Alguna vez has visto a los niños jugando, o has escuchado el chisporroteo de la lluvia golpeando contra el suelo? ¿Alguna vez has seguido a una mariposa en su errático vuelo, o has observado al sol desvaneciéndose en la noche?
Mejor detente… No bailes tan de prisa. El tiempo es corto… La música no durará.
¿Pasas el día agitado sin preguntarte quién eres, qué haces, qué necesitas? ¿Escuchas las respuesta? Y cuando el día acaba, ¿Te acuestas en tu cama con la cabeza caliente y el corazón frío?
Mejor detente… No bailes tan de prisa. El tiempo es corto. La música no durará…
¿Alguna vez le has dicho a tu hijo «lo haremos mañana» y en tu apatía, no ves su tristeza? ¿Alguna vez has perdido el contacto y has dejado que alguien que te quiere muera sin tu cariño y palabras de aliento, porque jamás tuviste tiempo para visitarle o para llamarle y decirle «¡ánimo, yo también te quiero!»?
Mejor detente… No bailes tan de prisa. El tiempo es corto. La música no durará…
¡Vive la vida! Cuando corres demasiado rápido para llegar a alguna parte te pierdes la mitad de las emociones y la alegría de la llegada. Empápate de la belleza del recorrido y respira profundo, porque cuando te preocupas y apuras demasiado, dejas de vivir y disfrutar lo hermoso de la vida. Es como tirar a la basura el capullo de una rosa, sin dejarla que abra sus pétalos y nos ofrezca su aroma y belleza.
Despliega tus sentidos. La vida no es una carrera, se toma un poco más lentamente. Gózala y saboréala con la vista, el oído, el tacto y el corazón abierto…
¡Pon atención! Baila lentamente. Escucha la música, antes de que la canción termine…
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