domingo, 10 de octubre de 2021

Salud mental



La salud mental incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social. Afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando enfrentamos la vida. También ayuda a determinar cómo manejamos el estrés, nos relacionamos con los demás y tomamos decisiones.

La salud mental se relaciona con el raciocinio, las emociones y el comportamiento frente a diferentes situaciones de la vida cotidiana. También ayuda a determinar cómo manejar el estrés, convivir con otras personas y tomar decisiones importantes. Al igual que otras formas de salud, la salud mental es importante en todas las etapas de la vida, desde la niñez y la adolescencia hasta la edad adulta y la madurez. De acuerdo a estadísticas de la OMS, los problemas de salud mental constituyen alrededor del 15% de la carga mundial de la enfermedad.​ El déficit en la salud mental contribuiría a muchas enfermedades somáticas y afectivas como la depresión o la ansiedad.

El tema de la salud mental, además, no concierne sólo a los aspectos de atención posterior al surgimiento de desórdenes mentales evidentes, sino que corresponde además al terreno de la prevención de los mismos con la promoción de un ambiente sociocultural determinado por aspectos como la autoestima, las relaciones interpersonales y otros elementos que deben venir ya desde la educación más primaria de la niñez y de la juventud. Esta preocupación no solo concierne a los expertos tales como psicopedagogos y psicólogos, sino que forma parte de las responsabilidades del gobierno de una nación, de la formación en el núcleo familiar, de un ambiente de convivencia sana en el vecindario, de la responsabilidad asumida por los medios de comunicación y de la consciente guía hacia una salud mental en el colegio y en los espacios de trabajo y estudio en general.

La salud mental individual está determinada por múltiples factores sociales, psicológicos y biológicos. Por ejemplo, las presiones socioeconómicas persistentes constituyen un riesgo bien conocido para la salud mental de las personas y las comunidades. Las pruebas más evidentes están relacionadas con los indicadores de la pobreza, y en particular con el bajo nivel educativo.

La mala salud mental se asocia asimismo a los cambios sociales rápidos, a las condiciones de trabajo estresantes, a la discriminación de género, al acoso persuasivo, a la presión competitiva, a la exclusión social, a los modos de vida poco saludables, a los riesgos de violencia y mala salud física y a las violaciones de los derechos humanos.

También hay factores de la personalidad y psicológicos específicos que hacen que una persona sea más vulnerable a los trastornos mentales. Por último, los trastornos mentales también tienen causas de carácter biológico, dependientes, por ejemplo, de factores genéticos o de desequilibrios bioquímicos cerebrales.

La salud mental es un componente integral y esencial de la salud. La Constitución de la OMS dice: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.» Una importante consecuencia de esta definición es que considera la salud mental como algo más que la ausencia de trastornos o discapacidades mentales.

La salud mental es un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad. En este sentido positivo, la salud mental es el fundamento del bienestar individual y del funcionamiento eficaz de la comunidad.

La salud mental y el bienestar son fundamentales para nuestra capacidad colectiva e individual de pensar, manifestar sentimientos, interactuar con los demás, ganar el sustento y disfrutar de la vida. Sobre esta base se puede considerar que la promoción, la protección y el restablecimiento de la salud mental son preocupaciones vitales de las personas, las comunidades y las sociedades de todo el mundo.

La salud mental siempre ha sido un tema tabú, un estigma que no superaron nuestros padres y abuelos, pero las nuevas generaciones no quieren silenciar sus problemas y piden que se tomen en serio las dolencias mentales. Los jóvenes rompen el tabú sobre la salud mental: "Ser frágil no es malo".

"La conciencia global de que todo va a peor no nos ayuda", dice de una generación tildada con "desatino" como "frágil": "Hay un estigma con la fragilidad, pero por qué ser frágil es malo; si implica fractura y de ahí construcción, es algo bueno".

En la salud mental, el silencio no es la inacción sino la primera reacción posible; el silencio en el trabajo, en la familia y, sobre todo, ante uno mismo. La negación es la herramienta que los jóvenes españoles tenían a mano, pero que ya no quieren usar, ahora elevan la voz y piden que se tomen en serio las dolencias mentales.

El 58,3% de los españoles de entre 15 y 24 años dice sentirse 'a menudo' ansioso, nervioso y preocupado y el 36% "a veces", según reveló Unicef hace unos días en un informe donde también reflejaba que uno de cada siete adolescentes de 10 a 19 años en todo el mundo tiene un problema de salud mental diagnosticado y casi 46.000 adolescentes se suicidan cada año.

Sobre la necesidad de acudir los jóvenes al psicólogo es cada vez mayor, porque tienen claro que alude a dos cuestiones: una es la precariedad a la que su generación se enfrenta y la otra es por comparación con el pasado, ya que las generaciones anteriores apenas se planteaban buscar esta ayuda.

Piensan que su generación tiene que hacerse cargo de la competitividad o la precariedad y entienden que su estado anímico decae, pero le hacen frente a la situación y sin miedo lo verbalizan y a buen ritmo van rompiendo el tabú de la salud mental, aunque no va en paralelo al servicio de la salud pública.

Acudir a un psicólogo en el sistema público es una de las mayores demandas de todos los jóvenes que han tenido algún que otro problema, según datos de 2018, en España hay solo 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes, tres veces menos que la media europea. En España va al psicólogo solo quien puede, ya que una sesión puede costar desde 50 a 120 euros.

Por tanto, a la falta de profesionales en el sistema público se suma el precio para poder acceder a un tratamiento adecuado y continuo, por lo que muchos pacientes solo acuden a la sanidad pública para tratar ataques puntuales con fármacos, y para que la terapia sea efectiva el seguimiento psicológico debe ser semanal o quincenal, porque en un mes pasan muchas cosas por la cabeza y el sufrimiento es mayor.

La salud mental engloba diferente problemática, todas ellas necesitadas de terapias, porque incluso las más leves pueden cronificar. Callarse y sufrir en silencio arrastra y debilita nuestras fuerzas.

Frente a las vicisitudes de la vida, enfermedades, duelos, celos, falta de trabajo, malas relaciones, a veces nos bloqueamos y no podemos gestionar nuestras emociones y eso nos acarrea: estrés, ansiedad, depresión, apatía, insomnio, abatimiento, etc. Y cuando se pierde la ilusión y la alegría se puede entrar en un bucle destructivo y rondar la idea del suicidio.

El suicidio es un tabú, pero en 2019 hubo 3.671 suicidios, uno cada dos horas y media y al parecer, nadie hace nada al respecto, por eso es muy importante tener en cuenta y no aislar a los pacientes de salud mental. Ellos hoy levantan la voz: "Lo primero es decirle a la sociedad que estamos aquí, tenemos algunas dificultades, pero somos personas igualmente válidas".

Hay que tener claro que para poder prevenir el suicidio, "unas muertes que parecen políticamente incorrectas" lo primero es ‘hablar’ de ello.

Para visualizar y concienciar sobre este problema, hoy es el Día Mundial de la Salud Mental y eso es bueno, que hablemos con normalidad de nuestros miedos y ansiedades, para recibir la orientación y el apoyo que nos ayude a vencer nuestras limitaciones e inseguridades. 


Fotografía: Internet

  

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