viernes, 26 de septiembre de 2014

La autodestrucción

Explosión nuclear.

La palabra autodestrucción nos sugiere eliminación, decadencia, derrota. La denominada tendencia autodestructiva del ser humano es un concepto originado en los estudios sobre psicología y sociología. Comprende todas las conductas orientadas hacia la autodestrucción, indirecta o directa, del propio individuo o grupo. La tendencia autodestructiva es la conducta orientada hacia el suicidio ya sea en forma consciente o inconsciente, pero también, es la forma y manera de encausar malamente tu vida.

Está claro que la humanidad va camino de su autodestrucción. Se aniquila asfixiándose humanamente y envenenando el medio en el que habita.

La Tierra duele a quienes la aman. Ya en 1855 el Gran Jefe Seattle le dio un mensaje en defensa de la Tierra al Presidente de los EE.UU. para que se lo transmitiera a sus ciudadanos, reza así:

«Para que respeten la Tierra, cuéntales que la Tierra contiene las almas de nuestros antepasados.
Enseñad a vuestros hijos lo que nosotros enseñamos a los nuestros, que la Tierra es nuestra madre.
Lo que acontece a la Tierra, les acontece también a los hijos de la Tierra.
Cuando los hombres escupen a la Tierra, están escupiéndose a sí mismos.
Pues nosotros sabemos que la Tierra no pertenece a los hombres, que los hombres pertenecen a la Tierra…»

También nos hará reflexionar esta profecía india…
Sólo después de que el último árbol sea cortado.
Sólo después de que el último río sea envenenado.
Sólo después de que el último pez sea apresado.
Sólo entonces, sabrás que el dinero no se puede comer.

La contaminación producida por el hombre trastoca el orden del orbe. Cuando hablamos de la destrucción de la tierra hay que tener en cuenta los diferentes fenómenos que intervienen como factores de conservación o de destrucción. La naturaleza engloba el medioambiente, ecosistema, ecología, meteorología, etc., la contaminación lleva al calentamiento global que está alterando el ritmo natural de la tierra y los fenómenos atmosféricos actúan con virulencia, y las catástrofes se suceden por todos los puntos del planeta. El hombre ha conseguido que los elementos de la tierra muestren su enérgica furia, convirtiéndose en espectador de la autodestrucción de su medio.

La humanidad, genéricamente el hombre, no sólo ha conseguido la autodestrucción del planeta, también es artífice de su propia destrucción. El hombre es el principal enemigo del hombre, porque no respeta el don de la vida. Nadie puede cercenar aquello que no le pertenece. El que se suicida o aquel que asesina está autodestruyendo vida.

El hombre primitivo para asesinar impunemente y no tener que dar explicaciones ha ideado la guerra, y en la guerra matar inocentes está justificado… y la conciencia tranquila.
El hombre moderno, que sigue siendo primitivo, para asesinar impunemente y no tener que dar explicaciones ha ideado el aborto terapéutico, y alegando que con tu cuerpo haces lo que te da la gana matas inocentes y está justificado… y la conciencia tranquila.

Aunque también la autodestrucción del hombre está en sus propias conductas. El hombre se autodestruye con las drogas —alcohol, heroína, cocaína, marihuana, etc.— pero también se autodestruye con su propia agresividad. Las personas violentas autodestruyen la convivencia, convirtiendo el hogar en un infierno y condenando a la desesperación a toda una familia. Para un padre, no hay mayor impotencia que ver a su hijo destruirse sin poder hacer nada. Nada porque no puedes ingresarlo en ningún centro adecuado si no es por propia voluntad, y ningún esquizofrénico, ni drogadicto, ni narcisista rebelde, reconoce su problema; para ellos el problema son los demás.

Existen diferentes perfiles psicológicos encuadrados en la autodestrucción. En su mayor o menor gravedad, todos llegan a perder su identidad tras conductas insociables, desde los psicópatas peligrosos, bipolares, depresivos, envidiosos, hasta los que se enredan en una maraña de mentiras y se pierden en un laberinto del que ni ellos mismo saben cómo salir.

Hay quién vive con el pie en el acelerador y se precipita al vacío sin pensar que va camino de su autodestrucción, pero a su paso va sembrando cadáveres y arruinando todas sus relaciones, aunque parece no importarles. Es más, si le adviertes de su error, aparecerá tras de sí un ser sin control profiriendo toda clase de improperios.

Al parecer, la inseguridad en sí mismos lleva a una persona a ser violenta, pero también se da en la persona egocéntrica y narcisista. Son personas que no sienten amor, no porque no se les quiera, que suelen decir ellos, sino porque no son capaces de amar, porque no tienen amor y como no tienen, no pueden sentirlo ni compartirlo.

Dicen, que nada se crea ni se destruye solo se transforma. ¡Ojalá! todas las personas que han adquirido conductas inapropiadas que les conducen a un callejón sin salida reaccionen para que recuperen su autoestima gritando alto: «¡Yo quiero ser. Quiero vivir y existir y oír las verdades que hay dentro de mí!»

Han saltado todas las alarmas sobre la tierra y quienes la habitan. La contaminación va desbastando todo el ecosistema, y además, porque nos estamos comiendo el planeta. La tierra está en números rojos, los niveles de consumo se han disparado, tanto, que estamos totalmente fuera de los límites sostenibles.
La degradación y la calidad de la tierra y el hecho de que la diversidad biológica se está esquilmando, los recursos naturales se están agotando. Alguien ha debido de darse cuenta de nuestra grave situación y se ha lanzado a la caza de otros planetas para hacer lo mismo: enriquecerse a costa de los recursos sin cuidar ni proteger…

De momento, la tierra es nuestra casa y entre todos tenemos que protegerla, porque todo está relacionado y tiene plena armonía. El aire, la tierra, el agua, el sol con su luz y calor, las plantas, los árboles y los animales están vinculados, y ¿nosotros? Nosotros somos parte, inspiramos el aire y expiramos dióxido de carbono que lo necesitan los vegetales. Bebemos agua. Comemos plantas que han crecido en tierra fértil y absorben lluvia, luz y calor del sol.

No tenemos que remontarnos siglos para encontrar paisajes limpios sin tanta basura, vayamos al tiempo de nuestros abuelos. Ellos se podían bañar en el agua cristalina de los ríos y de los mares. Respiraron aire limpio en las ciudades y podían comerse la fruta directamente del árbol. Hoy el aire de las ciudades es irrespirable, los ríos están lleno de basura y las aguas contaminadas de productos tóxicos, y por culpa de los pesticidas no podrás comerte la fruta sin antes haberla lavado bien. Por tanto, podemos decir que la vida del planeta agoniza y la del hombre con él.

Hombres ¡basta, ya! No más autodestrucción. Salvemos la tierra para ver si logramos salvarnos nosotros. Dijo Allen Ginsberg que «Nuestro objetivo es salvar el planeta y alterar la conciencia humana. Eso llevará mucho tiempo…»
Pues, ¿a qué esperamos? ¡Empecemos ya!

Fotografía: Gerald Simmons, cc.

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