martes, 30 de septiembre de 2014

El puercoespín

Cuenta la fábula que durante la Edad de Hielo muchos animales murieron a causa del frío, y el destino no reservaba un final distinto para nuestros amigos puercoespines.
Con gran temor por su futuro, estos animalitos decidieron juntarse en grupos para protegerse entre sí, pero tuvieron un gran inconveniente: las heridas causadas por las espinas de sus compañeros. Un poco desilusionados, los puercoespines se separaron, pero el frío creciente pronto los congeló y muchos animales terminaron muriendo ¿Qué podían hacer?
Ante tan dramático problema tenían dos opciones… Morir a causa de las bajas temperaturas o agruparse y aceptar las espinas de los demás compañeros… Y eligieron la segunda opción, entendiendo que para poder recibir el calor de los demás tendrían que adaptarse a la convivencia y aprender a soportar las pequeñas heridas que los seres próximos les podrían causar. Sólo así pudieron sobrevivir.

Así es. La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino una en la que cada individuo aprende a vivir con los defectos de los demás y admira sus cualidades.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Rencor en el alma

Un día una mujer perdió al ser que más quería, su hijo. Rota de dolor, no comprendía porque Dios se había llevado a su hijo. Empujada por la ira fue a la iglesia a preguntarle el por qué.
Yo te rezo y te venero, pero no me escuchas…
Ofuscada y cegada por el rencor tomó una decisión:
No volveré a rezar, ni iré más a misa ni a la iglesia, ¿para qué? —se decía.
Un tiempo después todo parecía irle bien, pero ella no era feliz. Todos los días pasaba por delante de la iglesia, pero un día decidió entrar para hablar con la Virgen, quizás Ella la entendería porque también era madre.
Le rezó con devoción y le pidió que cuidara de su hijo. A partir de ese día, la mujer entraba con frecuencia a rezarle a la Virgen y siempre que tenía un problema, se lo contaba.
Pasados unos años, aunque se sentía mejor y la suerte la acompañaba, no conseguía ser feliz. Un buen día empezó a leer los Evangelios y aunque se sentía reconfortada, notaba una gran pena dentro de su alma. Se dirigió a la iglesia y se puso a los pies del Cristo. Con mucha humildad miró a Jesús crucificado y viéndolo cubierto de llagas sintió en su piel el sufrimiento de aquel cuerpo lacerado. Lloró de lástima y pena y mirando a la Virgen comprendió su dolor de madre.
En ese momento sintió fuego en su alma y como si su corazón se hubiera liberado de las ataduras que lo estaban ahogando, lloró y lloró amargamente recordando todos los años que llevaba viviendo en un sin vivir, porque tenía "rencor en el alma".
Entonces pensó, que por algún motivo especial Dios quiso llevarse a su hijo, aceptó la decisión del destino y con el alma en paz, le pidió perdón a Dios por su sinrazón. Un calorcito invadió su alma y su casa, y por fin recuperó el sosiego y la alegría de vivir.

También nosotros debemos revisarnos para ver si vamos por la vida con rencor en el alma. No cargues con rencor, porque solo te harás daño a ti mismo. ¡Libérate!, aceptando y perdonando.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Desde mi barca en retirada

No pretendo ser perfecta, pero sí quisiera ser una vieja que no saque de quicio a todo el mundo, que no exaspere a los demás.
No aspiro a ser una santa, pero sí una anciana que no se crea infalible, ni viva de quejas y temores.
No pretendo cambiar a estas alturas mis patrones de vida, pero sí convertir los años en espíritu y que fluya la dulzura; convertir las canas en acierto y que fluya el consejo; convertir las arrugas en sonrisas y reflejar lo que llevo dentro. Abrir paso a la precipitación de los demás, para que me perciban lo menos posible y no llegue a ser un estorbo.
No interferir en el camino de la juventud siempre con una censura y un repudio. Admitir los atenuantes que tienen para ser así y comprender que los buenos de ahora son quizás mejores que los de antes, porque transitan por mayores peligros y enfrentan peores tentaciones.
No es posible hacer juventud con la vejez, pero sí aminorar mi alteración, mi irritabilidad, mi depresión, mi desasosiego y mi inevitable deterioro.
No quisiera brillar en el mundo, pero sí quisiera desde mi sillón de soledad, dar alguna claridad.
No quisiera estar martillando sobre mi experiencia, porque sería inútil. A cada uno le gusta vivirla y descubrirla por sí mismo.
No pretendo llevar a nadie de la mano, cada cual quiere caminar solo su propio destino.

Pero sí deseo ser un faro en silencio que no apague su luz. Ser una barca en retirada llena de palomas, de historia, de relatos, de recuerdos que hablen, de miradas que descubran, de hechos que hagan pensar.
No desperdiciar la vejez. No mirar los años con miedo, dándoles a estos últimos un profundo sentido, porque son el espacio final para movernos y el momento irrepetible para la realización completa.
No hacer de la vejez un lastre y una insignificancia, sino una sombra que fue luz, un árbol que fue fruto y un camino que fue huella.
¡No quiero vivir en la oscuridad como algo inservible, sino pararme delante de una estrella para morir iluminada!

La autodestrucción

Explosión nuclear.

La palabra autodestrucción nos sugiere eliminación, decadencia, derrota. La denominada tendencia autodestructiva del ser humano es un concepto originado en los estudios sobre psicología y sociología. Comprende todas las conductas orientadas hacia la autodestrucción, indirecta o directa, del propio individuo o grupo. La tendencia autodestructiva es la conducta orientada hacia el suicidio ya sea en forma consciente o inconsciente, pero también, es la forma y manera de encausar malamente tu vida.

Está claro que la humanidad va camino de su autodestrucción. Se aniquila asfixiándose humanamente y envenenando el medio en el que habita.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Tú decides ser feliz

Durante un seminario para matrimonios, le preguntaron a una mujer:
¿Te hace feliz tu esposo? ¿Verdaderamente te hace feliz?
En ese momento el esposo levantó ligeramente el cuello en señal de seguridad, sabía que su esposa diría que sí, pues ella jamás se había quejado durante su matrimonio. Sin embargo la esposa respondió con un rotundo:
¡No! No me hace feliz. ¡Yo soy feliz! El que yo sea feliz o no, eso no depende de él, sino de mí. Yo soy la única persona de quien depende mi felicidad. Yo determino ser feliz en cada situación y en cada momento de mi vida, pues si mi felicidad dependiera de alguna persona, cosa o circunstancia sobre la faz de la tierra, yo estaría en serios problemas. Todo lo que existe en esta vida, cambia continuamente: el ser humano, las riquezas, mi cuerpo, el clima, los placeres, etc., y así podría decir una lista interminable. A través de toda mi vida, he aprendido algo. He decidió ser feliz y lo demás lo llamo experiencias: amar, perdonar, ayudar, comprender, aceptar, escuchar, consolar. Hay gente que dice «no puedo ser feliz porque estoy enfermo», «porque no tengo dinero», «porque hace mucho calor», «porque alguien me insultó», «porque alguien no me valora», «porque alguien ha dejado de amarme», etc. Pero, lo que no sabes es que puedes ser feliz aunque estés enfermo, aunque no tengas dinero, aunque haga mucho calor, aunque alguien te insulte, aunque alguien no te valore, aunque alguien haya dejado de amarte...
Ciertamente es así. La vida es como una bicicleta: te caes si dejas de pedalear. Ser feliz es una actitud ante la vida que cada uno decide.  Pase lo que pase...¡Ser feliz depende de ti, tú decides ser feliz!

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Las dos ranas

Un grupo de ranas iban paseando por el bosque cuando, de repente, dos de ellas cayeron en un profundo pozo. En ese momento, todas las ranas pensaron que no habría manera de salvar a sus compañeras y que allí habían acabado sus días. Por eso, desesperadas y angustiadas, no paraban de gritarles:
—¡No podréis salir de ahí! ¡Dejad de saltar, no tiene sentido!
Pero las pobres no hacían caso a esos gritos de desaliento que sólo conseguían minar sus cada vez más escasa fuerzas. De hecho, uno de los anfibios pronto se desanimó, paró de saltar y se ahogó. La otra rana no se dejó vencer y siguió salta que salta pese a los agoreros gritos de sus congéneres:
¡No lograrás salir del pozo!
Finalmente, la rana salvó su vida. Pero fue gracias a que era sorda y pensó que las demás, con sus gestos y gritos la estaban animando a seguir esforzándose para salir del hoyo.

Es que una palabra de aliento puede sacar adelante a alguien que se encuentre desanimado, y una palabra destructiva puede desmoralizar hasta al más optimista.

martes, 23 de septiembre de 2014

Para vivir mejor

Haz como los pájaros: comienza el día cantando. La música es alimento para el espíritu. Canta cualquier cosa, canta desafinando, pero canta. Cantar dilata los pulmones y abre el alma para todo lo bueno que la vida te ofrece. Si insistes en no cantar, por lo menos escucha mucha música y déjate llevar por ella.
Ríete de la vida, ríete de los problemas, ríete de ti mismo. La gente comienza a ser feliz cuando es capaz de reírse de sí misma. Ríete de las cosas buenas que te suceden. Ríete abiertamente para que todos se puedan contagiar de tu alegría.
No te dejes abatir por los problemas. Si procuras convencerte de que estás bien, vas a terminar convenciéndote de que realmente lo estás y cuando menos lo pienses te vas a sentir realmente bien.
El buen humor, así como el mal humor, se contagian, ¿cuál de ellos vas a escoger? Si estás de buen humor, las personas a tu alrededor también lo estarán y eso te dará más fuerza.
Lee cosas positivas. Lee buenos libros, lee poesía, porque la poesía es el arte de aceitar el alma. Lee romances, historias de amor, o cualquier cosa que reavive tus sentimientos más íntimos y más puros.
Practica algún deporte y sosiégate con la meditación. Cuando no ves salida a tus inquietudes, el peso de la cabeza es muy grande y tiene que ser liberado positivamente. Buscar momentos para relajarte te hará sentir bien, más animado y más alborozado.
Encara tus obligaciones con satisfacción. Es maravilloso disfrutar de lo que hacemos. Valora y agradece lo que tienes. Pon amor en todo lo que está a tu alcance.
Cuando te propongas hacer algo, ¡métete de cabeza! No dejes escapar las oportunidades que la vida te ofrece, no vuelven. No eres tú que estás pasando, son las oportunidades que dejaste ir.
Ninguna barrera es infranqueable si estás dispuesto a luchar contra ella. Si tus propósitos son positivos, nada podrá detenerlos.
No dejes que tus problemas se acumulen, resuélvelos lo antes posible. Habla, conversa, explica, discute y perdona: el silencio mata.
Exterioriza todo, deja que las personas sepan que las estimas, que las amas, que las necesitas. ¡No te dé vergüenza amar; por el contrario, siéntete orgulloso de poseer el don de amar! Es hermoso hacer que los demás se sientan bien. El alma se ensancha y el horizonte se ilumina de esperanza.
Vuelve a las cosas puras, dedícate a la naturaleza. Cultiva tu interior y ella hará que brote belleza por todos tus poros. No seas aburrido… ¡Tú puedes! ¡Todos podemos! Entonces… ¡Ánimo y adelante! ¡VIVE MEJOR!

lunes, 22 de septiembre de 2014

El balsero y el estudiante

Un día, un joven estudiante naturalista sube a una vieja barcaza comandada por un viejito, de cuerpo fuerte y alma concreta. En el viaje, el joven sorprendido por la inmensidad y belleza del paisaje, se acercó para preguntar al viejito que dirigía la balsa hacia la otra orilla:
—Buen día señor ¿lleva mucho tiempo navegando por este río?
—Sí, toda mi vida fui balsero.
—¿Siempre haciendo la misma ruta?
—Sí, el tránsito de una a otra orilla me reporta el dinero necesario para vivir.
—Entonces, ¿sabrá usted decirme cómo se llaman esas hermosas aves que corretean en la orilla?
—No señor, disculpe que no sepa responderle, pero no sé cómo se llaman esas hermosas aves…
—¡Ah!, entonces amigo, ha perdido una gran parte de su vida por no conocer la variedad de aves del lugar.
El balsero sin saber qué responder continuó con su trabajo, mientras el estudiante observaba el paisaje. Al rato el estudiante vuelve a preguntar al balsero:
—¿Usted sabe decirme el nombre de esas hermosas flores, de tan variados colores que florecen por la ribera de este río?
—No señor, no lo sé. Sé que son flores, pero no sé qué flores son.
—¡Ah!, entonces amigo, usted ha perdido una gran parte de su vida al no conocer la hermosa variedad de flores del lugar.
El balsero continúa su viaje a través del río, mientras el estudiante seguía extasiado contemplando la naturaleza. El estudiante volviendo a dirigirle la palabra, le pregunta:
—Disculpe, ¿usted sabe cómo se llaman esos hermosos peces que nadan por las cristalinas aguas de este río?
—No señor, sólo sé que son peces, pero no sé su nombre ni nada referido a ellos.
—Qué lástima, sepa usted que ha perdido una gran parte de su vida al no saber nada de peces, ni de flores, ni de aves.
De pronto el balsero se da cuenta que la balsa comienza a hundirse de forma rápida, y le pregunta al estudiante:
—Disculpe, ¿usted sabe nadar?
—No, no sé, nunca tuve la necesidad de aprender.
—¡Ah, qué lástima!, entonces amigo, sepa que usted va a perder toda su vida y el conocimiento de todo lo que sabe porque vamos a naufragar.

sábado, 20 de septiembre de 2014

El valor del dinero

Lo que No se Compra con Dinero…

Con dinero se compra el Placer, pero no el Amor.
Con dinero se compra el Espectáculo, pero no la Alegría.
Con dinero se compra una Mascota, pero no al Amigo.
Con dinero se compra Lujos, pero no la Felicidad.
Con dinero se compra una Casa, pero no el Hogar.
Con dinero se compra una Cama, pero no el Descanso.
Con dinero se compra la Diversión, pero no los Sueños.
Con dinero se compra Alimentos, pero no el Apetito.
Con dinero se compra Medicinas, pero no la Salud.
Con dinero se compran Diplomas, pero no la Cultura.
Con dinero se compran Libros, pero no la Inteligencia.
Con dinero se compran Escuelas, pero no la Educación.
Con dinero se compran Tranquilizantes, pero no la Paz.
Con dinero se compra la Indulgencia, pero no el Perdón.
Con dinero se compra el Crucifijo, pero no la Salvación.
Con dinero se compra el Panteón, pero no el Cielo.

Recuerda, que todo lo que el dinero no puede comprar, Dios te lo regala diariamente.
Cuando se conoce a Jesús, Él te da todo y sin dinero. Isaías 55:1-5.

Nada de lo que puedas comprar con el dinero es lo más importante de tu vida. Lo que llena tu vida está dentro de Ti. Ese tesoro no tiene precio, es de más valor que el dinero.

Subsistir en la pobreza

Una señora pide en la calle.

Es increíble pero cierto y no es ciencia ficción. En la actualidad se invierte dinerales en la conquista de otros planetas, y se habla de viajes planetarios y de la posibilidad de comprarnos una parcelita en Marte, y yo me pregunto: ¿Por qué en esta Tierra nuestra, llena de miseria y de desigualdades no se esfuerzan por acabar con el dolor y sufrimiento de miles de millones de personas que pasan hambre y carecen de lo básico para vivir, antes de estar pensando en ocupar otros planetas?

Hubo un tiempo en que la pobreza era propia de una época, por el estancamiento y el poco avance evolutivo, pero se vislumbraba la esperanza. Hoy, tras los avances evolutivos sigue existiendo la pobreza, pero hoy la pobreza es creada, es una pobreza más pobre porque es excluyente y marginal. Una pobreza sin esperanza que te atrapa y de la que no te puedes librar, porque te hace presa de sus fauces.

viernes, 19 de septiembre de 2014

La familia y el burro

Había una vez un matrimonio, con un hijo de doce años y un burro, que se pusieron a viajar para conocer mundo. Al llegar al primer pueblo, la gente murmuraba:
—Mira ese chico… él montado en el burro y sus padres, caminando.

La mujer le dijo entonces a su marido:
—No dejemos que hablen mal de nuestro hijo. Móntate tú en el burro.

Al pasar por otra aldea, alguien comentó:
—Vaya sinvergüenza. Este tipo deja que su esposa y su hijo tiren del burro mientras él va muy cómodo sobre el animal.

Al escuchar aquello, decidieron que sería la mujer quien iría a lomos del burro y, de nuevo, les llovieron las críticas:
—Pobre hombre… después de trabajar todo el día, tiene que llevar a su esposa en el burro mientras él y su hijo van caminando.

Así que se subieron los tres al asno y siguieron su peregrinaje. Entonces, los tacharon de maltratadores de animales.
Muy afectados, resolvieron ir los tres andando.
Pronto, se quedaron de piedra al oír:
—Que idiotas, van caminando cuando tienen un burro que podría llevarlos.

Al final, entendieron que, hicieran lo que hicieran, siempre habría alguien que les criticaría, juzgaría y hablaría mal de ellos. Y es que, por mucho que te esfuerces, no puedes gustar a todo el mundo. Así que vive como creas que has de hacerlo y sigue siempre a tu corazón.

jueves, 18 de septiembre de 2014

El burrito descontento

Había una vez un burrito descontento. Era pleno invierno y los días de frío y lluvia le obligaban a permanecer encerrado en el establo. Además, la paja seca e insípida tampoco era de su agrado, y sólo deseaba que llegase pronto la primavera para comer la fresca hierba del prado.

Llegó, por fin, la esperada primavera, aunque apenas pudo saborear la hierba porque su dueño empezó a segar todo el prado para alimentar al resto de sus animales y al burrito le tocó cargarla sobre su lomo, por lo que ya estaba harto de trabajar tanto y sólo quería que llegase el verano.
Poco tardó en sentir sobre su piel los rayos cálidos del estío pero entonces tuvo que transportar las mieses y los frutos de la cosecha. Y sudó y se agotó de tal manera que contaba los días que quedaban para el otoño.
Empezaron a caer las hojas y al burrito le seguía esperando un duro trabajo: era época de vendimiar y de recoger otros frutos del campo, por lo que las jornadas duraban de sol a sol.
Por eso, cuando el invierno hizo acto de presencia, descubrió que era la mejor época del año: no debía trabajar y descansaba y comía a placer.

Y recordando lo tonto que había sido, se dio cuenta de que para ser feliz sólo hay que conformarse con lo que uno tiene.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

El león y su reflejo

Un león se aproximó a un lago empujado por la sed y al acercarse a la orilla se sobresaltó tras ver su rostro reflejado en las tranquilas aguas:
—Tendré que tener mucho cuidado con ese león tan fiero. Seguro que es el dueño del lago —se dijo a sí mismo el asuntado felino—.
Pero era tanta la sed que tenía que, de nuevo, dirigió sus pasos al lago. En esta ocasión abrió las fauces amenazadoramente y al ver que el reflejo hacía lo mismo sintió terror. Otra vez, el pobre y sediento león salió como alma que lleva el diablo.
Sin embargo, la sed era más fuerte que el miedo. Por eso volvió a la orilla en repetidas ocasiones sin probar ni una gota de agua hasta que un día ya no pudo contenerse más.
Armado de valor y determinado a calmar, por fin, la sed, decidió poner fin a su padecimiento. Bebería, sucediese lo que sucediese. Así que, dicho y hecho. Se dirigió al lago con la determinación que uno espera del rey de la selva y metió la cabeza en el agua para beber como si el mundo se fuese a terminar en ese mismo instante. Al hacer esto, el león enemigo desapareció…

Como suele suceder en la vida, muchas veces nuestros temores nos llenan de inseguridad sin darnos cuenta de que muchos de esos miedos son pura imaginación y sólo enfrentándonos a ellos lograremos que desaparezcan para siempre de nuestro horizonte.

martes, 16 de septiembre de 2014

El niño inteligente

Un hombre llevaba un burro cargado con dos alforjas de trigo camino de un molino. Paró en una posada a tomar un vaso de vino y, cuando salió, el animal había desaparecido. Al ver pasar a un niño, le detuvo y le preguntó:
—¿Has visto a mi burro?
Y el muchacho respondió con otra pregunta:
—¿Es un burro ciego del ojo izquierdo, que cojea de la pata derecha y va cargado de trigo?
Contento de que alguien tuviese noticias, le dijo:
—¡Ése es mi burro! ¿Dónde lo ha visto?
Pero el chico, muy serio, le contestó:
—No lo he visto en ningún lugar.
Al oír esa respuesta, el hombre encolerizó y llevó al chico antes las autoridades. El jefe de policía interrogó al muchacho:
—Si no has visto al burro, ¿cómo puedes describirlo con tanto detalle?
El niño respondió sin titubeos:
—He visto a lo largo del camino su rastro y la huella de la pata derecha se marcaba menos que la izquierda. Por eso, supe que era cojo de la derecha. La hierba del lado derecho del sendero había sido comida por un animal, mientras la del izquierdo estaba intacta. Así, sospeché que el animal era ciego del ojo izquierdo. Respecto a su carga, todo el camino estaba lleno de granos de trigo. Queda claro, ¿no?
Por esta explicación lógica, razonada e inteligente, el jefe de policía felicitó al niño, y el malpensado dueño del burro tuvo que pedirle perdón.

lunes, 15 de septiembre de 2014

La madre loca

En una recóndita aldea vivían dos hermanas jóvenes que no habían podido ser madres y que se sentían desdichadas por ello pues, según un dicho del lugar, «la mujer sin hijos es una fuente de desgracias para todos».
Un día llegó por allí una anciana que, de puerta en puerta pedía algo de comer. Las mujeres le abrieron su casa y la colmaron de atenciones.
Antes de marcharse, la viejecita les preguntó que si no tenían hijos, pues reinaba un silencio sepulcral en aquel hogar:
—No, nosotras no hemos tenido esa suerte. —Le respondieron.
Viéndolas tan tristes, la anciana les dijo:
—Yo tengo una medicina para poder tener hijos, pero advierto, tras dar a luz, la mujer se vuelve loca.
Una de las mujeres le confesó que a ella no le importaría tomarla, si su sueño de ser madre se hiciese realidad, por lo que la viejecita le dio a tomar su remedio. Pasaron unos años y la anciana regresó a la aldea y se encontró con las dos mujeres jóvenes. La que no quiso su medicina le soltó el siguiente reproche:
—Tú nos dijiste, que quien tomara el remedio se volvería loca, pero mi hermana fue madre y no enfermó.
A lo que la sabia abuela respondió:
—Lo que yo quise decir es que una madre reirá y llorará por su criatura. Se desvivirá día y noche por ella. La cuidará y protegerá. La amará y castigará. La educará en valores éticos y morales para que sea una persona de bien… Eso es ser madre y volverse loca.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Las sábanas sucias

Una pareja de recién casados fueron a vivir a un barrio tranquilo. En la primera mañana mientras tomaba café, la mujer reparó a través de la ventana que su vecina colgaba sábanas en el tendedero:
—¡Qué sábanas más sucias tiende la vecina!

El marido miró y quedó callado. Y así cada dos o tres días repetía el mismo discurso mientras la vecina tendía la ropa al aire y al sol. Así pasó, dos o tres semana.

Al mes, la mujer se sorprende al ver que la vecina tiende las sábanas muy limpias y dijo al marido:
—¡Mira, ya aprendió a lavar la ropa! ¿Le habrá enseñado alguien?

El marido respondió:
—No, hoy me he levantado más temprano para limpiar los cristales de la ventana.

Y es que la vida es así. Todo depende de la limpieza de la ventana, a través de la cual observamos los hechos. Por eso, antes de criticar, quizás sería conveniente verificar si hemos limpiado nuestro corazón para poder ver más claro. Entonces podremos ver claramente la limpieza del corazón de los demás.

Ver para creer

Fortaleza en la isla de Puerto Rico.

¡Qué cosas…! Hubo un tiempo en que en España no se ponía el sol. El español se hablaba en puntos de Asia, África y en media América… Hace tiempo, mucho tiempo, que esos pueblos consiguieron su independencia, aunque la lengua española sigue siendo el idioma hablante, pero, últimamente en la isla de Puerto Rico se escuchan las voces de deseos de ser también españoles. Esto no deja de ser llamativo con lo que está pasando en un rincón de España, que son capaces de hacer perrerías por dejar de ser español. Con algaradas y revueltas los insurrectos pisotean la justicia y las reglas democráticas.

Algunos puertorriqueños reclaman la nacionalidad española porque la isla de Puerto Rico fue española, pero, ¿cuándo perdió España la soberanía de Puerto Rico? Esta es la historia:

jueves, 11 de septiembre de 2014

Baila lentamente

Alguna vez has visto a los niños jugando, o has escuchado el chisporroteo de la lluvia golpeando contra el suelo? ¿Alguna vez has seguido a una mariposa en su errático vuelo, o has observado al sol desvaneciéndose en la noche?

Mejor detente… No bailes tan de prisa. El tiempo es corto… La música no durará.

¿Pasas el día agitado sin preguntarte quién eres, qué haces, qué necesitas? ¿Escuchas las respuesta? Y cuando el día acaba, ¿Te acuestas en tu cama con la cabeza caliente y el corazón frío?

Mejor detente… No bailes tan de prisa. El tiempo es corto. La música no durará…

¿Alguna vez le has dicho a tu hijo «lo haremos mañana» y en tu apatía, no ves su tristeza? ¿Alguna vez has perdido el contacto y has dejado que alguien que te quiere muera sin tu cariño y palabras de aliento, porque jamás tuviste tiempo para visitarle o para llamarle y decirle «¡ánimo, yo también te quiero!»?

Mejor detente… No bailes tan de prisa. El tiempo es corto. La música no durará…

¡Vive la vida! Cuando corres demasiado rápido para llegar a alguna parte te pierdes la mitad de las emociones y la alegría de la llegada. Empápate de la belleza del recorrido y respira profundo, porque cuando te preocupas y apuras demasiado, dejas de vivir y disfrutar lo hermoso de la vida. Es como tirar a la basura el capullo de una rosa, sin dejarla que abra sus pétalos y nos ofrezca su aroma y belleza.
Despliega tus sentidos. La vida no es una carrera, se toma un poco más lentamente. Gózala y saboréala con la vista, el oído, el tacto y el corazón abierto…

¡Pon atención! Baila lentamente. Escucha la música, antes de que la canción termine…

miércoles, 10 de septiembre de 2014

El plebeyo y los 100 días

Una bella princesa estaba buscando marido y hasta palacio llegaron pretendientes nobles y ricos de todas partes del planeta, que le ofrecieron preciados obsequios como joyas, tierras, ejércitos, tronos… Pero entre tan excelsos candidatos se encontraba un humilde joven, que no tenía más fortuna que su amor y capacidad de resistencia.

Cuando le llegó el turno de presentarse ante la princesa, le dijo:
—Siempre te he admirado en secreto. Soy pobre y sólo puedo ofrecerte mi sacrificio como prueba de mi amor. Permaneceré 100 días bajo tu ventana, sin apenas nada que llevarme a la boca y aguantando las inclemencias del tiempo.
—Si pasas la prueba, me casaré contigo —le prometió la hija del rey—.

Y así fue. Pasaron días y días, y el humilde pretendiente sufrió frío, calor y lluvias sin apartar su mirada de la ventana a la que, de tarde en tarde, se asomaba la preciosa muchacha.
Todo apuntaba a que él iba a ser el próximo príncipe pero, apenas un día antes de cumplir su reto y sin dar explicación, se retiró del lugar.

Meses más tardes, mientras caminaba solitario, un chico le preguntó el porqué de su desaparición. Y él, apenas aguantando las lágrimas, le respondió:
—La princesa no me perdonó ni una hora de sufrimiento… No merece mi amor.

martes, 9 de septiembre de 2014

Los dos amigos

Dos amigos se encontraron después de muchos años sin saber el uno del otro. Se echaron a andar contándose todo lo acontecido desde que no se veían, y andando, andando se adentraron en un bosque, de pronto aparece un enorme oso, uno de ellos lo vio y rápidamente se encaramó en un árbol sin advertir ni ayudar a su amigo, el otro se dio cuenta del oso cuando ya lo tenía delante, asustado buscó a su compañero y no lo vio, sin tiempo para huir, se le ocurrió tirarse al suelo y hacerse el muerto.
El que estaba subido en el árbol observaba como el oso se acercaba a oler a su amigo y daba vueltas a su alrededor, mientras este contenía la respiración, de pronto el oso se retira lentamente y se aleja del lugar.
Asegurándose de que el oso no estaba a la vista, bajó del árbol y preguntó al que estaba en el suelo muerto de miedo:
—¿Qué te dijo el oso?
—¡Que amigos como tú no merecen la pena!
Levantándose, se marchó y nunca más quiso saber de él.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Crecer

Muchas veces en la vida pasamos por momentos difíciles en los que tenemos que decidir sobre los nuevos caminos a tomar.
A veces el júbilo nos invade ya que la ruta tomada nos demuestra el acierto, y eso se llama crecer. Otras veces nos desanimamos antes de reemprender nuestra meta, y eso también se llama crecer.
Crecer, una palabra tan común pero tan significativa a la vez, tan llena de vida; definitivamente es un término al que, en particular, tengo muy presente y valoro entrañablemente.
A veces la parálisis nos invade, desarmados completamente caemos en la tristeza, la desilusión, el desánimo; sentimos la horrible sensación de no poder hacer nada bien, tomamos caminos de fácil acceso que a ningún lado nos conducen; nos invade la soledad y ocupamos el vacío con gente vacía y el resultado es una lista interminable de momentos más vacíos aún.
El dolor se esconde detrás de una imagen impuesta cargada de elementos superfluos que no hacen más que alejarnos de nosotros mismos.
El camino hacia la felicidad parece estar lleno de pantanos y grietas infinitas, en esos momentos no podemos ver que ser feliz está en nuestro propio ser, por el solo hecho de existir.
El tiempo oficial pasa pero nos es indiferente, el tiempo real nos encuentra sumergidos y cansados, pero tarde o temprano, desde lo más profundo de nuestra existencia surge una luz, que al principio es pequeña, creo yo que es nuestro instinto de supervivencia más el amor por la vida y por nuestra vida que hace que lentamente nos reubiquemos en el camino correcto, el del amor.
A veces necesitamos pasar por momentos muy duros, cometemos errores, evadimos los problemas y nos disfrazamos de algo que no somos hasta reencontrarnos con nuestros valores, en lo que a mí respecta, el valor de las pequeñas cosas, aquellas situaciones y cosas cotidianas y sencillas que son maravillosas.
A veces necesitamos pasar por momentos tan duros, pero superarlos es también crecer.
La felicidad es un don que poseemos todos, pero cultivarla y compartirla es un hermoso trabajo que implica esfuerzo, dedicación y tiempo, pero por sobre todas las cosas el amor es el sentimiento más hermoso… Y poder amar también es crecer.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Uno aprende

Después de un tiempo uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar el alma, que el amor no significa recostarse y una relación no significa seguridad.
Y uno empieza a aprender que los besos no son contratos y los regalos no son promesas; 
y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos.
Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, 
porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes…, 
y los futuros pueden caerse a mitad de camino.
Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado hasta el calor del sol quema, 
que hay que plantar su propio jardín y decorar su propia alma, 
en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar, 
que uno realmente es fuerte, que uno vale, y uno aprende y aprende…
Y con cada adiós uno aprende.
Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro 
significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.
Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, 
sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.
Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.
Con el tiempo te das cuenta de que los amigos verdaderos 
valen mucho más que cualquier cantidad de dinero.
Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados y que el que no lucha por ellos, 
tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas.
Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira 
pueden seguir lastimando a quien heriste durante toda la vida.
Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, 
pero perdonar es sólo de almas grandes.
Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, 
muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.
Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.
Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, 
tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados al cuadrado.
Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen 
ocasionará que al final no sean como esperabas.
Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, 
sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.
Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado,
 añorarás terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado.
Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, 
decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, 
decir que quieres ser amigo ante una tumba ya no tiene ningún sentido.
Pero desafortunadamente… uno aprende sólo con el tiempo...

viernes, 5 de septiembre de 2014

Cuando creías…

Nuestros hijos y los niños que nos rodean están más atentos a lo que HACEMOS que a los que DECIMOS.

Los niños son muy observadores, son como esponjas que se van empapando de todo lo que ven hacer para imitar, por eso es importante hacer las cosas para que tomen ejemplo, y ellos nos dirán…

Cuando creías que yo NO estaba mirando, te vi colgar en la pared mi primer dibujo y me fui corriendo a hacerte otro.
Cuando creías que yo NO estaba mirando, te vi llorar y aprendí que hay cosas que hacen daño pero que está bien llorar.
Cuando creías que yo NO estaba mirando, te vi como preparabas mis postres favoritos y entendí que las cosas pequeñas son las que dan color a la vida.
Cuando creías que yo NO estaba mirando, te vi poner comida a nuestro perrito y aprendí que hay que cuidar a los animales.
Cuando creías que yo NO estaba mirando, sentí que me dabas un beso de buenas noches y me sentí protegido y querido.
Cuando creías que yo NO estaba mirando, vi como dedicabas tiempo y dinero a los que más lo necesitaban y aprendí la importancia de la solidaridad.
Cuando creías que yo NO estaba mirando, observé el cuidado que tenías de las cosas y de nosotros y aprendí que hay que valorar aquello que se nos ha dado.
Cuando creías que yo NO estaba mirando, aprendí lo más importante, cómo ser una buena persona y cómo decir mucho con sólo una sonrisa.

GRACIAS POR TODO AQUELLO QUE ME ENSEÑASTE CUANDO CREÍAS QUE NO TE ESTABA MIRANDO.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Los ciegos y el elefante

Seis ciegos del Indostán fueron convocados para mostrarles, por primera vez es sus vidas, lo que era un elefante.

El primero de ellos se recostó sobre el ancho costado del animal y dijo:
—El elefante es muy parecido a una pared.

El segundo, agarrando uno de los colmillos, exclamó:
—¡Caramba!, ¿qué será esto tan largo, redondo y afilado? A mí me recuerda una lanza…

El tercero de estos curiosos hombres agarró con ambas manos la trompa del paquidermo y exclamó sin asustarse:
—Un elefante es igual a una serpiente.

El cuarto de los invidentes alargó la mano hasta la rodilla del animal y se topó con la robusta arrugada rodilla:
—Yo lo tengo muy claro. Un elefante es lo más parecido del mundo a un árbol —aseguró.

El quinto de los hombres allí convocados tocó casualmente una de las enormes orejas y comentó:
—No sé qué pensarán los demás, pero a mí este animal me recuerda a un abanico gigante.

El sexto de los ciegos asió la cola y afirmó:
—El elefante es un animal muy parecido a una cuerda.

Así, convencidos de encontrarse ante seres muy diferentes, los ciegos discutieron sin llegar a ponerse de acuerdo. Lo mismo nos pasa cuando conocemos parcialmente la realidad. Todos podemos tener parte de razón y, a la vez, estar equivocados.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Se terminó lo bueno…

Viajeros en un aeropuerto de vuelta a casa.

Verano es igual a vacaciones. Lo bueno siempre sabe a poco y cuando se termina, tenemos la sensación de no haber tenido tiempo de disfrutar y de descansar lo suficiente, y las energías se desinflan y nos abate el desánimo. Solo con pensar en el regreso a casa vuelves al cansancio de las prisas vertiginosas. El ritmo acelerado hace que el tiempo vuele sin sentir y el estrés se apodera de tu vida y de tu espacio.

Se termina agosto y comienza septiembre, es el comienzo de la rutina anual. Por un mes o dos se relajan los tiempos, dejamos que pasen las horas sin tenerlas en cuenta, pero en el último momento el relax se esfuma y cargamos anticipadamente por lo que se nos viene encima.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Los monos escaleras

Un día, un grupo de científicos metió cinco monos en una habitación donde había un racimo de plátanos y la única forma de alcanzarlos era mediante una escalera. El experimento se diseñó de tal forma que cuando uno de los monos subía la escalera para coger un plátano, automáticamente el resto de los monos eran bañados con agua helada.
Los monos aprendieron rápido. Para cuando el tercer mono quiso subir la escalera, los otros lo agarraban antes de que subiera para evitar el castigo del agua. Muy pronto, ninguno se dejó llevar por la tentación de subir y dejaron la escalera en paz.
Pero entonces los científicos cambiaron uno de los monos por otro nuevo, que, obviamente, no sabía nada del agua. Como buen mono, lo primero que hizo fue intentar tomar un plátano pero de inmediato recibió una buena paliza. Los científicos fueron cambiando a los monos hasta reemplazar a todos los originales, y, sin embargo, los nuevos monos seguían sin atreverse a subir la escalera y le pegaban al que se acercara a ella, a pesar de que ninguno de los cinco monos habían sido jamás bañado con agua fría.
Estoy segura de que este experimento daría los mismos resultados con seres humanos. Hacemos muchas cosas sin saber por qué, simplemente se han hecho así, porque «las cosas son así». Como seres sociales que somos, compartimos una visión del mundo más allá de nuestra mentalidad particular.
De nuestros antepasados heredamos prejuicios, sistemas y tradiciones. Imitamos casi siempre sin cuestionar su razón. Aquí es cuando dos cabezas no siempre piensan mejor que una, no mientras las dos piensan lo mismo o ni siquiera piensan. A esto se le llama «mentalidad colectiva» o, incluso, «inteligencia colectiva» y en la psicología está relacionado con la 'Weltanschauung' o 'Cosmovisión'.
La cosmovisión es una estructura que contiene los paradigmas culturales de una época o región, reglas por las cuales las personas se han de comportar. Por ejemplo, los monos del experimento han decretado que no se puede subir o acercarse a la escalera, y ningún otro mono lo cuestiona. Se tienen que respetar los paradigmas que tu sociedad te impone, si no lo haces, serás etiquetado, excluido o castigado por los demás.
Sí, así funciona la mente humana y nada nos hará cambiar.