Un hombre llevaba un burro cargado con dos alforjas de trigo camino de un molino. Paró en una posada a tomar un vaso de vino y, cuando salió, el animal había desaparecido. Al ver pasar a un niño, le detuvo y le preguntó:
—¿Has visto a mi burro?
Y el muchacho respondió con otra pregunta:
—¿Es un burro ciego del ojo izquierdo, que cojea de la pata derecha y va cargado de trigo?
Contento de que alguien tuviese noticias, le dijo:
—¡Ése es mi burro! ¿Dónde lo ha visto?
Pero el chico, muy serio, le contestó:
—No lo he visto en ningún lugar.
Al oír esa respuesta, el hombre encolerizó y llevó al chico antes las autoridades. El jefe de policía interrogó al muchacho:
—Si no has visto al burro, ¿cómo puedes describirlo con tanto detalle?
El niño respondió sin titubeos:
—He visto a lo largo del camino su rastro y la huella de la pata derecha se marcaba menos que la izquierda. Por eso, supe que era cojo de la derecha. La hierba del lado derecho del sendero había sido comida por un animal, mientras la del izquierdo estaba intacta. Así, sospeché que el animal era ciego del ojo izquierdo. Respecto a su carga, todo el camino estaba lleno de granos de trigo. Queda claro, ¿no?
Por esta explicación lógica, razonada e inteligente, el jefe de policía felicitó al niño, y el malpensado dueño del burro tuvo que pedirle perdón.
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