sábado, 2 de septiembre de 2023

Responsabilidad afectiva

 


Si realmente todos asumiéramos nuestra responsabilidad afectiva y tuviésemos la voluntad de ser coherentes, no harían falta acuerdos y normas en las relaciones para sentir seguridad y certeza.

Responsabilidad afectiva es, hablar sobre nuestros sentimientos y expectativas en una relación. Hablar de lo que nos une, de lo que nos gusta y de lo que nos molesta. Debe haber una buena comunicación, y ser honestos y sinceros, siempre. Entendemos por responsabilidad afectiva o emocional, el hecho de reconocer y asumir que nuestros actos causan emociones en las personas con las que nos relacionamos, principalmente en el entorno familiar. 

No podemos excusarnos de dar explicaciones cuando se hace evidente una actitud de desprecio; si nos piden una explicación, debemos hablar con sinceridad de nuestras emociones, lo contrario es cobardía, es esconder malas intenciones que irán rompiendo los cauces que unían. Por tanto, no culpes a nadie de tus malas acciones. Hay actitudes inaceptables, no se puede tirar la piedra y esconder la mano, no podemos pedir lo que no damos. Valoremos el respeto; respeta para que te respeten.

Qué es la responsabilidad afectiva y por qué no se puede huir de ella. En los afectos debe haber reciprocidad, es tener en cuenta cómo nuestros actos afectan a los demás, y expresar siempre cómo nos sentimos en cada momento, eso es esencial en las relaciones afectivamente sanas.

La comunicación asertiva es una de las claves de la responsabilidad afectiva. En los afectos familiares, que debieran de estar más consolidados por lazos de sangre, es dónde se manifiestan las traiciones más dolorosas, cuando se dan actitudes inapropiadas de personas emocionalmente insanas. El equilibro entre tener en cuenta lo que piensan y sienten los demás, y lo que pensamos y sentimos nosotros, especialmente si hablamos de las relaciones románticas, es complicado. No debemos ser egoístas y pensar solo en lo que nos afecta a nivel individual, pero tampoco debemos volcarnos en la otra parte olvidándonos por el camino de nosotros mismos.

La clave para alcanzar ese punto medio es la responsabilidad afectiva, que podríamos definir como la consciencia de que lo que decimos y hacemos tiene un impacto en los demás. Explica Pilar García Flórez, psicóloga sanitaria en TherapyChat, que esta se basa en ser capaz de expresar nuestras necesidades y emociones siendo respetuosos con las emociones del otro. «Eso implica hacerse cargo de los propios sentimientos, de la manera de expresarlos y tener presente que los vínculos que establecemos con otras personas implican un cuidado mutuo», dice.

Es muy importante entender que responsabilidad afectiva no es sinónimo de hacernos cargo de las emociones de los demás. Dice la profesional que «no pasa nada si a veces priorizamos al otro», pero esto puede suponer un problema cuando eso se convierte en la forma de funcionamiento habitual, o cuando lo hacemos desde la obligación y no desde la elección. También, esta responsabilidad se basa en cómo reaccionamos ante las emociones ajenas, podemos validar y legitimar las emociones de la otra persona cuando nos las exprese abiertamente.

Sinceridad, aunque duela. La idea de la responsabilidad afectiva, es poder cuidar al otro en todo lo que sea posible, no con el objetivo de evitar siempre el sufrimiento, sino de evitar un sufrimiento innecesario, sin olvidarnos de cómo nos sentimos nosotros. Y García Flórez pone un ejemplo: «Si tenemos una relación que sentimos que tiene que terminar, 'al comunicarlo no vamos a evitar que a la otra persona le duela', pero estaremos siendo honestos con nosotros y con el otro. Como indica el término, se trata de ser responsable con las relaciones que establecemos, pero eso no significa sobreproteger», reitera.

Aunque es más fácil aplicar estos términos en el contexto de una relación de pareja, debemos entender que la responsabilidad afectiva 'está vigente' en las dinámicas familiares, en las de las amistades e incluso en las laborales. La dinámica de cada relación es diferente, no es lo mismo la relación con los padres que con los hermanos, amigos o pareja, pero la responsabilidad afectiva tiene que llevarse a cabo desde el principio. «Cada uno tenemos que ser conscientes de cómo nos vamos sintiendo con los actos del otro, y al mismo tiempo ser capaces de comunicarlo de una manera asertiva. Solo de esta manera podremos construir una relación saludable basada en la comunicación y en el respeto mutuo», asegura Maia Tabar.

Se debe trabajar esta responsabilidad incluso con dinámicas nuevas. Es decir, aunque solo se hayan tenido un par de citas con una persona, por ejemplo, no se debe ocultar información o no contar ciertas cosas, con el objetivo de 'no hacer daño': desde el principio hay que practicar la sinceridad. «Todos tenemos derecho a poder decidir sobre nuestras relaciones y para eso necesitamos conocer toda la información, independientemente de la duración de ese vínculo o del nivel de compromiso del mismo», asegura Pilar García Flórez.

De manera 'teórica', ser responsable afectivamente no parece complejo, pero muchas veces es difícil, pues sabemos, que en ocasiones, hacer lo correcto duele más de primeras que no hacerlo. Aun así, hay pautas que pueden ayudarnos a mejorar este aspecto de la manera en la que las relacionamos con los demás, sean más sinceras. Por ejemplo, asegura Maia Tabar, que un elemento clave es la comunicación asertiva. «Se trata —explica— de expresar qué queremos, qué nos molesta, qué sentimos de una manera directa, con claridad y honestidad».

En toda relación afectiva, ya sea familiar de amistad o de pareja, tenemos que hacernos cargo primero de las emociones propias. También, la profesional considera muy importante, por un lado entender que una relación va más allá de uno mismo, por eso, tenemos que dejar a un lado el egoísmo y cultivar la empatía y por otro lado, tener claro que cualquier relación tendrá conflictos, pero habiendo voluntad de diálogo y sinceridad, todo será mas real y duradero. Asimismo, recuerda que todos tenemos derecho a equivocarnos, pero si somos responsables afectivamente tendremos que asumir la responsabilidad de nuestros actos y ser capaces de pedir perdón, al igual que ser capaces de perdonar al otro.

En el amor y el cariño lo lógico es la reciprocidad de los afectos, pero si una de las partes deja de querer empujado por envidias y celos, habrá que aceptar la situación y evitar los encuentros. En la responsabilidad afectivamente es esencial hacerse cargo de las propias emociones. Es decir, no podemos culpar al otro de lo que sentimos y no sentimos. «Tenemos que ver de dónde vienen esas emociones contradictorias y sobre todo, qué nos quieren decir». Practicar la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace es igualmente ineludible: lo peor que podemos hacer es fingir lo que no sentimos y culpar al otro de no sentir lo propio de un sentimiento sano.


Fotografía: Internet


No hay comentarios :

Publicar un comentario