Un filósofo paseaba por los campos cuando encontró en el río a un pescador muy atareado.
—¿Qué haces, buen hombre? —le preguntó.
—Echo las redes.
—¿Para qué?
—Para pescar.
—¿Para qué quieres pescar?
—Para vender el pescado.
—¿Para qué quieres venderlo?
—Para obtener algunas monedas.
—¿Y para qué quieres el dinero?
—Para comer.
—¿Pero, para qué quieres comer?
—¡Para vivir señor, para vivir!
—¿Pero para qué quieres vivir…?
El pescador se quedó perplejo, y enmudeció.
—¿Para qué quieres vivir? —insistió el filósofo.
El pescador caviló unos momentos y al fin respondió:
—Para pescar.
Y tú, ¿para qué quieres vivir?
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