Hay dos cosas insoportables: la mentira y la falsedad. La
mentira y la falsedad destruyen relaciones y confianza. No obstante, como nos
revelan varios estudios, esta es una práctica común, una conducta que, además,
siempre acaba descubriéndose.
Si hay algo que resulta verdaderamente lamentable es la
mentira y la falsedad. Ambas cosas son capaces de destruir todo a su paso, de enfangar los caminos, de
devastar los bosques más poblados y de hacer caer a las torres más altas.
Lo más triste de la hipocresía y del engaño es que nunca
provienen de nuestros enemigos ni de las personas desconocidas, provienen de familiares cercanos, hermanos, primos llevados de rivalidades, envidias, celos y maldades. Como es de
esperar, todo eso duele, y mucho... Cuando nos engañan lo peor no son las
mentiras en sí, sino lo que se llevan con ellas de un pasado, de un presente y de un futuro...
Cuando un sentimiento tan importante como la confianza se
quiebra, algo en nuestro interior fallece. Esto ocurre porque la mentira y la
falsedad pone en duda mil verdades, haciendo que nos cuestionemos incluso las
experiencias que creíamos más francas.
El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque
estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera. Alexander Pope.
Una sola mentira lo cambia todo. Tanto la mentira como la
falsedad son, en gran medida, una cuestión de hábito. Hay muchas personas que
son hábiles en este 'arte' y que nos mantienen a todos engañados de una manera
verdaderamente asombrosa. Es más, tal y como nos señala el psicólogo Edward de
Bono, este recurso forma parte del comportamiento humano, es algo recurrente
que queramos o no, hay que asumir, pero hay que ser cautos y no creer aquello que nos parezca increíble.
Como ya sabemos, la mentira habitual puede llegar a constituir
un problema psicológico serio. Estas personas suelen vender humo a cualquier
precio con tal de salirse con la suya, o lo que es más grave, sin ningún otro
aliciente más que engañar para quedar ellos bien. Son capaces de usurpar el prestigio del otro y revestirse con lo robado.
Otras veces, la mentira puede estar 'justificada' como un
error en la acción, pero no en la intención. Es lo que solemos llamar mentiras
piadosas, pues consideramos que la verdad hará más daño que la mentira.
Hay quien sostiene que cualquier tipo de mentira está basada
en relaciones de mala calidad, pero lo cierto es que, al ser humano, en
ocasiones no se le da bien aquello de valorar más colores que el blanco y el
negro, y si la luz molesta hay que apagarla con leña.
Pero, con el tiempo todo se descubre. La mentira y la falsedad
tienen siempre fecha de vencimiento, pues necesitan de muchas circunstancias
para sostenerse. Esto acaba convirtiéndose en una espiral de enormes
dimensiones que el mentiroso no puede manejar. Es más, estudios como el llevado
a cabo por los doctores de Universidad Bella DePaulo y Robert Rosenthal, nos
señala que solo las personalidades más maquiavélicas mantienen con efectividad
las mentiras. Es decir, cuanto una mentira sale de su boca, deja de controlar
gran parte de ella. Como se suele decir en el argot popular: “Se pilla antes
a un mentiroso que a un cojo”.
No obstante, aunque es muy difícil que una mentira se
sostenga en el tiempo, es muy normal que nos mantengan engañados. Puede que tengamos muchos indicios de que no
sea verdad lo que nos cuentan, pero lo más probable es que los vínculos
afectivos que mantenemos nos cieguen y nos mantenemos pasivos.
La mentira y la falsedad abren heridas profundas en el alma.
Traicionar a las personas que te quieren es uno de los actos más detestables
que puede llevar a cabo el ser humano. Es difícil sobreponerse a su
descubrimiento, pues en sí mismo el engaño alberga la capacidad de destruir por
completo nuestro mundo.
Una persona traicionada es más que una persona dolida. Es
alguien a quién quieren robarle su identidad, la empujan fuera de su camino, le borran el norte y le arrebatan
la brújula. Es alguien que no comprende el porqué de acciones encaminadas a
destruirles moralmente, y se siente angustiadas y confusas, que sienten que
les arrancan vivencias para dejarles más solos y con un profundo vacío. Alguien
que tiene que empezar de cero, reconstruir sus muros, desandar un duro camino y
tapar los hoyos. Es alguien que con heridas de muerte tiene que reanimarse y no
sabe cómo hasta que se encuentra de nuevo consigo misma y recupera las fuerzas
y continúa el camino.
Y cómo sanar las heridas que la traición provocó. Con el paso
del tiempo es muy probable que la rabia y la impotencia que sentíamos al
principio se conviertan en cierta lástima por todo aquello que se esfumó, se
rompió o se marchitó. Asumida la situación, es en ese momento en que podremos comenzar a sanar
nuestras heridas y valorar con fuerza la lealtad. Recuerda que lo que otros digan que tú has hecho, y no lo has hecho, ese mal no está en ti, está en ellos.
Superar esto lleva un tiempo, pero para lograrlo hace falta
perdonarnos a nosotros mismos y dejar de torturarnos por aquello que pensamos
que podíamos haber evitado, por la mentira y la falsedad que nos ha rodeado. De
esta forma lograremos hacer las paces con el mundo y volver a confiar en la
gente, pero con algunas reservas.
Si en algún momento te hicieron daño, si en alguna ocasión la
mentira y la falsedad parecía ser la carta de presentación de todas las
personas que estaban a tu alrededor, no te castigues pensando que todo el mundo
es igual, hacerlo sería como creer que porque te haya tocado la lotería un día
te va a tocar cada vez que la compres.
A partir de ahí, valora tanto la lealtad como desvaloras la
traición. No te culpabilices y perdona, pues la deshonestidad de algunos es una
oportunidad buenísima para crecer y elegir mejor a quienes te rodean.
Lo que caracteriza a las sociedades llamadas avanzadas es que
tales sociedades consumen en la actualidad imágenes y ya no, como las de
antaño, creencias; son más liberales, menos fanáticas, pero también más
"falsas" (menos "auténticas"), cosa que nosotros traducimos
por la confesión de un tedio nauseabundo, como si la imagen al universalizase,
produjese un mundo sin diferencias: eliminemos las imágenes, salvemos el deseo
inmediato (sin mediación). Roland Barthes
En el mundo hay personas falsas. Personas mentirosas que
engañan, que falsean o truncan la verdad, siguiendo una amplia variedad de
motivaciones, tales como conseguir sus objetivos a través de la manipulación o
engrandecer su figura a ojos de los demás (y también a ojos de sí mismas). Hay
quienes mienten con una regularidad tan abrumadora que nos sorprenderíamos si
conociéramos cada uno de los engaños con los que nos engatusan. Mienten como
respiran y, para colmo, uno termina creyéndoles. Pero, por suerte, las mentiras
tienen las patas muy cortas.
Algunas personas son tan falsas que ya no son conscientes de
que piensan justamente lo contrario de lo que dicen. Marcel Aymé
Sed siempre sinceros con Jesús y con todos, no sigáis el
ejemplo de Judas, cuya culpa más grande fue la falsedad, que es la marca del
diablo. Benedicto
XVI.
Fotografía: Internet
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