¡QUIERO SER COMO TÚ, MARIA!
Orante, para escuchar la voz del Señor.
Alegre, para que los que viven junto a mí sean más felices.
Prudente, para que mis palabras no causen heridas.
Sencillo, para no dejarme engañar por el escaparate de la
sociedad.
Valiente, para no acobardarme ante las dificultades.
Paciente, para aceptar las diferencias.
Honesto, para preguntar lo que no entiendo.
Con las manos abiertas, para dar aquello que otros necesiten.
Afable, para tratar a los demás con respeto y cariño.
Limpio, para no juzgar por las apariencias.
Con esperanza, para huir del pesimismo.
Oyente, para conducirme por la Palabra de Dios.
Te ofrezco, María, Madre, mi debilidad;
que Tú la transformes en algo agradable a Dios.
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