijos que aún no han nacido y lo hemos hecho llamando a la LIBRE ELECCIÓN.
Hemos dejado que maten y roben y lo hemos llamado DERECHOS HUMANOS.
Hemos sido negligentes de disciplinar a nuestros hijos y lo hemos llamado DESARROLLAR SU AUTOESTIMA.
Hemos sido corruptos y abusadores del poder y hemos llamado a eso POLÍTICA.
Hemos codiciado los bienes de nuestro vecino y a eso lo hemos llamado TENER AMBICIÓN.
Hemos contaminado las ondas de radio y televisión con mucha grosería y pornografía y lo hemos llamado LIBERTAD DE EXPRESIÓN.
Hemos ridiculizado los valores establecidos desde hace mucho tiempo y a eso le hemos llamado OBSOLETO Y ANTICUADO.
Oh!! Dios, mira lo profundo de nuestros corazones, purifícanos y líbranos de nuestros pecados. Amén.

La reacción inmediata fue que un senador abandonó la sala durante la oración y varios más la calificaron de «mensaje de intolerancia», sin embargo esta oración es un clamor a la solidaridad.

Que la solidaridad no sea una frase en tu boca sino una acción fraterna, porque como dijo William Shakespeare: «Hemos venido a este mundo como hermanos; caminemos, pues, dándonos la mano y uno delante de otro».

Fotografía: nicdalic, cc.

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